Chihuahua, Chih.
“El pesimista ve la dificultad en cada oportunidad, el optimista ve como una oportunidad cada dificultad”: Winston Churchill (ex Primer Ministro Británico).
El domingo pasado, el Presidente de Francia, el incumbente -es decir, que postula a la reelección- Emmanuel Macron, logró lo que ningún mandatario galo había logrado desde los tiempos del finado Jacques Chirac (1932-2019; gobernó Francia entre 1995 y el 2007) ¡reelegirse¡.
Con más del 50% del electorado a su favor -en segunda vuelta-, Macron logró refrendar su gestión y mantenerse en el Palacio del Elíseo hasta 2027. Esto fue algo que no pudieron hacer sus antecesores, pues Nicolás Sarkozy perdió punch en la segunda vuelta (en 2012); mientras François Hollande terminó vapuleado y, ante su creciente impopularidad, tuvo que abstenerse de aspirar a la reelección (un hito en la historia de la Francia moderna).
Hoy, en cambio, Macron pudo ratificar su gestión. Si se sostiene en el poder durante el quinquenio venidero, habrá pasado una década al frente del ejecutivo francés; récord cercano al logrado por Jacques Chirac, quien duró 12 años; François Miterrand (1981-1995; quien estuvo catorce años consecutivos); y semejante al de uno de los ideólogos de la denominada Quinta República, el Gral. Charles de Gaulle, quien permaneció casi un oncenio al frente de la Presidencia francesa, transformándolo de un cargo simbólico, a uno de verdadero poder.
Sin duda alguna, Emmanuel Macron se ha caracterizado por romper esquemas.
Si bien inició su carrera en el otrora poderoso Partido Socialista Francés, y alcanzó un ministerio durante la gestión de François Hollande (especialmente cuando el moderado Manuel Valls fue Primer Ministro), supo distanciarse a tiempo del gobierno en el cual sirvió y, además, de hacerse a un lado de la partidocracia francesa que había dominado el espectro político desde los albores de la Quinta República (es decir, a partir del gobierno del Gral. De Gaulle (1958-1969)).
Presentándose como una especie de outsider sin serlo, Macron creó “En Marcha” (hoy día conocido como “La República en Marcha”) partido atrapalotodo donde confluyeron diversos liderazgos de izquierda y derecha moderada, pero que su norte se ubica en el centro político, pues, aunque abandera diversas causas progresistas contemporáneas, no implica una ruptura tangencial en lo económico, tal y como lo buscaría la izquierda más radical.
Así, abrevando del desencanto que prevalecía hace un quinquenio en el declinante gobierno Hollande -que había despertado muchas expectativas un decenio atrás, cabe señalar-, Macron supo jalar para sí diversos liderazgos de izquierda y derecha molestos con el establishment.
Pudo así pelear -y vencer- a pesos pesados de la política francesa como François Fillon (Primer Ministro galo en tiempos de Nicolás Sarkozy) y superar con creces a Benoit Hamon, representante del Partido Socialista quien ¡preconizaba la ruptura! en lugar del continuismo de su partido.
El miedo persistente a la entronización de la ultraderecha, representada por Marine Le Pen, hizo que Macron la venciera con creces, en segunda vuelta, donde más de la mitad del electorado francés se inclinó a su favor.
Hace un par de días repitió la hazaña y, sin embargo, los analistas coinciden en que serán tiempos distintos, quizá difíciles.
A contrapelo de la ocasión anterior, la ultraderecha logró un crecimiento exponencial. Y es que Marine Le Pen pudo causar menor distensión con respecto a Eric Zemmour, una especie de Donald Trump francés quien blandió el rencor y una retórica persistente hacia la recuperación de la otrora Francia gloriosa como leitmotivs de su controversial campaña.
Detrás de él, Le Pen lucía moderada. De ahí las adhesiones que pudo lograr por una parte de los votantes de la izquierda más radical, pues, según el portal “La Política Online”, Macron no ha podido allegarse a esta porción del electorado debido a su actuar, más proclive al establishment que a la democracia popular.
Otra sorpresa es que, el representante de la “Francia Insumisa”, Jean Luc- Melenchon, estuvo a punto de pasar a segunda vuelta. Su fuerza en una franja poblacional es tal que él mismo señala que podría llegar a ser Primer Ministro Francés (el segundo cargo en importancia dentro del organigrama galo) si obtiene el respaldo de la izquierda toda; busca implantar una cohabitación semejantes a las que se dieron en el pasado entre gobiernos de izquierda y derecha, de manera exitosa: la de Miterrand y Chirac en la década de 1980; así como la de Chirac y Jospin, en el siglo XX tardío.
Aún está por verse si logra su propósito, pues, contrario a otras naciones, donde las elecciones legislativas son anteriores o simultáneas a las presidenciales, en Francia se realizan un par de meses después que el proceso presidencial ha tenido verificativo.
Sin duda alguna, Macron ha roto paradigmas: él mismo ha dicho que busca redefinir los roles de la izquierda y derecha en el mundo contemporáneo, buscando tomar lo mejor de ambos bandos, tomando como asidero una parte del ideario del Gral. De Gaulle, quien en sus palabras, destacaba el progresismo de las izquierdas; pero resaltaba la estabilidad inherente a las derechas. Al parecer, ha ganado un sitio relevante no sólo en Francia, sino en la Europa contemporánea. En un momento en el cual la ex canciller alemana, Ángela Merkel, ha pasado a retiro (y se discute si su sucesor, el socialdemócrata Olaf Scholz, estará a la altura de las circunstancias), sin duda Macron juega un rol relevante.
De hecho, su europeísmo le granjeó la reeleción, pues, hace un par de meses, su reelección pendía de un hilo, debido a la compleja política interna francesa.
Aun está por verse si logra un protagonismo -y prestigio- semejante al que tuvieron De Gaulle o Miterrand en su tiempo. Empero, un artículo de tiempo atrás -cuando iniciaba su quehacer político- lo describía como el primer mandatario culto, luego de Miterrand.
Sin duda ya tiene la sapiencia y la persistencia de sus antecesores. Pero aún falta por ver si construye un legado como ellos.
Aún es temprano. La historia y la política están llenas de veleidades y recovecos. Pero parece ir bien. Es cuanto.