Chihuahua, Chih.
I.- Ante los resultados electorales del 2021, los analistas han planteado dos posturas sobre la reconfiguración del mapa del poder en México. Hay que tener en cuenta, que estos análisis están atravesados por una doble inercia, en la que a veces se pondera lo nacional por sobre lo local, o viceversa. En algunos estados y regiones del país, resulta bastante complicado hacer un análisis equilibrado que considere lo nacional y lo local.
En la primera postura que analiza la reconfiguración del mapa del poder, hay quienes plantean la continuidad de una polarización que divide al país en dos grandes bloques, uno de izquierda (Morena y sus aliados) y otro de derecha (PAN, PRI, PRD y MC).
Algunos analistas subrayan el triunfo y los avances de unos y/o, la derrota y los retrocesos de otros. Esto se refleja, por ejemplo, en los análisis de los resultados electorales de la ciudad de México y del estado de México, donde Morena fue rebasado por la oposición.
Esta primera postura, que es uno de los efectos de la polarización inducida como estrategia electoral, tanto por parte de Morena como de la coalición PAN-PRI-PRD, resulta limitada en sus alcances analíticos.
En la segunda postura, hay analistas que ponderan una reconfiguración del mapa del poder que resulta diversa y compleja, que estaría dando lugar a un pluralismo ideológico y político.
Esta otra postura plantea un debate con la primera: ¿El mapa del poder político en México, tiene una composición bipolar en la que se hacen presentes un bloque de izquierda y otro de derecha, o tiene una composición diversa en la que diferentes fuerzas y manifestaciones ideológicas y políticas coexisten en un pluralismo que va más allá de una polarización?
En la recomposición del mapa del poder político en México, se identifican los rasgos de ambas posturas. La polarización que se ha intensificado en el último año, seguirá manifestándose de diferentes formas. El pluralismo ideológico y político que se asoma en la recomposición del mapa del poder, influirá en lo futuro. Queda claro, que no toda la lucha ideológica y política se reduce a una polarización.
La estrategia de polarización que se intensificó el último año, tiene cualidades realistas y a la vez artificiosas, que se hicieron presentes en las elecciones del 2021. Esta polarización forma parte de una realidad histórica innegable, que ha sido sobreinterpretada y sobre-explotada como estrategia electoral.
En el análisis político presente y futuro, junto con las variables de la polarización ideológica y política, es necesario tomar en cuenta las variables de un pluralismo que emerge con la reconfiguración del mapa del poder político en México.
El mapa de poder que divide a la Ciudad de México en dos mitades, trae consigo el riesgo de un reduccionismo ideológico y político. La configuración ideológica y política de los habitantes de la ciudad de México es sumamente compleja en sus variables económicas, sociológicas, antropológicas e históricas.
En su balance electoral, Pablo Gómez refiere el concepto de “franjas de la sociedad” que “votaron en contra de la cuarta transformación” («“Nos perdió la soberbia”, dice Pablo Gómez, candidato morenista perdedor», La Jornada, 9 de junio de 2021).
De los análisis de Pablo Gómez, que son cruciales para la izquierda en México, se desprende dos preguntas elementales: ¿Cuáles son las franjas que votaron en contra de Morena el pasado 6 de junio? ¿Cuáles son los motivos que llevaron a estas franjas a votar en contra de la izquierda?
Estas franjas están atravesadas por variables económicas (clases altas, clases medias y clases bajas), pero también están atravesadas por otras variables: de género, de nivel educativo, de edad, de pertenencia a determinado sector cultural, etc.
La inclinación del voto estuvo determinada por un conjunto de variables que van mucho más allá de una polaridad ideológica y política, que ameritan ser analizadas de manera detenida y profunda en toda su problematicidad y su complejidad.
Las políticas gubernamentales y la estrategia electoral se planean y se desarrollan de manera segmentada, diversificando los mensajes y las acciones que se ponen en marcha, tomando en cuenta una multiplicidad de variables relacionadas con segmentos poblacionales y con realidades que son variadas.
