I.- Ya se han vertido algunas críticas sobre el libro “Sopa de Wuhan: pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia”, publicado recientemente. El libro es una antología que reúne a quince pensadores que han escrito artículos sobre la pandemia del coronavirus en distintos medios, entre los meses de febrero y marzo de 2020. El editor del libro, Pablo Amadeo, dio algunos detalles sobre la publicación en un artículo del portal Infobae (“De Žižek a Judith Butler: cómo es el libro gratuito que reúne las reflexiones de los intelectuales sobre la pandemia del coronavirus”, 2 de abril de 2020).
Ya se ha afirmado que el título del libro es desatinado, por el significado negativo que conlleva. En el título del libro, el sustantivo “sopa” se refiere a un triple contenido:
A) En primer término, el sustantivo “sopa” se refiere a los quince autores antologados que han escrito artículos sobre la pandemia. Cualquier antología es una mezcla de textos y de autores. Los quince textos publicados, los quince autores, son los ingredientes de una “sopa intelectual” que se mezclan para formar una antología. En este sentido, “Sopa de Wuhan” es una especie de “sopa instantánea”, cuyos textos fueron escritos con una rapidez inusitada, y cuya publicación en una antología fue más acelerada todavía. Ante lo instantáneo de la escritura y de la publicación de los artículos reunidos en este libro, queda flotando una pregunta: ¿Desde el punto de vista de la filosofía, era necesario escribir y publicar tan rápido, tan aceleradamente, sobre la pandemia que nos atosiga?
B) En segundo término, el sustantivo “sopa” nombra a la “ciudad de Wuhan”, la provincia China en la cual se identifica el origen del Covid-19. ¿Qué se pretende al significar a la “ciudad de Wuhan” como si fuera una “sopa”? Esta forma de referirse a una ciudad trae consigo una definición connotativa con una fuerte carga negativa, que minusvalúa y discrimina.
La “ciudad de México”, ha sido nombrada como la “ciudad de los Palacios”. “París” ha sido referida como la “ciudad del amor”. “Nueva York” ha sido designada como la “ciudad de los rascacielos”. Las maneras de reconocer a la ciudad de México, París o Nueva York, que son ciudades occidentales, embellecen y exaltan a estas urbes. Al reconocer a la ciudad de “Wuhan” como si fuera una “sopa”, se alude una especie de deformidad, una fealdad.
Un primer elemento que se identifica en esta manera de nombrar a la ciudad de “Wuhan”, es la definición que se emite geográficamente (geopolíticamente), desde occidente hacia oriente. En lo general, los autores y los textos incluidos en la antología son occidentales, salvo Byung-Chul Han, quien es nacido en Corea del Sur, pero cuya formación filosófica ha tenido lugar en Alemania, con una fuerte influencia de la filosofía occidental heideggeriana. A su vez, la antología “Sopa de Wuhan” fue formada y publicada por Pablo Amadeo con el acompañamiento de Infobae, desde Argentina, un país occidental.
Tomando en cuenta el origen de los autores y de la publicación del libro, la manera de nombrar a la ciudad China de Wuhan, es un enjuiciamiento despectivo que se emite desde occidente hacia oriente. En este sentido, la elaboración discursiva del título de la antología trae consigo una jugada geopolítica. Desde una perspectiva foucaultiana, los posicionamientos de saber se juegan como posicionamientos de poder. La publicación de un libro es una jugada intelectual y una jugada política a la vez.
C) En tercer término, el sustantivo “sopa” hace alusión a la “sopa de murciélago” que es un alimento popular en la región China de Wuhan. Las costumbres alimentarias en el mundo son diversas. Es común que algunos alimentos exóticos que se consumen en determinados países, no sean consumidos en otros países. Es común que los habitantes de países en los que no se consumen algunos alimentos exóticos, se formen juicios de extrañeza y rechazo hacia quienes consumen este tipo de alimentos.
¿Qué suelen pensar los habitantes de los países en los que no se consumen las vísceras de la vaca y del cerdo, de los habitantes de los países en los que se consumen este tipo de alimentos? En México, consumimos las vísceras de la vaca y del cerdo, y hay quienes piensan que esta forma de alimentarse es extraña y debe ser rechazada.
¿Qué pensamos los mexicanos, u otros occidentales, sobre la costumbre china de alimentarse con sopa de murciélago? Más aún, ¿qué pensamos los mexicanos y los occidentales sobre presunto el origen de una pandemia, a la que se le ha relacionado con la costumbre de consumir sopa de murciélago? A lo largo de estos días, se han empezado a construir juicios sumarios en contra de los ciudadanos chinos, en contra de Wuhan y en contra de la sopa de murciélago. Esta forma de pensar está habitada por prejuicios que resultan discriminatorios, que de ninguna manera son aceptables.
En la portada del libro “Sopa de Wuhan” aparece la imagen de un murciélago que resulta monstruosa. Con la boca cerrada o con la boca abierta, mostrando sus colmillos, la imagen de un murciélago que se repite como en un caleidoscopio, lanza una mirada amenazante, que atosiga.
