Chihuahua, Chih.
A una semana del inicio de la campaña electoral para elegir al gobernador de Chihuahua, puede asentarse que estamos frente a un proceso extremadamente complejo, controversial y disputado.
Son innumerables los aspectos que a ello contribuyen, pero desde ya puede asentarse que se comportará, como prácticamente en todos los procesos de 1986 a la fecha, como una competencia parejera -es decir, entre dos-, con las novedades de que, primero, no se presentará entre el PRI y el PAN, como así había sido a lo largo del último cuarto de siglo; segundo, que derivado de lo anterior, el PRI se enfrentará a la posibilidad de que, por lo menos a nivel de gobierno estatal, será derrotado por segunda ocasión consecutiva y, tercero, que por segunda elección consecutiva (2018 y 2021) los protagonistas principales serán los panistas y los morenistas.
Deberá anotarse que será la primera ocasión en la que el partido del presidente afronte una elección a gobernador en Chihuahua, y en la que, además, no arranca como favorito.
Por si fueran pocas las malas noticias para el PRI, en todas las mediciones aparece en un lejano tercer lugar y el éxodo de militantes a los otros partidos es impresionante, casi asemeja al fenómeno presentado en las últimas fases del cáncer que, por desgracia, tantos chihuahuenses sabemos de sus consecuencias, el de la metástasis.
La presentada por el PRI es masiva, es impresionante, pero impacta aún más que las dirigencias partidistas y sus candidatos más beneficiados no aprecien en toda su magnitud el impacto negativo que los ciudadanos resienten ante tal fenómeno.
A tan compleja situación electoral ha contribuido seriamente el gobernador Corral.
Ha amenazado con no quedarse callado.
¿Responderá a todos los señalamientos en contra de su gobierno? ¿De todos los candidatos, o solo los realizados por la candidata de su partido?
Al responder a los señalamientos realizados por la candidata Maru Campos, el gobernador Corral respondió de manera semejante a como lo hizo semanas atrás el presidente López Obrador:
Ya no me quedaré callado; acepten responsabilidad, le dijo a su compañera de partido. Se quejó de ser el receptor del primer discurso de la candidata del PAN: “Yo no fui el que aceptó sobornos de César Duarte, ni el que recibió dinero para arreglar su casa, al que le pagaron la tarjeta de crédito o contratos simulados. Yo no voy a responder por esas conductas, si tuvieran la más mínima decencia, pedirían disculpas”.
Corren las versiones y crece la certidumbre en una parte de la sociedad chihuahuense, como si fuera cierto, que Corral decidió “entregarle” Chihuahua a Morena. La mismísima candidata Maru Campos lo ha aseverado.
Una cosa es cierta, los ataques de Corral a la alcaldesa con licencia benefician directamente al candidato de Morena, Juan Carlos Loera, aunque no puede asegurarse que los ciudadanos desencantados vayan a votar por el morenista, aunque un porcentaje sí lo hará y ese fenómeno será apreciado en el transcurso de las dos próximas semanas, entonces sabremos el impacto real de la vinculación a proceso de Maru en las preferencias electorales.
Siendo importante ese aspecto, no es el único que contribuye decisivamente a la complejidad de la actual campaña electoral.
Hay uno de carácter nacional y que concita el mayor interés de una parte importante de los analistas, como reflejo del discurso de la alianza de los partidos opositores -PRI, PAN, PRD-, que sostienen que en esta elección están en juego dos visiones del país, la de un México con López Obrador y su autoritarismo populista “mirando al pasado” y la de los opositores que, dicen, es la de construir un país con libertades, oportunidad de movilidad social y apuesta por el futuro.
¿De veras pueden asumirse esos partidos como los heraldos de la sociedad democrática moderna que anhelamos?
¿Tendrán razón quienes acusan al bloque gubernamental de ser el del pasado populista con visión del pasado?
¿De veras eso es lo que está en disputa en esta elección? ¿O será simplemente, la ruda, áspera, salvaje disputa por el poder, por mantener, o alcanzar la mayoría de la Cámara de Diputados?
