Chihuahua, Chih.
Hace casi treinta años, la reconocida periodista italiana, Oriana Fallaci, entrevistó al entonces Primer Ministro Italiano -y hombre célebre de la derecha de aquella nación- Giulio Andreotti.
El sujeto, incisivo y fiel a su ideario (fue de los hombres fuertes de la Democracia Cristiana Italiana, hasta su extinción, en 1992), dejaba entrever que él era católico practicante y no simpatizaba con los ideales comunistas.
Empero, cuando Fallaci le preguntaba de Berlinguer, a la sazón líder del Partido Comunista Italiano, Andreotti era enfático, pues hacía ver que, aunque no compartía su ideario, lo respetaba como persona y como político, recordando, incluso, que eran compañeros de legislación en el Parlamento de Italia.
Fallaci, entonces, también entrevistó al polémico ex Secretario de Estado de los Estados Unidos, Henry Kissinger, quien dio una interesante retrospectiva acerca de su vida y de su quehacer político.
Hago estas remembranzas porque, muy probablemente, sería complejo repetir ambas escenas en el polarizado mundo (y porqué no en el México) actual.
En estos tiempos de división y de señeros pares de oposiciones que parecen repelerse mutuamente (como leyes de física llevados a la ciencia social), resulta dificilísimo que un político le conceda virtuales, en ocasiones ni siquiera respeto, al adversario.
Para algunas izquierdas del mundo, la derecha se convierte en el resumen a vencer; algunas derechas, en tanto, parecen haber resucitado el fantasma del comunismo del cual se hablaba en la guerra fría, y le añaden componentes sobrenaturales, a una forma de hacer política -y de hacer el mundo- que se ha modificado, de manera radical, en los últimos 30 años, cuando el mundo bipolar desapareció, y nos enfilamos a un predominio de la hegemonía yanqui en el mundo.
En el mismo tenor, decir que la misma tendencia polarizadora se ha replicado, a su manera, en suelo nacional, es un lugar común, pues ya diversos analistas han realizado sendos análisis acerca de ello.
No obstante, un punto que agregaría hasta este momento, es que considero necesario encontrar -y si se pudiera replicar- los puntos de encuentro y distensión, de manera semejante a como se tuvieron en Jalisco y Guanajuato la semana pasada.
También, el reconocimiento del gobernador Javier Corral, a la actuación de la federación, en el tristemente célebre “Caso Duarte” marca un punto de inflexión.
Pero si bien es cierto, cada gobierno debe marcar su estilo de gobernar, y delinear un actuar distinto con respecto a pasadas administraciones, el hecho de que la división sea el eje conductor de un gobierno puede llegar a resultar cansino y hasta agotador.
Es importante que se marquen las diferencias con respecto a determinadas políticas (social, económica, combate a la corrupción); pero también resulta relevante escuchar al coro de voces, en una nación que resulta ser polifónica y no monocorde.
Recordemos que, más allá de los teóricos documentos partidarios, la vida real suele ser más compleja de lo que parece.
Por ejemplo, en el pasado reciente, se solía visualizar la militarización y el equilibrio financiero, como preceptos englobados dentro del espectro de la derecha; en el mismo tenor, veíamos que la izquierda solía privilegiar el déficit para compensar un buen estado del bienestar, los derechos sociales y, por ende, solía ser enemiga acérrima de los militarismos continentales y mundiales.
En la actualidad, en cambio, veíamos que el PAN proponía la renta básica universal desde la candidatura de Ricardo Anaya y, en el contexto de la pandemia de COVID-19, se manifestó por dar un mayor apoyo estatal a individuos y empresas (semejante al que se ha visto en otras partes del orbe); mientras MORENA -apoyando la propuesta obradorista- ha apoyado la creciente entrada de las fuerzas armadas en un cúmulo de actividades diversas (que van desde el combate al crimen organizado, traslado de valores, construcción del Aeropuerto de Santa Lucía y, ahora, la gestión de aduanas y puertos nacionales), mientras el Presidente se ha vuelto un incansable defensor del déficit cero ¡Ello nos habla de la compleja realidad que actualmente vivenciamos, y de lo difícil que resulta caer en simplismos, a la hora de gobernar colectividades¡
Por ende, creo que, rompiendo este adagio contemporáneo, debemos volver a privilegiar el diálogo entre facciones y entre sociedad. Considero que los fanatismos no van a llevarnos a ningún lado.
Debemos reconocer lo bueno que hace el gobierno, pero también criticar las acciones que no nos parezcan adecuadas (aun, si se simpatiza con determinada ideología o partido). También, considero que el ser adversario no implica ser enemigo de cierta administración, y que si una gestión, ajena a nuestra afinidad ideológica, lleva a cabo una acción adecuada, debemos reconocerla, pues está en juego el futuro del país y de nuestro querido estado.
Rescatemos lo mejor del pasado. Recordemos que en la larga lucha por la democracia que vivió este país, quien convenció a don Luis H. Álvarez que levantara su huelga de hambre, en el año 1986, no fue un connotado derechista, sino el Ing. Heberto Castillo, adalid de la izquierda mexicana.
Se los dejo de tarea. Es cuanto.
INE: ADDÉNDUM
Hace una semana, hacía votos porque en el INE se realizara una buena designación, y se prescindieran los nefastos cuotismos.
Parece que las voces de muchas personas quienes demandan esto se hicieron escuchar, pues los cuatro nuevos consejeros, son hombres y mujeres con una gran trayectoria académica, política y electoral que los respalda.
Los cuatro tienen interesantes currículos: uno de ellos fue cercano al movimiento de Javier Sicilia; mientras Uc-Kib espadas tiene experiencia en asesoría política y académica, al haber sido investigador del CIESAS y ocupado varios encargos en el CEN del PRD en el pasado.
La mayoría tiene cercanía con la izquierda, con la peculiar excepción de Carla Astrid Humphrey quien, aunque fue consejera electoral del IEDF y tuvo cierta proximidad con el PAN en ese tiempo, en la actualidad se desempeñaba en la UIF, siendo subordinada de Santiago Nieto en la citada dependencia.
¡Ojalá vengan vientos de cambio¡