Octavio Paz y yo

Octavio Paz y yo 8 de abril de 2024

Alfredo Espinosa

Chihuahua. Chih.

Todavía recuerdo aquella mañana en la que vi a Octavio Paz, de la mano de Marie Jo, comprando zapatos.

Sucedió en la Calle Madero de la CxMx. Él vestía un traje azul. Era alto y esbelto, de cabello abundante y en su sitio.

Yo recién había salido de la Librería de Bellas Artes y, orgulloso, bajo el brazo llevaba tres libros. Dos eran de Octavio Paz. Nada era más importante que la poesía.

Siempre provinciano, yo ya andaba en el tercer piso, y desde ahí todavía se puede uno dar el lujo de admirar. Atravesé el Eje Central y llegué a Madero. Vi a Octavio Paz y tuve un sobresalto. 
¿A quién vi en ese Octavio Paz? 

Uno de los mejores escritores latinoamericanos de la historia.
Renunció a la Embajada para protestar contra el gobierno de Díaz Ordaz y solidarizarse con los estudiantes del trágico 2 de Octubre 68.
Al intelectual que no sólo lo definía su descomunal cultura, sino por mantener su distancia con el Príncipe y ser implacable con sus críticas al poder.  Contra cualquier poder.

Por eso fundó Plural.
Al pensador que profetizó la caída del muro de Berlín y la Perestroika, la globalización y el triunfo del libre mercado.

Vi a un hombre que defendía la libertad. “No sólo la tuya, sino la ajena”. Lo vi sortear los conflictos del amor con entereza y respeto a esa libertad.

Al ensayista poético y luminoso; al poeta novedoso, de raíces abiertas a la diversidad cultural.

Vi mi ventana al mundo.
A unos pasos de mí.

Marie Jo jaló a Octavio Paz a buscar a otra zapatería.

No se me ocurrió pedirle que me firmara sus libros.

Muchos años han pasado y el hechizo pasó. Su personaje se fue desgastando. Pero sigo sintiendo el mismo respeto por la grandeza de su obra.

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