Desde la portada de la antología, la imagen monstruosa y repetida de un murciélago, es una “sopa amenazante” que toma la forma de un juicio xenofóbico hacia las costumbres y las formas de vida orientales. En el diseño de la portada del libro se hace presente la invención de un “enemigo imaginario”, encarnado en la imagen de un murciélago, es un enemigo xenofobizado. Esta imagen xenofobizada representa a la ciudad de Wuhan, a China y a oriente en su conjunto.
Desconozco si los autores incluidos autorizaron la publicación de sus artículos en esta antología. Desconozco si autorizaron que sus textos fueran incluidos en un libro que lleva un título y un diseño de portada, cuyo contenido es discriminatorio a un grado xenofóbico. Habría que indagar en este sentido.
II.- El otro plano crítico hacia el libro “Sopa de Wuhan”, tiene que ver con el contenido de los artículos publicados, que en lo general dejan mucho que desear. No tiene mucho caso detenerse en esta parte. El pensamiento y la escritura que están presentes en los diferentes artículos de la antología, son apresurados e incluso pretensiosos. Hay un pensamiento y una escritura acelerados, a los que se ha referido ya como una “sopa instantánea”, que carece de contenido nutricional y de sabor para la filosofía
Hay un conjunto de debilidades en los textos publicados. En filosofía, escribir con el cañón de la pistola puesto sobre la sien, bajo la presión generada en coyunturas de emergencia, como la de la actual pandemia, trae consigo la comisión de una serie de errores. En diversos artículos del libro, los autores aplican las teorías como si fueran moldes que se dejan caer sobre lo real.
En lo general, hay una falta de datos empíricos a partir de los cuales se puedan hacer aseveraciones contundentes sobre lo afirmado. Se hacen presentes reflexiones que se emiten en caliente, que no están suficientemente meditadas. A su vez, se identifican comentarios grandilocuentes, que se esfuman al siguiente renglón. Otros de los errores cometidos por los filósofos publicados en el libro que se critica, son comentados por Juan Cristóbal Pérez Paredes en el artículo “Cuando los filósofos se equivocan” (El Diario de Delicias, 5 de marzo de 2020).
En este momento de crisis humanitaria, lo real de la pandemia del coronavirus nos excede, y por mucho, y no lo afirmo en su sentido lacaniano. Lo que nos está pasando, nos deja ver lo que de exceso trae un "acontecimiento", en su manera de desestabilizarnos y desasirnos de nuestros espacios de seguridad y confort.
Si ha de pensarse y de escribirse sobre la actual pandemia, desde la filosofía o desde otra disciplina humana o de las ciencias sociales, tendría que hacerse con calma y a profundidad.
Desde una perspectiva económica, hay una afirmación de Branko Milanovic que resulta señera en el actual contexto de la pandemia: “Estamos completamente a ciegas. Todo lo que decimos hoy puede resultar falso mañana” (revista Letras Libres, 31 de marzo de 2020).
Los aparatos teóricos de los filósofos y los pensadores antologados, son incapaces hasta el momento, de capturar ese exceso de lo real que nos sacude y nos oprime existencialmente. Esto último sucede, quizá porque todavía no termina de pasar esto que nos pasa, quizá porque lo real será siempre un exceso, algo que se nos escapa de las manos y del pensamiento, algo que no podrá ser dominado a cabalidad, incluso por la ciencia misma.
En la actual pandemia, estamos sumidos en una crisis existencial que nos hace caminar los territorios de la angustia, en una coyuntura que nos amenaza con el peligro de una muerte colectiva. Desde la filosofía, el pensamiento del límite de Eugenio Trías, abre senderos para transitar lo que nos está pasando en la crisis actual. Estamos bajo una condición límite, entre la vida y la muerte, entre este mundo y un mundo otro que no sabemos todavía, entre lo asible y lo inasible.
Hay algo del mundo que se escapa de nuestras manos. Nos damos cuenta que los seres humanos jamás hemos tenido al mundo entre las manos, apretado en un puño. El mundo no cabe en el puño del hombre.
No podemos sujetar a la historia, ni al mundo, como si lo sujetáramos a placer con nuestras manos. Hay una inasibilidad de la historia y del mundo, que surge en los momentos de crisis como el que vivimos actualmente.
En este momento, la historia antropocéntrica del hombre occidental pierde su centro, se descentra. Y un virus microscópico, al que el hombre le ha declarado la guerra, nos somete, nos hace refugiarnos en nuestras casas y pone en jaque a la economía y a la vida entera.
Eugenio Trías se refiere a esto como un vértigo:
“Vértigo, visión del abismo sin fondo, sensación de perder pie, resquebrajamiento de todo lo que es firme, el suelo que piso, la tierra en donde me cobijo, pérdida de toda certidumbre en donde alojar algún convencimiento, pérdida de todo aquello en donde puedo reposar mis angustias, mis interrogaciones sin respuesta: he aquí el suelo, la tierra, el espacio paradójico en donde precaria y desasosegadamente se instala una ocupación inhóspita, la filosofía” (“Filosofía del futuro”, 1983).
Es momento de pensar y escribir desde el “vértigo”, evitando la caída…