Chihuahua, Chih.
La amenaza del presidente Donald Trump a México no es más que la moderna modalidad de la ‘Certificación’ que los gobiernos de EU le practicaron a nuestro país entre 1986 y 2002 en el combate a las drogas, la que determinaba si los norteamericanos enviaban ayuda económica al nuestro para esa tarea.
Eran los años de esplendor del ‘Señor de los cielos’, que coincidieron con el hecho de que la red de los radares mexicanos instalados en la frontera norte dejaban convenientes resquicios, en los que las áreas de vigilancia no se “cruzaban”.
Fuera de toda lógica comercial, Trump le impuso a México un plazo perentorio para que ‘mostrara’ evidencias de que efectivamente está haciendo lo necesario para frenar la entrada de drogas a EU, especialmente el fentanilo.
Al cabo de un mes (bueno, ahora solamente 24 días) el gobierno norteamericano, pensamos, hará una evaluación del comportamiento mexicano y resolverá si hicimos bien ‘la tarea’, o no, sin que ninguno de ambos gobernantes hayan informado la manera en que se evaluará.
La amenaza arancelaria es la misma que le lanzó a López Obrador en 2018, con la diferencia de que ahora el argumento no es la migración, por lo que, al no anunciar medidas en ese tema -salvo las deportaciones- se podría entender que Trump consideró ‘aceptable’ el comportamiento mexicano en ella, además de que, según distintas fuentes, la migración ha disminuido.
«Los agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos registraron unos 71.000 cruces ilegales al final del primer mandato de Trump, en diciembre de 2020. Si bien los cruces alcanzaron máximos históricos bajo la presidencia de Joseph Biden en 2023, estos cayeron a alrededor de 47.000 en diciembre de 2024». (Nota de la redacción, The New York Times, 7/2/25).
¿Lo anunciado por Claudia Sheinbaum satisfará los deseos de Trump? ¿Será suficiente con el traslado de 10 mil efectivos de la Guardia Nacional a la frontera norte? ¿Es lo que se necesita para impedir el ingreso de las drogas a EU, procedentes de México?
¿Con ello bastará para refutar el dicho del gobierno norteamericano sobre el nuestro, cuando aseveró que «Las organizaciones mexicanas de narcotraficantes mantienen una alianza intolerable con el gobierno de México. El gobierno de México ha proporcionado refugios seguros para que los cárteles se dediquen a la fabricación y transporte de narcóticos peligrosos…»?.
Tales cuestionamientos tienen sustento a la luz de lo que ha informado el gobierno mexicano, a partir del anuncio del mes de la ‘espera’, sobre los decomisos de drogas efectuados desde esa fecha y, también, por lo que el periódico The New York Times publicó en el reportaje «¿Cuánto pueden lograr 10 mil militares mexicanos en la frontera?», NYT, 7/2/25).
«… no está claro qué harán las tropas mexicanas en la frontera… (pues) La mayor parte del fentanilo pasa por los puntos legales de entrada en Estados Unidos, no entre ellos, y ahí es donde se desplegarán la mayoría de las tropas: en los puntos ilegales de entrada». (Ibídem).
Además, por la toxicidad del fentanilo, es mucho más fácil introducir de contrabando en Estados Unidos en vehículos personales que otras drogas y «las fuerzas de seguridad mexicanas no registran los vehículos en los puertos de entrada a Estados Unidos; eso ocurre en el lado estadounidense de la frontera. En segundo lugar, la mayoría de los contrabandistas de fentanilo no son migrantes ilegales, como afirma Trump, sino ciudadanos estadounidenses que pasan por los pasos fronterizos». (Ibídem).
Y este es un dato de la mayor relevancia pues «En 2023, los ciudadanos estadounidenses fueron responsables del 86% de los casos de tráfico de fentanilo en Estados Unidos, según cifras gubernamentales». (Ibídem).
¿Podrán 10 mil soldados más detener la entrada de fentanilo a EU si, por ejemplo, «En 2018, el puerto de entrada de Laredo, Texas -donde fluye la mayor parte del comercio- cruzaron más de cinco millones de automóviles y 2,3 millones de camiones»?.
Al parecer, de acuerdo con los operativos de los dos días recientes en Juárez, en los que la Guardia Nacional y la Sedena han montado retenes «sorpresivos en zonas aledañas a los puertos fronterizos, como ocurrió ayer en la fila de vehículos del puente Córdova-De las Américas, en El Chamizal, y sobre la avenida Juárez, junto al puente internacional Paso del Norte». (Nota de Hérika Martínez Prado, El Diario/Juárez, 8/2/25).
