Mis recuerdos…

A 50 años

Mis recuerdos… 5 de octubre de 2018

Juan Chávez de la Rocha

Chihuahua, Chih.

Escribo con el recuerdo que dejó en mí el movimiento que se sucedió antes, durante y después de 1968.

El ’68, dicen, es un parteaguas en la historia de nuestro país, yo diría es un punto importante de referencia que modificó en mucho nuestras vidas personales y la vida social y política del país que, sin embargo, no inició el 26 de julio ni terminó con la masacre del 2 de octubre de ese año.

Hace 50 años el movimiento estudiantil llegó a Chihuahua como una bocanada de aire fresco al movimiento que desde años antes se venía gestando tanto en el ámbito estudiantil como en otros sectores de la sociedad chihuahuense.

Movilizaciones campesinas, el ataque al cuartel de ciudad Madera en 1965, la gestación del movimiento urbano popular, el movimiento estudiantil por el reconocimiento de la Escuela de Agronomía a la UACH, las huelgas obreras aisladas, la guerrilla que dirigió Oscar González Eguiarte, la muerte de Carlos David Armendáriz Ponce calaron hondo en el ambiente estudiantil y encontraron campo fértil en el movimiento estudiantil de 1968.

De igual forma, la profundidad y el desenlace del movimiento estudiantil del 68 tuvieron grandes repercusiones en las luchas posteriores, tanto en Chihuahua como en todo el país.

Los recuerdos de hace cincuenta años los mantengo frescos.

Del Profesor Antonio Becerra escuché por vez primera de filosofía y con ello de dialéctica, materialismo histórico, lucha de clases, proletariado, socialismo, comunismo, en consecuencia, a los 16/17 años de edad ingresé a la Juventud Comunista de México en el “Club Carlos Marx” que hacía vida clandestina en la Preparatoria de la UACH.

Integrábamos el Club Carlos Marx, Adán Sigala, Carlos David Armendáriz Ponce, José Luis Pallares, Gabriel Borunda, Víctor, Hilda y Leila Sánchez Soto , entre otros camaradas.

Al triunfar en 1967 el movimiento de los estudiantes de la Escuela de Agronomía y al concluir la huelga en la “Prepa” formamos, en contraposición a la “Sociedad de Alumnos del Círculo Fraternal del Instituto”, el Frente Revolucionario Estudiantil Preparatoriano. Nos llamaron los FREPOS.

Con Adán Sigala, Carlos David Armendáriz Ponce, Carmen Monares, Cecilia Rascón, Ramona Gómez, Jerónimo Mendoza, Adalberto Rangel, Marco Rascón, el Búho, José Luis Pallares, Héctor Delgado, Fito Caballero, Froilán Rascón, Gabriel Borunda, Homero Espinoza, Antonio Noyola, Víctor, Leilia e Hilda Sánchez Soto, Remigio Córdova y decenas de preparatorianos se inició en la preparatoria de la UACH un movimiento de rebeldía que se mantendría hasta 1992- 93

Se inició entonces un movimiento cultural y político sin precedentes, hicimos teatro, escuchamos y escribimos poesía, en periódicos murales hablaron nuestras ideas, editamos el periódico “Nuestra Verdad”, se organizaron conferencias y debates de prácticamente todos los temas en boga, cultivamos la oratoria, se templaron guitarras y entonaron canciones de protesta, difundimos la cultura folclórica y nos hicimos latinoamericanos, leímos y discutimos con pasión a los pensadores libertarios y entendimos en Marx que el “problema de la filosofía no era únicamente comprender el mundo, sino transformarlo”.

Exigimos también la libertad de los presos políticos, coreamos los nombres de Demetrio Vallejo y Valentín Campa, nos solidarizamos con los obreros y campesinos.

Nos informábamos del acontecer mundial, supimos que los pueblos africanos luchaban por su independencia, que en Argelia había triunfado una revolución, que la República Popular de Corea derrotó a los yanquis en una guerra que duró tres años, que en Vietnam Ho Chi Min derrotó a los franceses y puesto a derrotar la invasión del imperialismo yanqui en su territorio, que a noventa millas del imperialismos Fidel Castro propinó la primer derrota a los gringos en América Latina, conocimos que en Guatemala y en Colombia, en Nicaragua y en el Salvador, en Brasil, Bolivia y Venezuela se levantaban movimientos guerrilleros por la liberación nacional.

