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Los rastros de la confrontación en el Congreso de la Sección 8

Los rastros de la confrontación en el Congreso de la Sección 8 16 de julio de 2016

Una crónica de los trabajos del XXXI Congreso de la Sección 8 del SNTE

Leonardo Meza

LAS VOCES DE LA INCONFORMIDAD EN LA INSTALACIÓN DEL CONGRESO

En la instalación del XXXI congreso de la sección 8 del SNTE fueron notorias las ausencias del gobernador César Duarte y del presidente municipal de Chihuahua Javier Garfio. En este evento de peso completo en la política local, sus ausencias no son fortuitas y ponen en claro los motivos de fondo en las agendas poselectorales del poder aún en turno. La convocatoria al evento fue inesperada y se emitió días después de la derrota electoral priista en el estado de Chihuahua. La dirigencia nombrada en la sección 8 (y en la sección 42) del SNTE asume el cargo antes de que el gobernador electo Javier Corral logre consolidarse en el poder.

La pulcritud del congreso de la sección 8 del SNTE quedó rota desde su misma instalación. Después de los honores a la bandera, en las pantallas instaladas en uno de los salones del Centro de Convenciones de Chihuahua, inició la proyección de un video en el que la figura del secretario general saliente, Alejandro Villarreal, fue colocada al centro y enaltecida. Micrófono en mano, Villarreal inició el discurso de bienvenida. Su participación fue interrumpida por el grito de un numeroso contingente de los delegados electos al congreso, quienes bajo la consigna de “dignidad” se hicieron presentes de forma intempestiva. Los delegados disidentes se pusieron de pie y dieron la espalda a Villarreal y al presídium. De forma reactiva, los delegados institucionales también se pusieron de pie y lanzaron su consigna: “unidad”. Todos los delegados abandonaron la quietud de las sillas, por unos minutos Villarreal guardó silencio ante los gritos cruzados. Ese momento en la instalación del congreso trazó lo que sería el itinerario hasta el final, la confrontación de dos discursos, de dos posturas que caminaron en oposición a cada paso.

Por un lado, la consigna de “dignidad” de los delegados disidentes agrupados en torno a RESISSSTE e Insurgencia Magisterial. Por otro lado, la consigna de “unidad” de los delegados institucionales del SNTE. Las otras expresiones disidentes, de presencia minoritaria, quedaron diluidas en el congreso que se polarizó.

Entre los disidentes, el peso de los delegados se distribuyó por todas las regiones del estado. Entre los institucionales, fue notoria la presencia de las camisas negras de los delegados de la región Juárez, quienes intentaron uniformar su presencia.

El discurso de Alejandro Villarreal navegó a contracorriente, logró plantear algunos de los “logros” sindicales y mencionar que en las redes sociales estaba dándose un manejo indebido y falto de verdad sobre el SNTE y sobre su persona. Esa mención del secretario general saliente, mostró uno de los talones de Aquiles del sindicato de maestros. Al cierre de su discurso, Villarreal increpó a la postura de los disidentes y los retó a que le mencionaran un solo logro salarial o prestacional que haya sido ganado por la CNTE. Las cabezas de la disidencia se lanzaron al presídium, pero les fue cerrado el paso. Los aventones y escarceos de confrontación física levantaron la marea de los ánimos políticos.

Enseguida, intentó tomar la palabra el profesor José Mendívil Zazueta, presidente del congreso, para instalar el evento. No pudo iniciar su discurso ante los reclamos que subieron de tono. De manera inusitada, el micrófono le fue concedido a dos delegadas de educación básica, que manifestaron su inconformidad ante la reforma educativa y criticaron la postura complaciente de las autoridades del sindicato.