Queda claro que el bloque hegemónico que llevó al triunfo de López Obrador en 2018 está fisurado. Algunos de los segmentos poblacionales que votaron por Morena hace tres años, modificaron su postura y votaron en contra de la izquierda.
En lo que sigue, Morena y la 4T requieren repensar su acción gubernamental y su estrategia electoral. La política, las posibilidades de la acción política, son mucho más que una lucha de los chairos contra los fifís, de los honestos contra los corruptos, de los iluminados contra los oscurecidos.
II.- Tomando en cuenta la división que se hace presente en el mapa de poder de la Ciudad de México y en la geografía política nacional, se identifica el asomo de la categoría marxista de la “lucha de clases”. Habría que preguntarse: ¿Qué significa la “lucha de clases” para Morena y la 4T? Para responder esta pregunta se plantean cuatro respuestas tentativas:
- La “lucha de clases” es un concepto que se asoma de forma tímida y disminuida detrás de la premisa lópezobradorista: “Primero los pobres”. Hay que tener en claro que la aplicación de esta premisa en las políticas de gobierno en México, tiene como barrera la hegemonía neoliberal. A este respecto caben las preguntas: ¿En las décadas iniciales del siglo XXI, en el marco de la hegemonía neoliberal mundial, cuáles son los límites de la acción gubernamental para colocar en primer lugar a los pobres? ¿De qué formas se hace presente la primacía de los pobres? ¿En los hechos concretos, cuáles son los alcances de esta supuesta primacía?
- Es una estrategia de acción electoral y de acción gubernamental que no es estrictamente marxista, ni plenamente antineoliberal. A lo largo de las últimas cuatro décadas, en la historia de la izquierda en México, que se desenvuelve entre una postura socialdemócrata y progresista, hay un alejamiento del marxismo y un desplazamiento hacia el neoliberalismo.
Desde luego, que esto tiene que ver con el fórceps histórico bajo el cual ha quedado atrapada la izquierda del siglo XXI. La hegemonía neoliberal es un monstruo pesado y denso que limita sobremanera las posibilidades de acción política de la izquierda.
- Forma parte de una postura ideológica y política que se configura eclécticamente en el proyecto de la izquierda en México. La polarización de los chairos y los fifís, bajo la cual se destila y se disminuye la idea marxista de la “lucha de clases”, ha caminado al lado de otra polarización que contrapone a los honestos ante los corruptos. En el proyecto lópezobradorista la lucha a favor de los pobres se entremezcla con la lucha contra la corrupción. En los discursos del presidente se identifican un conjunto de desplazamientos que van de la lucha contra la pobreza a la lucha contra la corrupción y viceversa. En este binomio radica la mayor potencia política y discursiva del proyecto de la izquierda en el poder. En este momento y en lo que se proyecta hacia el 2024, la izquierda requiere preguntarse por el posible desgaste discursivo de la lucha contra la pobreza y la lucha contra la corrupción en su proyecto político.
- El concepto de “lucha de clases” que ha ido construyendo la izquierda en el poder, es un contenido discursivo que ha sido sobredimensionado y sobre-explotado, que al ser contrastado con los hechos resulta contradictorio. Hay una inflamación ideológica y política en los discursos contra la pobreza en el proyecto de gobierno de la 4T, que al ser colocada ante los hechos concretos, resulta limitada en sus efectos. Las reformas y las políticas públicas impulsadas en el actual gobierno, no han generado transformaciones estructurales en las formas de repartición de la riqueza en México. Las acciones políticas de la izquierda en el poder en México no han construido un efecto económico ni social que genere transformaciones profundas en la conformación de las clases sociales en México.
En la manera de entender la “lucha de clases” por parte de la 4T y de Morena, se identifican un conjunto de deslizamientos y adelgazamientos teóricos y fácticos, que no han sido analizados ni debatidos con suficiencia: A) en sus efectos en la acción gubernamental concreta (las reformas legislativas y las políticas públicas) y; B) en sus efectos en las estrategias electorales, que se reflejan en los resultados electorales del 2021.
Este es uno de los debates pendientes para la izquierda mexicana del siglo XXI.