Chihuahua, Chih.
«Omertà: Código de honor y silencio que prohíbe a los miembros de una organización criminal revelar información sobre sus actividades delictivas»: Wikipedia
En la más reciente de la reyertas en las que ha participado el líder de los senadores de Morena, Adán Augusto López Hernández, ahora con Ricardo Monreal, la preocupación principal, tanto de ellos, como de la presidenta Claudia Sheinbaum, así como de Gerardo Fernández Noroña, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Senadores, no han sido las acusaciones, tronantes, terminantes, de las corruptelas, -presuntamente cometidas por ambos personajes-, sino el descrédito político.
Destaca entre todas las expresiones emitidas en estos días, claro, por su papel, pero también por la superficialidad, la frivolidad y la intención de esconder toda la basura bajo el tapete, las de la presidenta Sheinbaum.
Todos se equivocan en este episodio.
Los que gobiernan creen que, ocultando o atenuando el impacto mediático de ese conflicto, les va a ayudar políticamente a mediano y a largo plazo.
Se equivocan.
Lo que verdaderamente les ayudaría para mantener su hegemonía, cosa que les preocupa mayormente, sería que la presidenta, como ahora muchos piden, tanto adentro, como afuera de Morena, diera un manotazo en la mesa, y no solo para llamarlos a que no riñeran.
En otras palabras, que escondieran, que no divulgaran las corruptelas -«son cosas normales», dijo la presidenta- «que pasan»; es decir, que mantengan la «omertà».
«Ellos tienen claro qué significa el movimiento de la transformación. Y este malentendido que tuvieron tiene que resolverse, no puede ser un tema de recursos el que lleve a una discusión. Entonces, se va a resolver, hay unidad en el movimiento»: Claudia Sheinbaum.
No les ha exigido que terminen con las corruptelas, no se pronunció por la inmediata investigación de las denunciadas por los dos funcionarios más elevados del Congreso mexicano, no, cállense fue la orden, del mismo modo que los ‘Dones’ italianos le exigían a sus subordinados, guarden silencio.
El verdadero manotazo que podría dar la presidenta, es la inmediata, transparente, eficiente e imparcial investigación de los hechos denunciados por ambos personajes.
El anuncio de que ya se acabaron las diferencias entre ellos no apaciguará el efecto de sus denuncias.
No, porque lo que denunciaron es el robo o el mal uso de millones de pesos del erario federal, que implica una red de corrupción en la que están implicados una buena cantidad de funcionarios de los segundos, terceros y hasta cuartos niveles de la administración pública, tanto del gobierno federal, como de la Cámara de Senadores y de la de Diputados.
Lo que les puede ayudar, de a deveras, es que oreen las corruptelas y den el ejemplo de cómo combatir la corrupción en la función pública.
Ahora que son la fuerza hegemónica, no basta con serlo, con su ejemplo pondrían distancia de su antecesor en la hegemonía política en México, el PRI, lo que ahora no sucede, al contrario.
Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ): 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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