¿Estará en juego la posibilidad de “abortar” la “profunda” transformación prometida por López Obrador?
El problema -se ha repetido hasta el cansancio- es que es de tales dimensiones la incursión en Morena de todo tipo de integrantes de los partidos del antiguo régimen, que se antoja francamente imposible que se transformaran políticamente en otros e impulsaran exactamente lo contrario que aprobaron y empujaron en sus más recientes apariciones políticas, todas en el PRI o en el PAN.
Y no vayamos lejos, el mismísimo dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, aprobó entusiastamente la reforma energética de Peña Nieto, la que ahora combate el presidente López Obrador.
Por ello, no debiera sorprender la aparición de destacados priistas y panistas en la constelación de candidaturas del partido de “la esperanza de México”, y, aún peor, que entre ellos destaquen no pocos duartistas que ahora se cobijan en la bandera de la 4T.
Pero lo mismo ocurre en el caso del PAN, al que se le suman a las candidaturas de este partido, no solamente quienes ocuparon posiciones relevantes en el sexenio anterior, sino también quienes desempeñaron los papeles más miserables en la lucha política, como lo son los de actuar como golpeadores en contra de los partidos de oposición de entonces y en contra de los movimientos sociales.
Hoy, alegremente se suman a las filas del blanquiazul, y para quienes usan los argumentos del pasado, de que la unión de partidos opuestos era impensable, o impresentable, la decisión de dar origen a la alianza de “Va por México”, entre el PRI, el PAN y el PRD, en la práctica les quitó las trabas a las muy disminuidas fuerzas priistas para sumarse a la candidata del PAN, Maru Campos.
Pero no sólo se van para allá.
En el caso de Morena -ya lo hemos referido- un buen grupo de destacados priistas-duartistas, sobre todo del antiguo Paso del Norte, ocupan envidiables posiciones electorales.
Más. Los vientos “transformadores” llegarán a la antigua capital del mundo -de la plata-, Parral, en la persona de otro personaje duartista. Otto Valles será el candidato de Morena en ese distrito.
Y no solo quienes formaron parte de aquel equipo -también lo hemos señalado-, sino que también llegaron del más cercano a Héctor “Teto” Murguía, como su hermano Daniel, que ahora va como candidato de la 4T en el Primer distrito electoral federal.
Este personaje es el súmmum de lo que efectúa una buena parte de la clase política chihuahuense. Fue designado candidato a Síndico de Juárez por su partido, el PRI, cuando repentinamente ya se estaba subiendo al carromato de Morena como candidato a diputado federal.
Además -híjole es tan incluyente el ánimo morenista- que se confirmó la candidatura de Carlos Borruel en el Sexto distrito federal -de la capital-, así como la de su hija, Mónica, en alguna lejana posición de la lista de candidatos plurinominales de diputados federales.
Con tanta mescolanza ¿Cómo se aspira a que los electores hagan un ejercicio “inteligente” y voten por el programa de gobierno “más adecuado para el México moderno?
Es francamente imposible, pero, además ¿A quién le importa en este elección?
Esta será, sin duda, una elección en la que el voto de los ciudadanos, quizá con mayor fuerza que en los procesos electorales anteriores, estará más influido por sus cargas emocionales.
En el aire estarán los odios, filias y fobias hacia López Obrador. Otra parte de los electores pensarán en la controversia fifís-morenistas; otros más en apoyar irrestrictamente al presidente López Obrador; otros serán más influidos por el sentimiento de que Maru Campos es perseguida por Corral; y al contrario, los que sostienen que ya la sentenciaron como receptora de los pagos de Duarte; otros rechazarán hasta salvajemente a Juan Carlos Loera a quien identifican con la decisión del gobierno federal de extraerle el agua a las presas del centro-sur el año pasado.
Y otros lo defienden por ser de auténtica cepa morenista y poner por delante la bandera de la 4T.
La pasión por delante.
De ese modo se expresarán las preferencias electorales de los chihuahuenses.
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