Finalmente, el congreso fue instalado en uno de los salones del Centro de Convenciones de la ciudad de Chihuahua. Afuera del recinto, los manifestantes inconformes con la reforma educativa mantuvieron una presencia que acompañó al evento desde el principio hasta el cierre. La presencia de los manifestantes a las afueras del congreso fue un eco de la conciencia magisterial en el rechazo a la reforma educativa, en la coyuntura política nacional en la que se abre un amplio debate sobre la viabilidad o inviabilidad de esta reforma.



LA APERTURA DE LOS TRABAJOS Y EL TRAZO DE LA COMPOSICIÓN DE FUERZAS

Los trabajos se trasladaron al edificio del gimnasio de la sección 8 del SNTE en la misma ciudad de Chihuahua. A lo largo de la mañana del jueves 14 de julio, por la vía estatutaria se validó la presencia de 585 delegados efectivos en el congreso.

Desde la primera votación a mano alzada para elegir a la segunda comisión dictaminadora de credenciales, los tres grupos políticos que fueron dibujándose como actores con intenciones de participar en la elección del nuevo comité ejecutivo seccional, mostraron la fuerza numérica de los delegados con los que podrían contar. El grupo institucional que terminó instalando a la maestra Rosa María Hernández en la secretaría general de la sección 8 del SNTE, sacó 363 votos. El grupo de disidentes encabezados por el profesor Noel García, obtuvo 125 votos. El grupo de institucionales inconformes con la gestión de Alejandro Villarreal, que en días previos al congreso hizo público un posicionamiento político, y cuya figura más visible fue el profesor Luis Enrique Gaytán, sacó 28 votos. Las cartas se pusieron sobre la mesa, y a partir de ello los grupos al interior de la sección 8 fueron trazando su estrategia política.

Durante las diversas votaciones a mano alzada en el congreso, los delegados disidentes se mostraron en número, de 124 a 142 y de ahí hasta 162. Esta última fue la cifra tope del número de delegados que se conformaron alrededor del RESISSSTE y de Insurgencia Magisterial. No hubo una votación secreta que lograra mostrar la fuerza real del voto disidente. Los votos precavidos de los delegados inconformes que no se quisieron mostrar alzando la mano de manera directa, no pudieron ser contabilizados ni convertidos en una fuerza política real de la disidencia. Quienes levantaron la mano desde la disidencia fueron los delegados que frontalmente mostraron los rostros de su inconformidad.

La presencia numérica de los delegados disidentes en el XXXI congreso de la sección 8, es histórica. En congresos anteriores el número de delegados disidentes estuvo reducido a dos dígitos, por debajo de los cincuenta. Pero a pesar del crecimiento exponencial de la inconformidad magisterial, la cuantía de la fuerza política manifiesta en el número de delegados disidentes no alcanzó para más, y la decisión final de abandonar el congreso sin participar en la elección del comité ejecutivo de la sección 8, estuvo directamente conectada con esta variable.



LA MESA 8 SOBRE “CERTEZA LABORAL”, ESPACIO MEDULAR EN LOS DEBATES SOBRE LA REFORMA EDUCATIVA

Las discusiones en la mesa 8 fueron arduas y complicadas. Los trabajos de esa mesa se iniciaron alrededor de las siete de la tarde del jueves 14 de julio y terminaron hacia las dos de las mañana del día siguiente. Fue la mesa más larga en las horas de debate y la más intensa en las discusiones. Este espacio resultó clave para la disidencia. Las manos y los ojos en la operación política de esa mesa, puestos desde la presidencia del congreso y desde la dirigencia de la sección 8, no lograron contener la inconformidad. Se rebasó la participación de los 70 delegados. Las inscripciones a las mesas fueron definidas por los mismos organizadores. La línea fue clara en los intentos por contener el debate. Muchos de los delegados decidieron trasladarse de otras mesas hacia la mesa 8, que fue saturada.

