Chihuahua, Chih.
Persecución política, culpa, hostigamiento, traición, tensión y desconcierto es lo que aconteció durante las tres horas de proyección de la nueva cinta del director Christopher Nolan (Oppenheimer, 2023), introduciendo al espectador a la vida y obra del físico J. Robert Oppenheimer, mejor conocido como “el padre de la bomba atómica”.
Nolan y su esposa Emma Thomas lograron transformar la obra publicada en 2005 sobre la vida del autor “Prometeo americano: El triunfo y la tragedia de J.Robert Oppenheimer”, de Kai Bird y Martin J. sherwin , en un thriller político repleto de suspenso, drama e incluso terror; alzándose como el proyecto más maduro del aclamado director británico-estadounidense desde Memento (2000), obteniendo la clasificación R en los Estados Unidos y B15 en nuestro país.
En el filme la vida del Dr. Oppenheimer se encuentra repleta de claroscuros, secretos y una búsqueda de redimirse por su implicación en la creación del arma más devastadora en la historia de la humanidad: durante los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki murieron alrededor de 200 mil personas y Oppenheimer pasaría sus años venideros haciendo activismo antinuclear.
Sus posturas, que luchaban por una regulación nuclear, así como sus anteriores simpatías políticas de izquierda le valieron un calvario judicial, del que logró salir con apoyo de la comunidad científica de la época y de antiguos aliados y amigos; sin embargo el cargo de conciencia fue algo de lo que Oppenheimer jamás se pudo librar.
De principio a fin la película es conmovedora y pone en tela de juicio la moral de los personajes implicados, a pesar de que Oppenheimer y los científicos implicados en el Proyecto Manhattan fueron impulsados por su temor a que los alemanes se hicieran con un artefacto atómico antes que por motivaciones patrióticas o nacionalistas.
En la cinta, además, podemos observar el desdén de los políticos de alto nivel ante las advertencias de Oppenheimer, e incluso podemos observar cómo en una escena el presidente Harry S. Truman se vanagloria de los acontecimientos de Hiroshima (olvidando Nagasaki), mientras que el Dr. Oppenheimer afirmaba sentirse con “las manos manchadas de sangre”.
La política para los políticos y la ciencia para los científicos es la premisa de esta obra, mientras la clase política se encontraba ocupada en perseguir y derrotar comunistas, los científicos se encontraban entre hacer su labor y ocultar o expresar sus filias y fobias partidistas; además de toparse con la fría realidad: una vez se concluyeran las pruebas nucleares los científicos pasarían detrás del telón y no tendrían de vuelta participación activa ni voz ni voto en la toma de decisiones que marcarían el rumbo y el destino de su nación y del mundo.
El desarrollo de la bomba atómica cambió el mundo para siempre, como ahora la inteligencia artificial (IA) está haciendo lo propio, el propio Christopher Nolan lo expreso: “Hay grandes paralelismos entre Oppenheimer y los científicos preocupados por la IA”.
Durante su juventud Nolan creció durante los años 80 del siglo pasado al igual que cientos de miles de personas con el ‘terror nuclear’, en una entrevista con un medio especializado en tecnología declaró: “Cuando tenía 13 años, mis amigos y yo estábamos seguros de que moriríamos en un holocausto nuclear”.
Un miedo que hace algunos meses se volvió a repensar tras la invasión rusa a Ucrania y la amenaza del régimen de Putin de desplegar artefactos nucleares en contra de la población ucraniana.
No obstante, el tema de la IA ha acaparado aún más la atención de la población y de los medios informativos; en palabras de Nolan, el verdadero peligro está en “…la idea de que puede liberar a las personas de la responsabilidad de sus actos, ya sea militar o socioeconómicamente”.
La falta de regulación de la IA y la compleja relación entre ciencia y gobierno, son un antecedente de lo anteriormente expuesto en Oppenheimer, película que por su enorme belleza visual, composición y trama podría ocupar un lugar especial dentro de lo mejor del cine contemporáneo; además de catapultar a Nolan nuevamente como uno de los grandes directores de nuestra época y como una voz de lucidez ante los riesgos y peligros de la ciencia, la tecnología y su relación con el poder, algo también antes expuesto en su cinta Tenet (2020) y la compleja relación entre tecnología e intereses corporativo-empresariales en El Origen (2010).