Chihuahua, Chih.
"Así como los hombres se entronizaron en el poder, las mujeres también lo vamos a hacer pero poco a poco”: Margarita García Flores (1922-2009).
El día de ayer se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Se realizaron eventos alusivos, destacadamente la marcha del #8M la cual, según consignaron los medios, tuvo una notable convocatoria.
Esto nos deja ver que, entrada la segunda década del siglo XXI, ha habido avances notables con respecto al pasado reciente y remoto; empero, considero que aún faltan acciones por hacer, en aras de lograr la igualdad sustantiva, y, además, para que podamos vivir una vida libre de violencia para todas y todos.
Por ello, a través del presente escrito, intentaré dar justo reconocimiento a aquellas mujeres quienes, por espacio de los últimos siglos, han contribuido para arribar al puerto actual, donde se cuestionan los roles milenarios y se está gestando una interesantísima y relevante batalla cultural (Agustín Laje, dixit) para cambiar el estado actual de las cosas.
Durante muchísimos años -siglos, probablemente- el patriarcado fue una realidad insoslayable, al grado de que connotados filósofos, intelectuales y hasta religiosos lo defendían sin chistar. Destaca la famosa frase de San Pablo, donde deslizaba que “así como el hombre era fiel a la Iglesia Católica, la mujer debía ser fiel al hombre”; mientras otros milenarios pensadores como Confucio, Platón y un cúmulo de contemporáneos suyos ¡expresaban ideas equivalentes o más duras aún que las de San Pablo! ¡Terrible!
Esta realidad pervivió hasta bien entrada la modernidad, una vez que el oscurantismo del medievo había sido superado.
A pesar de que Sor Juana Inés de la Cruz fue una relevante precursora, que se enfrentó a la retórica y al machismo colonial, el efecto Matilda ha sido una triste realidad que ha pervivido y ha sido poco a poco visualizada -intentando ser superada-.
Ejemplos de esto involucran hasta las vacas sagradas de la ciencia y las humanidades, pues se dice que personajes tan célebres como Voltaire y Albert Einstein se escudaron grandemente en la sapiencia de sus mujeres para llevar a cabo sus obras, pero ¡fueron ellos quienes se llevaron el grueso de los créditos! ¡Marie Curie parece ser excepcional, en un mundo domeñado por un intransitable club de Toby!
Poco a poco se han ido vislumbrando los avances. Si en el siglo XIX, el feminismo de la primera ola luchó por el derecho al voto (que tardó otro tanto para ser avalado en nuestras naciones, destacadamente en México) y la segunda ola del siglo XX, por la equidad de género; ahora, además de la igualdad, se pone el énfasis en los derechos sexuales. Esto ha ido abriendo la brecha y horadando el techo de cristal que por años permaneció imbatible.
En política los avances han sido lentos, pero sostenidos. Es cierto que Catalina la Grande o la Reina Victoria fueron poderosas monarcas. Pero fueron la excepción a la regla en un tiempo en el cual la dominación masculina parecía ser imbatible. A pesar de ello, se les puede considerar pioneras, pues fueron de las primeras mujeres en encabezar poderosas maquinarias imperiales (así fuesen absolutas).
Sin embargo, será en el siglo XX cuando se verán los mayores avances.
Países de América Latina, como Argentina y Bolivia estarían a la vanguardia, cuando en otros sitios apenas se discutía la relevancia de llevar a cabo acciones afirmativas e incluyentes.
Si, décadas más tarde, Cristina Fernández, Dilma Rousseff, Violeta Chamorro o Mireya Moscoso pudieron tener un relevante liderazgo; fue porque ya habían tenido antecedentes en otros sitios del subcontinente.
Como botón de muestra se tiene a Eva Perón y a Isabel Martínez (Isabelita).
Tan sólo Eva Duarte (llamada “la Madona de los descamisados” por Enrique Krauze) tenía un liderazgo tal que se decía, podía haber sido la Presidenta de Argentina; su bemol, se aducía, fue que, durante aquel tiempo (décadas de 1940 y 1950) los liderazgos femeninos en política eran escasos y el machismo en esas cuestiones seguía muy arraigado.
En cambio, Isabelita sí logró llegar a la Presidencia de Argentina en 1973, cuando, tras ser compañera de fórmula del Gral. Perón, se tornó en la ocupante de la Casa Rosada cuando su esposo pasó a mejor vida.
Aunque -a diferencia de Eva Duarte- su liderazgo es discutido por la historiografía contemporánea, tuvo el mérito de sobreponerse a un ambiente hostil, donde el grueso de los poderes ejecutivos del mundo eran ocupados por hombres. En el mismo tenor, Lidia Gueiler en Bolivia (1980) se opuso a las asonadas del ejército boliviano, y logró una transición relativamente pacífica ¡hasta que fue saboteada por las propias Fuerzas Armadas!
De manera semejante, podemos decir que la finada ex Primera Ministra británica, Margaret Thatcher, tuvo un relevante liderazgo durante su gestión (1979-1990).
En un tiempo en el cual el G7 resaltaba por su masculinidad, ella compartió el liderazgo de la hegemonía occidental junto a su par estadounidense Ronald Reagan. Se jactó de adscribirse a las directrices del neoliberalismo (planteadas por Milton Friedman y sus pupilos) y de llevar al decadente Reino Unido a la modernidad.
Sin embargo, hizo eso a costa de empobrecer a la clase obrera y dejar a los legendarios mineros del carbón en la calle. Tuvo el mérito de ser brillante y de trazar una agenda mundial, además de romper el techo de cristal en una época compleja. Pero su agenda en pos de una mayor igualdad sustantiva fue exigua, mientras el grueso de sus colaboradores más relevantes eran del género masculino.
Finalmente, en este siglo XXI, las acciones tendientes a lograr una mayor igualdad, parecen estar surtiendo efecto. Cada vez hay más países gobernados por mujeres (pienso en el Reino Unido de Theresa May; o la Alemania de Ángela Merkel), mientras en México, se van rompiendo lentamente las barreras.
Tan sólo en el estado de Chihuahua ¡los tres poderes poseen a una fémina como representantes de los mismos (Maru Campos, Gobierno del Estado; Georgina Bujanda, Congreso del Estado; Myriam Hernández, Tribunal Superior de Justicia); mientras, a nivel nacional, el Presidente López Obrador ha conformado un gabinete paritario desde el inicio de su administración.
Aunado a ello, cada vez hay más gobernadoras y alcaldesas en las distintas demarcaciones de la nación.
En suma, creo que se ha dado un empoderamiento creciente, sobre todo en los últimos tiempos. Sin embargo, aún queda mucho por avanzar, como por ejemplo remontar viejas actitudes y terminar de cambiar el chip de las nuevas generaciones para que logramos conformar una sociedad más equitativa y justa. La violencia -de diversos signos- sigue siendo una dolorosa asignatura pendiente que clama por mucha mayor atención. Espero que los gobiernos de todos los órdenes (desde el municipal hasta el federal), puedan coordinarse para combatir ese flagelo y eventualmente erradicarlo.
Considero que hay pendientes en la agenda. Pero hemos avanzado bastante con respecto a una década atrás. Tan sólo es mi apreciación al respecto.