Chihuahua, Chih.
"Tal vez una segunda ola de la revolución sexual pueda finalmente lograr su objetivo de liberar a la mitad de la raza de su subordinación inmemorial —y en el proceso nos acerquemos mucho más a la humanidad—. Tal vez incluso podamos retirar el sexo del duro terreno de la política, pero no hasta que hayamos creado un mundo más soportable que el desierto que habitamos".
Política sexual (Sexual Politics en inglés), 1970. Kate Millett. Tesis doctoral para la Universidad de Oxford en 1969.
En agradecimiento por el enorme legado que nos deja.
La semana anterior un joven acusado de violación agravada se fugó de una sala de audiencias de la Ciudad Judicial cuando una jueza le impuso como medida cautelar prisión preventiva. Tras haber sido imputado en abril, el asunto fue revocado y tras la revisión de un magistrado, se ordenó el auto de vinculación a proceso el pasado 23 de agosto.
Al margen de que el proceso judicial determine la culpabilidad o inocencia del imputado; hay un par de aspectos que resultan relevantes y merecen atención; uno es la endeble seguridad que se le otorga a las personas y a los procesos que se realizan en ese sitio. El complejo debiera ser de los lugares mejor resguardados de la ciudad; sin embargo, la fácil huida del presunto agresor (que no fue inmediata porque al menos por corto tiempo tuvo oportunidad de dialogar con una mujer de la que se puede presumir es su madre), aunado a la falta de vigilancia del lugar, la entrada intempestiva de un par de elementos de alguna corporación policiaca a verificar la situación (no se alcanza a definir cuál, según el video) y el posterior operativo que se montó para su búsqueda sin éxito, hablan de la falta de estrategias en contingencias de este tipo.
¿Esa falta de seguridad la experimentan -o gozan- las personas asociadas a otro tipo de delitos? ¿los perímetros de la ciudad judicial son seguros? ¿qué tanto se garantiza la seguridad de las personas que transitan o realizan sus actividades cercanas a la zona? Peor aún, preocupa la poca eficacia de las autoridades ante la fuga de personas sujetas a procesos penales. El imputado huyó a pie y ni así lo pudieron detener; en detrimento de la Fiscalía.
Otro agravio al poder judicial que se le agrega a la sumatoria es la presión que un prófugo a través de su familia ejerce imponiendo condiciones para someterse a los mandatos de la autoridad.
En rueda de prensa madre y padre del presunto agresor sexual, se citaron con los medios de comunicación para dar a conocer básicamente un pliego petitorio que exige privilegios como si los centros penitenciarios fueran destinos turísticos a elegir y el personal público que los opera fueran empleados hoteleros a disposición para cuidar una sola persona como si los centros de readaptación social no estuvieran saturados.
Lo anterior no implica que a razón del exceso de población el joven bajo investigación quede vulnerable a cualquier clase de abuso, pero, de verdad, ¿cualquier persona que se presume ha quebrantado la ley puede hacer exigencias al Estado mexicano para elegir si se somete a ella? Definitivamente no, es absurdo.
Y es que no es cosa menor. El delito de violación es grave e independientemente de la resolución de los jueces, la sentencia emitirá un mensaje. Esperemos este no obedezca a la presión mediática que se ha generado únicamente en favor del imputado con muy escaso contrapeso o réplica a la víctima y su familia; sabemos que en el entendido que ambos tienen derechos -ella a la justicia y la reparación del daño y él, al debido proceso- hay todo un sistema que ha creado una cultura para el dominio y control del cuerpo de las mujeres y que se instrumenta a través de la violación, que podría influir en la decisión de las y los operadores de la justicia.
En un estado de caos donde reina la violencia, la que se ejerce contra las mujeres es una de las peores, de las más duraderas e inacabables batallas que desde el feminismo hemos tratado de abatir, el principal enemigo a vencer es la tolerancia social que la perpetua y da justificación a hechos tan brutales como la violación. Si no desea creerlo, entonces pregúntese quien fue cuestionada en el caso que nos atañe, de lo dicho de ella sabemos sobre su vida sexual, sus prácticas, sus salidas y comportamientos; de él, solo que era “un buen muchacho con carrera trunca que trabaja”, según palabras de su madre.
Y siempre es así, ante las violaciones lo primero que se resalta es la edad de la víctima, si tenía novio, si le gustaban las fiestas, su actitud frente a otros hombres, en que lugares transitaba, la hora en que lo hacía, el largo de su falda, pero nadie pregunta cómo iba vestido el violador. Todo el discurso se centra en las mujeres y pareciera establecer una escala de merecimiento o acceso a la justicia de acuerdo a que tan bien o mal “se portaba” la víctima. Todo el peso de la culpa recae en ellas en vez de construir un discurso sin rescoldos con quien se atreva a tomar y poseer una mujer contra su voluntad.
De la culpabilidad que se les impone a las víctimas se pasa a la vergüenza y de ahí al temor, al miedo de ser juzgadas en su persona, de que no se les crea, a los juicios de otros hombres y mujeres, al cuestionamiento permanente que las perseguirá toda su vida.
Para tomar en cuenta:
La violación es un acto abominable que se comete no solo en el espacio público de noche por desconocidos, también dentro del privado. Las violaciones son un delito, no secretos de familia.
Hay violaciones correctivas. Los maridos, novios, exnovios y amigos también pueden convertirse en violadores si perpetran la decisión de una mujer cuando se niega al encuentro sexual incluso si éste ya se ha echado a andar.
El ejercicio de nuestra sexualidad no limita nuestro acceso a la justicia e independientemente de nuestro comportamiento, seguimos siendo sujetas de derechos. Tenemos derecho a la denuncia, a ser tratadas con dignidad en el proceso y que las autoridades no nos infamen por lo sucedido, que dicho sea de paso, nosotras no provocamos.
En cualquier momento del acto sexual, si la mujer dice: NO, es NO. Si se continúa se convierte en delito; aun cuando ella no esté en posibilidad de otorgar su consentimiento, o sea, si está ebria. (Eso tampoco la hace acreedora de la violación).
Por último, si una mujer sale de noche de fiesta, sola o con amigas, lleva minifalda y baila sensual; ella espera divertirse, no ser violada.
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@MarieLou Salomé