Chihuahua, Chih.
“Si fueran valientes, muchos confesarían que son cobardes.”
Jodorowsky
“Son unos inútiles”, “no sé quién los dejó entrar aquí”, “buenos para nada”.
Son solo algunas de las frases escuchadas de algunos profesores hacia sus alumnos universitarios. El abuso por parte de los profesores universitarios es un tema recurrente en las universidades (sobre todo públicas). De poco sirve encontrar en universidades, a docentes con maestrías, doctorados o post-doctorados, pero también poco humanos y más de uno rebasa la línea de lo éticamente aceptable.
En mi trayectoria como profesor universitario, he podido establecer comunicación con mis alumnos, lo que hace que pueda empatizar con ellos, tan solo un poco, cuando se llegan a sentir sobajados, menospreciados o incluso humillados por parte de profesores de preparatoria o universidad. Es allí dónde surge la necesidad por investigar sobre el abuso por parte de los profesores hacia sus estudiantes, en formas verbales que van desde las frases peyorativas hasta la discriminación.
Las formas de agresión son muchas y variadas, pero entre las más frecuentes se encuentran las verbales (Palabras de humillación, burlas, desprecio y trato desigual) y las de acoso físico (en su mayoría de índole sexual). Si bien, al escribir estas palabras podrían parecer como casos “extremos”, o hasta cierto punto “lejanos”, la realidad es que un gran porcentaje de estudiantes universitarios viven esta clase de agresiones durante sus carreras, pero pasan desapercibidas por ellos o las han vuelto parte de su cotidianidad.
Las formas más comunes de agresión son las palabras de humillación, burlas, desprecio, trato desigual, y el acoso sexual.
Si bien entre las agresiones se encuentra también el acoso sexual, éstas no necesariamente terminan en una agresión física. Éstas pueden comenzar a tomar formas de saludos de beso estudiante/alumna, abrazos o toques físicos amistosos pero no siempre consentido por las y los estudiantes e incluso acompañados de frases como «No seas grosera, salúdame bien, de beso» o un toque «amistoso» en la cintura, hasta un guiño o una insinuación de índole sexual.
Es decir, cosas que incomodan a las estudiantes pero que pasan por desapercibidos en un ambiente «inocente». Desgraciadamente, la mayoría de los casos se quedan en el silencio y quedan como un desagradable recuerdo pero finalmente pasa a ser parte de la normalidad del estudiante.
¿Cómo un estudiante puede pasar por alto la agresión de un profesor? O peor aún ¿Cómo puede normalizarlo?
Las razones son varias. Recuerdo el viejo refrán “Es mejor estar del lado del diablo que entrometerse en su camino.” y veo que tiene mucha razón, sobre todo cuando los estudiantes ven lo que más les conviene en su camino educativo (que en sí mismo ya es complicado), y prefieren no meterse en problemas. Pero el hacerse a un lado no siempre es suficiente, por lo que comienzan a apoyar, elogiar, darle “likes” al profesor abusivo. Porque, claro, nadie quiere estar en el lado equivocado.
La mayoría de los estudiantes agredidos, prefieren elogiar al profesor, dar «Like» a sus publicaciones e incluso elogiarlo. Prefieren estar de su lado, que en la mira. Pero esto solo alimenta el ego de los docentes que son abusivos y propicia a más violencia.
Esas actitudes refuerzan las prácticas poco éticas del profesor, que ya de por sí se ha desenvuelto en un ambiente (y en un modelo educativo cavernario) donde el profesor merece ser elogiado, respetado y hasta exaltado por el hecho de encontrarse en una posición más alta que el estudiante. Y claro, si le sumamos el grado académico de maestro o doctor a la lista de escalones sobre el cual el profesor imparte su cátedra, sus estudiantes no son más que un montón de sujetos indignos de su sabiduría.
Tengan o no razones válidas (que no las tienen), el hecho de que un profesor humille verbalmente a sus estudiantes solo refleja una carente educación (que no es lo mismo que el nivel académico) dentro de una cultura que busca humillar al prójimo para obtener una ilusoria exaltación.
Razones para no hacer nada hay muchas, y ya he mencionado algunas como, evitar problemas con un profesor, o represalias, o simplemente no querer “jugar con Sansón a las patadas”. Pero la realidad es que los estudiantes son la base y la razón de ser del sistema educativo. Y con esto, no deseo tomar una postura de “El cliente (o estudiante) tiene siempre la razón” ¡No!, pero si se desea un cambio en las malas prácticas por parte de docentes, es necesario que los estudiantes comiencen a levantar la voz.
Facebook y las demás redes sociales no son el medio adecuado para denunciar. Es necesario primero, realizar una denuncia formal y así evitar ser acusados de difamación.
Pero por favor, levantar la voz no significa Facebook o Instagram, mucho menos Change.org. Existen instancias que defienden los derechos de los estudiantes y sus garantías. La mayoría de las veces, estas instancias son establecidas por las propias universidades de manera transversal (cómo universidad y no como departamento dentro de una facultad). Seguramente en tu escuela debe existir una:
Dirección de protección a estudiantes.
Procuraduría de los Derechos Académicos
Comité de Ética Estudiantil
Incluso si no sabes, puedes preguntar a tus asesores o comités estudiantiles, consejeros técnicos. Etc.
Si bien en la mayoría de los protocolos establecidos no existen las denuncias anónimas, cosa que es obvia debido a la naturaleza de las denuncias. No es algo que temer, ya que sí existen protocolos para evitar represalias. Como un cambio de grupo, o el acompañamiento de terceros a la hora de establecer calificaciones, etc. Por lo que el mejor camino a esta clase de maltratos siempre será la denuncia ante las autoridades universitarias.
Aunque las denuncias no son anónimas, existen protocolos que evitarán que haya represalias en tu contra a la hora de levantar la voz. ¡Busca la instancia correspondiente en tu institución universitaria.
Estas instancias no son las únicas que pueden ver casos de violencia, ya que, si esta se torna física, o sexual e, incluso de cuestiones de género, se pueden denunciar directamente a las fiscalías estatales, ya que sin importar la autonomía universitaria, se rigen sobre las leyes del estado.
El silencio es el peor de los caminos ya que causa mayores daños y alimenta al sistema opresor.
Salud y larga vida.
Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH.
@profesor_F