Chihuahua, Chih.
Durante 25 años, he sido huésped de la Sección Opinión de EL DIARIO.
En mis colaboraciones he sido persistente en criticar los excesos del poder de los gobernantes en turno, “siempre con una postura crítica frente a los poderes instituidos, con una perspectiva social manifestada con firmeza, de esa que se requiere ante la cerrazón del poder”.
En esta ocasión, mi crítica va dirigida al evento faraónico (Un año de Grandes Transformaciones) en el que la actual gobernadora Maru Campos celebró su triunfo electoral del 2021 y los escasos 9 meses de gobierno estatal.
En este evento de festejo electoral, la mandataria estatal expresó que los chihuahuenses “deben sentirse profundamente orgullosos de lo que hemos logrado hasta aquí, ya que cada logro y cada vida cambiada es también su logro, porque juntos hacemos que Chihuahua sea aún más grande”.
Sin embargo, al día de hoy, los ‘logros’ de Maru son eventos propios de la actividad administrativa estatal; sin que, en forma alguna, puedan ser equiparados a transformaciones políticas dignas del reconocimiento de la sociedad chihuahuense.
En efecto, de los ‘logros’ que la propia gobernadora menciona, destacan un supuesto saneamiento de las finanzas estatales, una posible reactivación económica a corto plazo y grandes inversiones en materia de salud.
Para lograrlo: “trabajaremos para que la disciplina sea la nueva forma de trabajar en el Gobierno del Estado… para evitar la corrupción y la fuga de capital”.
Así, “el presupuesto balanceado (¿?) permitirá que los ciudadanos reciban obras que realmente necesitan y que de verdad van a servir, y sobre todo, sin ocurrencias, todo esto, gracias al buen manejo de las finanzas estatales”.
En materia de salud, Maru afirmó: “gracias a las buenas finanzas, se ha logrado el abastecimiento de hasta el 70% de medicamentos en los hospitales estatales, y se han comenzado algunos proyectos de rehabilitación en hospitales en varias regiones de la entidad”.
“Desde el principio, se lo he dicho a los chihuahuenses, estamos haciendo que lo que ya existe funcione, y funcione muy bien, que nuestros hospitales cuenten con el personal, insumos y especialistas suficientes para que los chihuahuenses tengan la atención que merecen”.
Por otra parte, Maru reiteró su compromiso con las mujeres chihuahuenses: “Hoy Chihuahua cuenta con una Gobernadora que trabaja con y por las mujeres, pues ha quedado claro que nadie puede cuidar a una mujer mejor que otra mujer, por eso hemos hecho cambios muy importantes que nunca se habían hecho, dejando de ser indiferentes ante el dolor”.
Un tema de relevante importancia social es, sin duda alguna, el aviso del regreso de las estancias infantiles y las escuelas de tiempo completo, “porque tienen el impacto de dar tranquilidad a las madres de familia”.
Días después, en otro evento -de descarado oportunismo político- el Club Rotario Campestre de Ciudad Juárez le otorgó a Maru el reconocimiento a la “Mujer del año 2022”, dada “su trayectoria, dedicación, trabajo y entrega a la comunidad; además por ser la primera mujer gobernadora del estado, la convierte en un ejemplo a seguir para las futuras generaciones de mujeres”.
Yo me pregunto: ¿Acaso no es reprochable -moral y socialmente- declarar a Maru como la ‘Mujer del Año’, cuando apenas estamos a mitad del 2022? ¿De cuántos eventos más, para enaltecer la imagen pública de Maru, seremos testigos?
Por mi parte, asumo que Maru no presta atención a problemáticas de mayor importancia que exigen ser abordadas de manera urgente y que, a pesar de ello, no han sido atendidas: un drástico plan de austeridad en el gasto público, la derogación de fideicomisos estatales, el saneamiento de las finanzas de Pensiones Civiles del Estado y la implementación de medidas de racionalización del uso del agua.
Así las cosas, imagino que, al igual que yo, muchos chihuahuenses no se sienten “profundamente orgullosos” de los ‘logros’ de Maru. Estaremos atentos de que asuma estos compromisos.