Chihuahua, Chih.
Púrpura es el color de la lucha feminista a nivel mundial y México es un país más en el cuál para desgracia de muchas mujeres, sus sueños han sido arrebatados al igual que sus esperanzas de poder lograr vivir algún día en un país donde no las asalten, roben, asesinen o agredan físicamente, sexualmente o económicamente por el mero hecho de pertenecer al género femenino.
A diario podemos leer, escuchar u observar en la prensa o en las redes sociales distintos y muy variados casos de agresión y violencia feminicida en cualquier rincón de nuestra extensa nación, sin alcanzar a vislumbrar algún ápice de qué tal escalada pudiera llegar a concluir algún día lejano.
A lo cuál me pregunto, al igual que muchos:¿Cuántas mujeres más tendrán que seguir siendo agredidas, violentadas o asesinadas para que los gobiernos de todos los partidos y colores extiendan una alerta nacional de género y logren unir esfuerzos partidistas para detener la violencia feminicida de una vez por todas?.
¿Cuántos políticos más, así como funcionarios públicos con un oscuro pasado de violencia y actitudes misóginas seguirán abriéndose paso gracias a su trayectoria política, sin ningún castigo o penalización correspondiente?
¿Cuántas fosas comunes y cuerpos olvidados correspondientes a mujeres violentadas seguirán siendo descubiertos a diario?
¿Cuántas mujeres más seguirán viviendo con miedo e incertidumbre en nuestro país, como consecuencia por expresar su género y su sexualidad libremente?
Miles más probablemente.
Para nuestra desgracia este es el México en el cual las mujeres han sido olvidadas y sus espacios correspondientes han sido tan lejanos para las mismas. Este es el México de las fallecidas y de los abusos silenciados, este es el México de la brutalidad policial, así como también de la brutalidad y del salvajismo en la oficina, en la escuela, en la casa y en el trabajo.
Pero también es el México púrpura que ha perdido el miedo y el temor a salir a las calles a exigir sus derechos, así como la preservación de la vida de sus ciudadanas, así como también en favor de la exigencia hacia mejores condiciones de estabilidad y seguridad para la mujer mexicana.
Pero también para nuestra fortuna este es el México que ya no volverá a ser igual que antes: aquel México qué se encontraba cabizbajo ante la crisis de inseguridad que ha golpeado tan duramente al género femenino por generaciones, como consecuencia de la implementación de los modos y actuares machistas que tanto daño le hicieron a nuestros padres y por ende a nosotros sus hijos, de los cuales las mujeres siempre fueron su principal blanco.
En este lunes 8 de marzo (8-M), Día Internacional de la Mujer, extiendo mi apoyo, mi comprensión, mi entendimiento y mi empatía hacia el movimiento feminista, así como también a las mujeres “invisibles” que hacen eco de su voz para frenar de una vez por todas la discriminación, la violencia hacia la mujer, la inequidad y la brecha salarial en todos los rincones del planeta.
La ola púrpura seguirá recorriendo el mundo en pleno siglo XXI, el siglo de la modernidad tecnológica y nada ni nadie podrá detenerla.
Ojalá ese México feminicida fuera una pesadilla de la cual pudiéramos despertar, pero lamentablemente no lo es.