Nos solidarizamos con el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, vitoreamos a Martin Luther King “…..Entonces… entonces “…tuvimos un sueño”.

El Ché nos hizo guevaristas y decidimos mantener un espíritu rebelde en contra de toda injusticia, nos propusimos construir una sociedad con hombres y mujeres nuevos, libres, en igualdad de derechos, con respeto del uno para el otro, solidarios, honrados, humildes, honestos y congruentes, con amor a la humanidad y a la naturaleza.

Llegó el 68 … y nuestra generación de inmediato asumió, en forma natural, que era nuestro movimiento, que formamos parte de un todo nacional.

Los estudiantes de la UACH nos fuimos a la huelga definitiva, formamos brigadas de información a la población, nos especializamos en hacer mítines relámpagos en mercados, paradas de camiones, distribuimos miles de volantes impresos en el mimeógrafo de los Nachos de la Escuela de Derecho, los estudiantes universitarios, normalistas y del tecnológico juntamos esfuerzos y esperanzas y marchamos unidos en manifestaciones nunca vistas en Chihuahua.

La población nos dio su apoyo y depositaba sus monedas en los botes que se llenaban por docenas y servían para la compra de papel, tinta, mantas, pinturas…

Armando Gaytán de la Escuela de Ganadería y Roberto Sepúlveda fueron representantes de Chihuahua ante el Consejo Nacional de Huelga.

En Francia y en Japón, en Checoslovaquia y Brasil, en la Ciudad de México y también en Chihuahua los jóvenes estudiantes nos volvimos contestatarios y rebeldes, antiimperialistas y pacifistas, dejamos las aulas para tomar las calles, nos acercamos a los obreros, campesinos y colonos, aprendimos de ellos.

Ante un gobierno corrupto y autoritario reclamamos justicia e igualdad, libertad, tolerancia y amor.

Todo lo cuestionamos: la religión y a Dios, al gobierno y a la iniciativa privada, a la sociedad de consumo, la forma de vestir, la música; hicimos nuestras las consignas francesas de: “seamos realistas, hagamos lo imposible” “hagamos el amor, no la guerra” “amor y paz” fueron nuestra divisas.

La píldora anticonceptiva nuestra gran aliada, la minifalda se convirtió en estética, sólo queríamos “libertades democráticas”.

El gobierno del PRI y Díaz Ordaz contestaron con metralla. Cientos vidas de jóvenes segadas en una noche: la noche de Tlatelolco.

El 2 de octubre lloré toda la noche, nos mataron a muchos. Cuando cesó el último disparo y terminó mi última gota de llanto ya era un hombre dispuesto a luchar para no perder la sonrisa, para conservar la alegría, para mantener viva la vida, para salvar la paz.

La noche de Tlatelolco se extendió a la clandestinidad, a la guerra de guerrillas, vinieron sin piedad la cárcel, exilio, torturas, exterminio. Cientos de mis compañeros desaparecidos, miles de muertos. Sobrevivimos desde la resistencia a la guerra sucia.

La cárcel se convirtió en universidad, el exilio fortaleció nuestros corazones, vencimos el tedio y las tristezas, renació la utopía.

Volvimos en los 80 con los movimientos sociales de las grandes coordinadoras de masas: CNTE, CENPA, CONAMUP, la Tendencia Democrática de los Electricistas, con EUREKA en la lucha por encontrar a nuestros compañeros desaparecidos, en las academias y ONG.

Las libertades democráticas reclamadas en el 68 las conquistamos a contra pelo del sistema.

Cincuenta años después celebro el 68 con la misma pasión de los dieciocho años. Orgulloso de haber formado parte activa de una generación que supo estar a la altura del momento histórico de México de hace 50 años.

Con nuestra rebeldía rompimos reglas impuestas de una moral anquilosada de un remoto pasado, fuimos libertarios y con ello abrimos un mundo de utopías, cumplidas, unas otras aún en lontananza.

2 octubre de 2018