Masiosare

Masiosare 4 de marzo de 2019

Francisco Flores Legarda

Chihuahua, Chih.

¿Qué es el alma? // El océano encerrado en una de sus gotas.

Jodorowsky

Hay un análisis muy simplista y recurrente de parte de quienes se sienten afectados por las políticas del actual gobierno. Por todos los medios buscan convencer a la sociedad de que todo está mal. Voceros de la tecnocracia desplazada de la administración pública federal denuncian el regreso del presidencialismo (como si se hubiera ido) y la destrucción de instituciones (como si no se hubieran destruido por obra de las reformas).

Esta tecnocracia que se legitima como experta es incapaz de hacer un recuento de los daños a su paso por la administración federal por más de treinta años, le indispone cualquier asunción de autocrítica y se dispone a revirar ¿Y yo por qué?

Uno de los daños se ensañó con el sistema de partidos. Al rebosar a los partidos políticos de recursos públicos los aisló de su vinculo activo con la ciudadanía. Todo se hizo cuestión de billetes para incentivar el atractivo principal de la militancia política y distanciarla de la sociedad. Ahí se cifró el desastre actual del PRI, del PAN y del PRD. Prefirieron los reflectores mediáticos -necesarios, sí- y menospreciaron el trabajo permanente de base. En vez de ser intermediarios entre la sociedad y los poderes públicos, sin garantizar una pluralidad de fondo, los partidos se engolfaron en la vida artificial que les abona, todavía, el presupuesto federal.

No conformes con colonizar al gobierno federal, los tecnócratas se apropiaron de los puestos directivos de los entes autónomos. La construcción de una pared adiabática entre los poderes constitucionales y el pueblo. Entes que se convirtieron en verdaderos convidados de piedra frente a la precarización galopante de las familias y el aumento de la violencia y la inseguridad. Se supuso que esas autonomías abrirían paso a una convivencia más civilizada y con dignidad. Entes que mantendrían a raya al Ejecutivo y este ya no podría abusar.

No satisfechos, los tecnócratas encontraron como perfecta compañera a la figura de la asociación civil integrada también por expertos, por si faltaba, usuarios de un lenguaje común de índices, estadísticas y con aderezo de mediciones demoscópicas, elaborados en una argumentación casuística para evitar tomar en cuenta la realidad en su conjunto.

Figura asociativa que, en casos, se dieron el propósito de poner el dedo en la llaga de la corrupción, en la constatación de la transparencia y en todo defecto a destacar en la estructura de los poderes públicos. ¿También fueron recompensados con recursos del erario?



Ni así se empacharon, sus hazañas y virtudes tenían que ser divulgadas. Engrosaron los medios a través de la voz canónica de los expertos, siempre dispuestos a ofrecer los números de nuestras desgracias. La crónica, la entrevista, el reportaje quedaron a remolque de los artículos de los expertos. Los mismos columnistas para hacer valer su narrativa tuvieron que recurrir a las muletas de los expertos.

Ahora pregonan que el presidencialismo ha regresado. Afirmación que no se sostiene pues el modelo de gobierno presidencial no ha sido derogado. Se dice que el actual gobierno destruye las instituciones, como si esa no hubiera sido la tarea que se asignaron los tecnócratas.

Fue con el uso de las capacidades presidenciales que Salinas de Gortari destruyó la política de industrialización a favor de una economía de servicios; fue con el uso de las capacidades presidenciales que Ernesto Zedillo comenzó la destrucción de la CFE; Vicente Fox no usó las capacidades presidenciales, simplemente él fue usado por los tecnócratas; fue con el uso de las capacidades presidenciales que Felipe Calderón declaró la guerra al narcotráfico, destruyendo con ese acto lo que quedaba de la seguridad pública; fue con el uso de las capacidades presidenciales que se fraguó el Pacto por México y destruyó con las reformas los vínculos efectivos entre su partido y la sociedad.

Así se reescribió el Masiosare: un experto en cada hijo te dio.

Salud y larga vida.

Profesor de la Facultad de Derecho de la UACH

@profesor_F

Francisco Flores Legarda

Abogado y analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH. Profesor F.