Juárez tirasup
México Criminal

México Criminal 18 de junio de 2019

Francisco Flores Legarda

Chihuahua, Chih.

Acepta el dolor...

Jodorowsky

Con la tecnocracia se abrió en México una era criminal. Tal vez no lo previeron, no lo vieron como sí lo hicieron con la irreductibilidad de la pobreza. Una era que no ha cerrado su ciclo y lastra al nuevo gobierno, que además tiene su herencia de corrupción y desigualdades. De deterioro de los servicios de salud y educativos. El coletazo del crimen que no encontró (o encuentra) su acomodo con el nuevo gobierno, salvo el circuito de juzgadores que los ampara y libera.

La tecnocracia que traía en sus manos la fórmula “liberadora” de los excesos del Estado, esa fórmula de fe exclusiva en el mercado sí liberó, impuso nuevas ataduras o le dio la vuelta a la participación del Estado. El estatismo quedó capturado por los magnates y sus políticos aliados, teniendo como fauna de acompañamiento una “comentocracia” esmerada en escribir con una mano las maravillas del mercado y con la otra extraer recursos del Estado a través de un despacho, una empresa o una organización civil.

El mercado como el antídoto adecuado para someter a la corrupción y la desigualdad. La oferta fue falaz. La corrupción y la desigualdad se expandieron.

Para terminar de agravar el cuadro, se dio la irrupción de la violencia criminal. Un ecosistema de predadores encumbrados sobre una base de precarios, de necesitados, de ocupados carenciados.

Para llegar a esta situación ventajosa a la oligarquía se limitó la voz y la influencia del movimiento obrero, también la de los campesinos organizados al servicio de sus dirigentes. Fuerzas diluidas por la ciudadanización salvífica.

Todavía en la década de los setentas, los obreros eran un actor destacado en el mundo desarrollado. Las luchas agrarias eran signo de los países en desarrollo. México formaba parte de ambos mundos. Desde los años ochentas comenzó el declive de estos protagonistas de la Sociedad Civil, un estado de atonía inducida por el orden financiero mundial. Se dio machetazo a las conquistas obreras -las pensiones, por mencionar una- se mutiló el Artículo 27 constitucional.

El espacio de la Sociedad Civil lo ocupó en visibilidad el sector empresarial, contando con las concesiones de representación civil a las iglesias. De manera clara con el inicio del siglo, se acabó la concertación de los pactos económicos, las visitas de distintos papas se convirtieron en un bálsamo para los creyentes católicos.

Los partidos políticos entraron a una condición de franca dependencia de los recursos públicos desde finales del siglo pasado, se decía que para que no fueran capturados por el narcotráfico. Los partidos son ciudadanos, otro decir. Se hicieron clientes del Estado y se fueron distanciando de la Sociedad Civil.

Del partido de Estado al pluripartidismo de Estado. De intermediarios pasaron al servicio del poder. El Pacto por México fue la confirmación de esa condición. Y así les fue en julio del 2018, dos de tres fuerzas políticas quedaron quebradas.

Otro aspecto del desarreglo neoliberal se cifró en la complicidad de los gobernadores. Como nunca tuvieron acceso a recursos públicos y, en algunos casos, se beneficiaron del contubernio con el crimen organizado.

Para que esta situación tuviera posibilidades de afirmarse, no solo fue urgido un excesivo gasto en publicidad. También fue cuestión de poner subsidios a las organizaciones en las que se encogió la Sociedad Civil. De poner a disposición recursos de educación y cultura para alinear a las mentes brillantes de México. Conformar un contingente educado e influyente con sus pares y para regocijo de cierta clase media. Sin posibilidades reales de convertirse en caudillos intelectuales de una nación.

En el enjuague de las medias verdades de la era neoliberal se hicieron bolas con la nómina. Se prohibía crear plazas y con el recurso disponible se inventaron direcciones adjuntas por agregación de plazas de confianza que desaparecían. No más estructuras orgánicas era la orden. Le daban la vuelta multiplicando los contratos por honorarios y se subcontrataban servicios para no abultar la nómina.

Y ahora vienen a hablar de “austericidio” o de austeridad criminal. Primero vean como dejaron al país con la austeridad neoliberal y se darán cuenta que seis años para componerlo solo será un corto verano.

Salud y larga vida.

Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho la UACH.



@profesor_F

Francisco Flores Legarda

Abogado y analista. Profesor por Oposición de la Facultad de Derecho de la UACH. Profesor F.