Pero esta es una película repetida, en la que el abandono del uso de la inteligencia en el combate al tráfico de drogas es una práctica reiterada, además de insistir en la militarización de ella que, como dice Stephanie Brewer, directora para México de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos, «En todo caso, esto es redoblar una guerra fallida contra las drogas… que comenzó hace décadas». (Nota de la redacción, The New York Times, 7/2/25).
Pero ese trabajo debe hacerse en otro sitio, no en los cruces fronterizos pues es conocimiento común que la producción de fentanilo no tiene lugar en la frontera.
Durante años se ha sostenido que la frontera mexicana es la más ‘porosa’, lo que permite la entrada indiscriminada de drogas a EU.
Ahora mismo se repite tal aseveración con motivo de la migración ilegal.
Sin embargo, dos hechos (que, a lo peor, son varios más) ilustran claramente la falsedad de tales asertos.
Uno, es el descubrimiento del túnel entre Juárez y El Paso, abajo de la puerta 28 del muro construido por el gobierno de EU, cuya existencia se podía documentar de por lo menos un año y medio atrás pues se publicitaba ese paso en las redes sociales y,
Segundo, la difusión de un video en el que un grupo de personas, una noche, corrían para colocarse a un lado del muro y esperaban a que la puerta 28 se abriera. Una vez que ocurría eso, corrían hacia EU pues en ese preciso momento una camioneta ‘Sprinter’ se paraba en la avenida a esa altura en el lado norteamericano. Una vez que abordaban el vehículo, una persona se regresaba a México. Una vez que lo hacía, la puerta se cerraba.
Bueno, pues el ingreso a EU por esa puerta también se promovía en las redes sociales. Corre el rumor que el costo por hacerlo por ahí variaba entre 7 y 10 mil dólares.
¿Las corruptelas solo están del lado mexicano?
¿Y el uso de las herramientas digitales? ¿Cómo es que no se dan cuenta de la publicidad de los ‘cruces’, autoridades de uno y otro lado?
Hay mucho de simulación en todo lo anterior.
Como si fuéramos el niño ‘regañado’ por no hacer la tarea, ahora, por doquier, el gobierno mexicano está efectuando decenas de decomisos de drogas y armas -las cifras, y las comparativas, ya las conoceremos semanas más tarde- como para demostrar que ahora sí se hacen las cosas.
Algunos de los informes son hasta patéticos pues llegan a informar del decomiso de «0.0125 kg de heroína». ¡N’ombre, qué bárbaros! Decomisaron 12 gramos de heroína, «0.248 kg de marihuana (¡248 gramos!)… 0.1496 kg de metanfetamina (esto son 150 gramos), 0.0075 kg de heroína, (¡7.5 miligramos de heroína!) … 0.048 kg de marihuana (¡Qué bárbaros, un decomiso de casi 5 gramos de marihuana)… 0.0007 kg de cocaína (¡Híjole, 7 diezmiligramos de cocaína!)… 0.0033 kg de cocaína (Sí, reportaron un decomiso de 3 miligramos de cocaína!)». (Tarjeta informativa, Gabinete de Seguridad del Gobierno de México, 8/2/25).
¿Con esos informes pretenden obtener la ‘certificación’ de Trump?
Menos la lograrán si, además, en lugar de desactivar la verdadera razón de la molestia trumpiana, la de la supuesta alianza con los grupos criminales, la presidenta intenta contestarle al presidente norteamericano con la retórica ‘nacionalista’ y le exige que combatan a los cárteles «en su país», porque «…hay una parte importante que ellos tienen que hacer en su propio país, ¿Cuál es la distribución final en las calles de las ciudades? Entonces, ¿O qué no hay cárteles allá? ¿O delincuencia organizada allá?", abundó». (Nota de Claudia Guerrero y Rolando Herrera/Agencia Reforma, 7/2/25).
Y sí, tiene razón en esos cuestionamientos, el problema radica en que, como circula profusamente en las redes, «allá (en EU) los cárteles no cobran derecho de piso, no ejecutan candidatos, funcionarios electos, no decapitan alcaldes, no desplazan comunidades enteras, no secuestran migrantes, no matan familias enteras, no controlan carreteras, municipios y estados completos, no suplen a las autoridades policiacas ni controlan la distribución de productos básicos».
Además, por si fuera poco, en 2024 la tasa de homicidios, en Estados Unidos, fue 2.04 por cada 100 mil habitantes (por segundo año consecutivo a la baja) mientras que en México fue de 22.78 ¡Veinte veces más alta!
Columna de Plata de la Asociación de Periodistas de Cd. Juárez (APCJ): 2008, 2015, 2017, 2022 y 2023
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