"Creo que muchas mujeres se resisten al FEMINISMO porque es una agonía ser totalmente consciente de la brutal misoginia que perpetran la cultura, la sociedad y las relaciones."
Andrea Dworkin
Hablar de feminismo es entender que se trata de una teoría científica y la perspectiva de género es una categoría de análisis filosófico que atraviesa todas las áreas de las ciencias sociales. Toda su producción teórica nos ha servido para entender la vida y posicionarnos en el mundo rebatiendo, creando y sobre todo, atravesadas por todos sus supuestos, tratados, discusiones, planteamientos y conceptos, ir creando nueva teoría. A partir de ese discernimiento de la realidad, nace un movimiento de índole mundial que se adapta a las condiciones de cada contexto en el cual se desarrolla teniendo como base fundamental explicar la forma en que nos relacionamos hombres y mujeres arroja un trato diferenciado a las mujeres colocándonos en un posición de desventaja.
El éxito de dicho movimiento –el feminista- es porque todas nos reconocemos en las múltiples violencias que nos acuden de acuerdo a nuestro grado de vulnerabilidad. Ciertamente no todas somos iguales pero este análisis nos toca a todas porque en esta sociedad patriarcal, las mujeres que cuentan con ciertos privilegios pueden usarlos únicamente para mantenerse a salvo de ciertas violencias específicas. Por ejemplo, si tuvimos la oportunidad de ir a la universidad y tener un empleo bien remunerado entonces es posible tener un vehículo y así no estamos propensas al acoso callejero, violación en la calle o las agresiones sexuales como toqueteos no solicitados en el transporte público; esto es para unas pocas privilegiadas, la gran mayoría únicamente le resta sobreponerse o defenderse.
Como respuesta al cuestionamiento de dicho sistema de privilegios tenemos desde el recrudecimiento de la violencia feminicida y las agresiones sexuales hasta la creación de términos que utilizando el poder transformador del lenguaje han logrado posicionar conceptos como “FEMINAZI” para tratar de desacreditar a las que nos avocamos a una lucha justa que tiene por objetivo la búsqueda de la libertad y la reivindicación de los derechos de las mujeres. Este dicho fue acuñado por Rush Limbaugh conocido antiabortista del Partido Republicano gringo en su libro The Way Things Ought to Be (Cómo deben ser cosas) en donde comparaba a las feministas que defendemos el derecho a interrumpir un embarazo con los nazis en lo que él definía como un “holocausto moderno”.
Siendo un concepto devenido de la mera impresión personal de alguien respaldado por prejuicios y careciendo de rigor científico, la palabra no cuenta con validez alguna a pesar de que ha encontrado auge en las redes sociales. Es tan fatua como “hembrismo” y la supuesta “ideología de género” que no tienen sustento académico ni vivencial alguno que sirvan para legitimarse. Y además es una falacia argumentativa porque cuando se habla desde la ignorancia se cometen errores garrafales como el del mismo Limbaugh al hacer su analogía omitiendo (probablemente de modo deliberado) que durante el nazismo las feministas Helene Stöcker, Clara Zetkin y Trude Weiss-Rosmarin tuvieron que huir de Alemania una vez impuesto el gobierno del tercer Reich porque muchas otras que abrazaban el feminismo como ideología y praxis política de construcción colectiva de lucha fueron asesinadas en campos de concentración, clínicas de planificación familiar fueron cerradas e incendiadas y el aborto fue declarado crimen de estado como obra del nazismo dejando una herencia adoptada por los regímenes comunistas europeos posteriores a la segunda guerra.
Esa necedad de pretender descalificar la lucha social más acreditada de los últimos tiempos por sus conquistas y permanencia se ha trasladado al Congreso local en voz de la diputada Liliana Ibarra Rivera que en medio de los trabajos de la mesa técnica de la familia que preside la comisión de familia, asuntos religiosos y valores en la cual se dirimía el tema del aborto, llamó “feminazis” a compañeras feministas del Movimiento de Mujeres de Chihuahua.
Esta fue la segunda reunión en la que convenientemente a pesar de asumirse de “carácter ciudadano y abierta” organizaciones feministas no fueron convocadas y peor aún, no se les informó los requerimientos básicos necesarios de participación como el presentar por escrito propuestas para ser tomadas en cuenta posteriormente para hacer propuestas legislativas. Por el contrario a los más representativos integrantes de organizaciones como el Frente Nacional de la Familia y afines se les dio trato preferencial en tiempo y pudieron agotar sus participaciones sin interrupciones. (Para dar fe de lo que aseguro puede consultar el video integro de la sesión directamente en el perfil de Facebook del Instituto Chihuahuense de las Mujeres). La asesora principal de dicha mesa recae en la figura de la señora Marcela Palos que es ampliamente conocida por entre otras cosas, citar en sus conferencias y charlas a Giovanni Cavalcoli, clérigo italiano que afirma que los terremotos son castigo divino por la aprobación de “uniones homosexuales”, entrecomillado porque si evitamos el termino discriminatorio sería Matrimonio Igualitario.
Este es el nivel de la asesora de la diputada Liliana Ibarra, en estos prejuicios que siguen prevaleciendo y que son sustento de iniciativas que posteriormente se convierten en ley y que nos han llevado años desmontar es que se basan los esfuerzos de la bancada panista por cancelar los logros de las luchas sociales que se traducen en derechos a favor de las mujeres.
Resulta irónico que la señora Ibarra (omito llamarla diputada porque no me representa) llame “feminazis” a quien a brazo partido han luchado por la libertad de la hoy ella goza y especialmente me refiero a la que le permite ser diputada y recibir un salario acorde a sus funciones (excesivo debo decir). La misoginia, el elitismo, el machismo y la homofobia son posicionamientos políticos, no son una opinión, son discurso de odio. Opiniones en su carácter de legisladora y por contar con representación popular deben limitarse cuando se encuentra en el ejercicio de sus funciones.
A esas que llamó feminazis han luchado por décadas por la paridad electoral y consiguieron lo necesario no solo para conseguir las cuotas, también para que los partidos políticos se quedaran sin rescoldos para evadirlas. Yo misma me sumé a esa lucha entonces, por eso y por mi derecho de réplica me permito increparla y por eso le pregunto:
Si somos feminazis:
¿Dónde están nuestras cámaras de gas? ¿Dónde están a quienes hemos obligado a trabajos forzados? ¿A quién encerramos en campos de concentración?
La diputada Ibarra ya mostró ser ignorante pero ¡vamos! que no le sume ser irrespetuosa e insensible.
Señora Liliana Ibarra: tenga respeto por un pueblo entero que murió.
marielacastroflores.blogspot.mx
@MarieLouSalomé