Chihuahua, Chih.
I.- Después de tres elecciones en las que participó Andrés Manuel López Obrador como candidato de la izquierda a la presidencia (2006, 2012 y 2018), la estrategia política de la guerra rindió frutos para la izquierda. El triunfo de AMLO en 2018 se construyó discursiva y fácticamente a partir de una lógica de guerra. La premisa del amigo-enemigo, del aliado-adversario, se ha trasladado desde las elecciones del 2018 hasta las formas de hacer política en el actual sexenio.
Foucault invierte la sentencia de Clausewitz al afirmar que la política es la continuación de la guerra por otros medios. Cuando las acciones de la guerra se trasladan a la política, cada coyuntura, sea electoral o no, es transformada en una batalla que le sigue a la anterior.
En el ejercicio del poder, la estrategia de López Obrador se inscribe en una lógica de confrontaciones continuadas, que transitan entre lo electoral y lo gubernamental. En las conferencias mañaneras, la voz del presidente discurre entre el propagandismo de guerra que tiene una lógica electoral y la mesura política que tiene una lógica gubernamental.
El proceso electoral del 2018, que fue construido a partir de estrategias políticas de guerra, no ha concluido todavía.
Las batallas del 2018, que fueron las del 2021 y que serán las del 2024, se reanudan continuamente. La consulta para llevar a juicio a los expresidentes por los actos de corrupción cometidos, se inscribe en esta lógica de guerra continuada.
Desde luego que la obstinación del lopezobradorismo en la reanudación de las batallas en contra de los enemigos ideológicos y políticos (el PRIAN) tiene una base ética en la lucha contra la corrupción, pero tiene también una base pragmática.
Respecto a la consulta del 1 de agosto, cabe una pregunta que resulta difícil de responder: ¿En la consulta para juzgar a los expresidentes, tienen mayor valor las razones éticas en la lucha contra la corrupción o los contenidos pragmáticos cuya finalidad es darle continuidad a una estrategia de guerra que le ha permitido al lopezobradorismo seguir derrotando a los enemigos?
Uno de los éxitos del lopezobradorismo en su estrategia de guerra política permanente, consistente en entremezclar los medios y los fines éticos con los medios y los fines pragmáticos en las luchas por el poder. En la consulta del próximo domingo, lo ético y lo pragmático están entremezclados de tal forma que son indistinguibles. Cualquiera que sea el resultado de esta consulta, garantiza una victoria para López Obrador y una derrota para la oposición.
II.- En la teoría política moderna se reconoce al entendimiento, el diálogo y el consenso, como los mecanismos de mayor peso para gobernar una población. Entre los teóricos de la izquierda hay posturas que privilegian al entendimiento racional, el diálogo, y el consenso como formas de hacer política.
Por ejemplo, la teoría de la acción comunicativa de Jürgen Habermas y Karl-Otto Apel, asume la necesidad de una deliberación permanente en el tratamiento de los problemas políticos. Las bases de esta deliberación son la racionalidad, el diálogo y el consenso.
Es obvio que la política de guerra del actual gobierno va a contracorriente de estos principios.
Al analizar el conflicto del agua en Chihuahua se identifican una serie de indicios en lo que se hacen presentes:
una ausencia de entendimiento entre las partes en las maneras de racionalizar el problema, respecto a sus contenidos jurídicos, políticos y sociales;
una falta de diálogo que se agudizó hasta llegar a la violencia y;
la carencia de un consenso que permitiera acuerdos consistentes en la resolución del conflicto. En las confrontaciones por el agua de las presas en Chihuahua, se identifican múltiples indicios de irracionalidad, cerrazón, vacío dialógico y violencia que se traslada de lo discursivo a los hechos.
Lo que late en el fondo del conflicto por el agua de las presas en Chihuahua, es la extensión de la política de guerra del lópezobradorismo que ha ocupado múltiples territorios regionales.
Falta hacer un inventario y un análisis detenido de la política de guerra de AMLO a lo largo y ancho del país. Hasta hoy, el conflicto por el agua de las presas en Chihuahua no ha tenido una salida en base al diálogo, el entendimiento y el consenso, lo cual indica que muy posiblemente no la tendrá.
En este marco se inscribe la detención reciente del líder del movimiento del agua en Chihuahua, Andrés Valles. La detención y vinculación a proceso de Valles, forma parte de una estrategia que incentiva y da continuidad a la guerra política del lópezobradorismo en Chihuahua.
Queda claro que el contexto de 2021 no es el mismo que el de 2020.
Morena perdió las elecciones ante el PAN por la gubernatura de Chihuahua.
El sentido común puede llevar a sostener la tesis de que la detención de Andrés Valles tiene el tono de un revanchismo o venganza política. Pero después de la derrota electoral de Morena en el estado, esta detención es mucho más que un revanchismo o venganza política.
Más bien, la detención de Andrés Valles es un movimiento que juega con los reacomodos del poder local, es una sacudida a las piezas del tablero del poder que redistribuye las fuerzas políticas en el escenario estatal y nacional.
Esto último queda claro con el titular de 8 columnas de “El Diario de Chihuahua” del martes 27 de julio: “Apoyo a Andrés Valles divide a productores”.
Una de las grandes ausencias en la movilización para apoyar la causa de Andrés Valles, es la figura de María Eugenia Campos y del PAN que se montaron en el movimiento del agua para usarlo políticamente durante la campaña electoral.
Tal parece que en adelante, la gobernadora electa y el PAN ya no tendrán la misma postura que tuvieron hace meses en torno al conflicto del agua.
La congruencia política suele cambiar con una rapidez inusitada, lo mismo entre los morenistas que entre los panistas. El estilo de gobernar que ha mostrado María Eugenia Campos durante su carrera política es el entendimiento, el diálogo y la conciliación.
Muy posiblemente, ese sea el tenor en los primeros meses de su gobierno, cuando la encrucijada financiera de la deuda estatal ponga en jaque a su gestión.
¿Respecto al conflicto del agua -y otros conflictos-, hasta dónde está dispuesta María Eugenia Campos a cerrar los ojos y guardar silencio para evitar la confrontación con el gobierno de López Obrador?
Bajo esta coyuntura, el lópezobradorismo reanuda la guerra de la política local.
De forma agresiva mueve una pieza para sacudir y provocar, para extender una lógica confrontacional que resulta complicada de entender en las formas de hacer política.