Chihuahua, Chih.
Este año 2020 ha sido un año de retos, complicaciones y dificultades enormes; y este próximo 2021, no pinta ser más fácil.
Lo curioso del año presente, es que tuvimos de todo un poco: amenazas bélicas con Irán, comicios electorales en distintivas partes del mundo, especialmente en los Estados Unidos, dónde el mandatario estadounidense Donald Trump perdió frente a su rival demócrata Joseph Biden, frenando de golpe “la obsesión trumpista”, en palabras del periodista José Cárdenas (El Universal/ Radio Fórmula).
Además tendría lugar en este mismo año, una pandemia global que paralizaría y continuaría estancando las economías y las cadenas de producción y de suministro a nivel global, además de cegar las vidas de más de un millón de personas en todo el mundo, cambiando para siempre el curso de la historia.
Otro cambio circunstancial, al menos en materia de libertad y derechos humanos, fue la concientización acerca de problemáticas que no deberían de ser tan comunes o sistemáticas, como lo son el racismo, la discriminación étnica o social y la brutalidad policiaca, así como la desigualdad social exacerbada por la pandemia, entre otros fenómenos sociales distintos.
“!Vaya 2020!”, se podría preguntar cualquiera, ante un año que a simple vista pareciera tan caótico y en el peor de los casos: apocalíptico.
Sin embargo, para nuestra suerte seguimos aquí, luchando y sobreviviendo otro año más, en medio de la peor crisis sanitaria en poco más de un siglo.
Considero, al igual que muchos, que de haber tenido el conocimiento de que el año pasado (2019), sería el último año en el que podría salir sin la menor preocupación de infectar o contagiar a los demás, así como de abrazar, saludar, o inclusive despedirme de personas que considero o consideraba importantes en mi vida, lo hubiera hecho sin duda alguna.
Dicen que el hubiera no existe, que tan solo el presente es importante, el cual es nuestro aquí y nuestro ahora. Pero no podemos evitar detenernos y repasar el pasado, así como también aprender de sus lecciones o de nuestras propias consecuencias desencadenadas por decisiones tomadas anteriormente, ya sean acertadas o erróneas.
En estos tiempos tan extraños que corren, hemos escuchado, leído o visto inclusive como la pandemia se ha arraigado tan profundamente en nuestras vidas, que nos resulta casi imposible minimizarla o ignorarla.
Para nuestra desgracia la pandemia llegó para quedarse, sin embargo un pequeño rayo de luz ha hecho aparición tras la llegada de la nueva vacuna (BNT162B2) creada por expertos bioquímicos de Pfizer y de su socio alemán BioNTech, la cual tiene una tasa de efectividad que supera al 90 por ciento.
Mientras tanto, están en camino otras vacunas como la desarrollada por Rusia (Sputnik V) y la desarrollada por la farmacéutica AztraZeneca en alianza con la prestigiosa Universidad de Oxford (la cual contaba con una tasa de efectividad del 70 por ciento, reportada el pasado 23 de noviembre), así como también la nueva vacuna recién aprobada de la farmacéutica Moderna en los Estados Unidos.
Mientras tanto, en nuestro vecino país, esta misma semana comenzaron las primeras campañas de vacunación masiva, encaminadas primordialmente para el personal médico que se encuentra luchando contra este mal desde la primera línea, como si se tratara de un frente de batalla, mientras tanto la nación estadounidense ha perdido más de 300 mil vidas, lo que corresponde a la desgracia más grande y con mayor cantidad de víctimas fatales en la historia de la vecina Unión Americana.
La campaña de vacunación más grande en la historia de la humanidad apenas se encuentra dando sus primeros pasos, y las cifras indican que el próximo año continuarán los repuntes de contagios y fallecimientos, mientras tanto la humanidad continúa luchando desesperadamente contra un virus microscópico y letal.
El mundo tiene una nueva carta que apostar, con la nueva generación de antígenos sintetizados.
Si, la campaña de vacunación en los Estados Unidos fue comparada con la operación de aquel fatídico “Día D”, como se le conoce a aquel fatídico desembarco en las playas de Normandía durante los días finales de la Segunda Guerra Mundial, por su complejidad y lucha a contrarreloj, nada nos podría hacer pensar que la campaña de vacunación será tarea sencilla en México como en cualquier otro país.
La cuenta regresiva para un regreso gradual a la normalidad ha comenzado, pero desde luego nada será como antes.
Mientras tanto debemos cuidar de nosotros, así como también de nuestras personas más cercanas, seres queridos y demás desconocidos.
Esta lucha bacteriológica no se ganará por medio de las las armas o por medio las ideologías, sino por la cooperación, la solidaridad, la integración, la coordinación, el desarrollo y la investigación científica, entre otros distintos factores.
Por lo tanto, para poder ganar esta contienda, debemos seguir las recomendaciones más básicas que nos hacen llegar las autoridades y los distintos medios de comunicación: guardar la sana distancia, hacer uso frecuente de mascarillas, guantes y caretas, así como también proveernos de gel anti bacterial, entre otros productos indispensables para sobrellevar esta crisis sanitaria; así como también evitar las reuniones sociales, evitar saludar de mano o de beso y evitar los recintos donde haya grandes conglomeraciones, entre otras recomendaciones.
Antes de que se acabe 2020, considero que debemos continuar practicando estas medidas de aislamiento y confinamiento, así como también procurar de nuestros seres queridos.
En esta nueva covidianidad, quizá no nos podamos abrazar de vuelta como lo solíamos hacer meses atrás, pero muy pronto lo haremos.
Mientras tanto tenemos a nuestro alcance y disposición: una llamada telefónica o videollamada, un abrazo, un saludo o un beso virtual, los cuales se han convertido en la nueva unidad de medida afectiva, pero no son mucho menos significativos que los que solíamos dar.
Nos volveremos a abrazar muy pronto, de eso estoy seguro.
Twitter: Ethantejon123