Los trabajos se instalaron en el vestíbulo de la clínica del PASAFAM, a un lado del hotel Sntenario. La ubicación en un espacio reducido y sin aire acondicionado era estratégica, apostándole al cansancio y al desgaste de los delegados al paso de las horas. Desde el inicio esta cuestión fue impugnada por los participantes, al igual que los documentos con los cuales pretendía abrirse la discusión, bajo la línea dictada lo mismo por la SEP que por el SNTE.

Los trabajos de la mesa fueron reubicados en el restaurante del hotel Sntenario, en un espacio de mayor comodidad y apertura. Fueron muchas las concesiones que los operadores del congreso le hicieron a la disidencia durante el evento, aunque las maniobras acostumbradas por la dirigencia controladora y verticalista fueron una constante que dio lugar a un diálogo contestatario y ríspido.

Los cuadros de mayor peso entre los integrantes del RESISSSTE y de Insurgencia Magisterial ocuparon espacios claves en la mesa 8 y fueron las voces que marcaron las líneas del debate. Las participaciones de los profesores Noel García (cabeza de la planilla disidente), Marta Alba Mata Uribe y Francisco Ramírez Durán (secretario de superación profesional por parte de la disidencia en el comité seccional saliente), convirtieron a esta mesa, en caja de resonancia de la inconformidad magisterial.

La presencia institucional fue nula. Por un lado, se operó una especie de vacío, no dar espacio a las posturas del sindicalismo oficial y dejar que la disidencia copara por completo la mesa. Por otro lado, la ausencia por parte del sindicalismo oficial, mostró la carencia de argumentos para justificar su postura de alfiles en la implantación de la reforma educativa peñanietista.

Los dos acuerdos de mayor peso que se tomaron en esa mesa, son otro indicio a partir del cual puede leerse la decisión de los disidentes de abandonar el congreso, antes de llevarse a cabo la elección del nuevo comité ejecutivo seccional. Se acordó mandatar al congreso para que emitiera una postura que reclamara la abrogación de la reforma educativa. Se definió también que la nueva dirigencia convocara a un paro de labores hacia el 22 de agosto, el primer día de clases del ciclo escolar entrante. Ambos posicionamientos mostraron la radicalidad de la disidencia ante la reforma educativa, a la vez de mostrar también una debilidad. De no ganar los disidentes la elección del nuevo comité seccional –cuestión que al final sucedió- los dos resolutivos estaban encaminados al vacío.



LOS DESENLACES DEL CONGRESO Y LA HEGEMONÍA DEL SINDICALISMO OFICIALISTA

Hacia la una de la mañana del viernes 15 de julio iniciaron los trabajos del pleno del congreso, donde se expusieron los resolutivos de las mesas. De manera paralela, el grupo institucional inició la operación política para conformar la planilla “Unidad”. Los delegados de las regiones (Juárez, Chihuahua, Parral, Delicias, Cuauhtémoc, Casas Grandes, etc.) definieron a los representantes que estarían ocupando las secretarías de organización. Los niveles (preescolar, primaria, secundaria, etc.) definieron también a sus representantes en la integración de la planilla institucional que terminó ganando el congreso. Este es un proceso de usos y costumbres sindicales, que camina por los márgenes de la norma estatutaria, bajo una operación política que es movida por los hilos de interés de los grupos de poder en turno. Bajo la línea dictada por los grupos de poder seccional o regional, los delegados de las regiones y los niveles definieron a sus representantes en la planilla institucional.

Los institucionales cuidaron su trinchera milímetro por milímetro para no dejar ni un solo voto suelto que pudiera pasarse al lado de la disidencia. El grupo de institucionales que manifestaron su inconformidad ante la gestión de Alejandro Villarreal y que hizo público un posicionamiento crítico previo al congreso, se fue diluyendo a lo largo del evento.

La posición contestataria de este grupo se adelgazó al grado del acallamiento, impuesto o autoimpuesto. Las voces de los profesores Luis Enrique Gaytán, Luis Manuel Hidalgo, Felipe de Jesús Nery, Manuel Loya, Héctor Raúl Valles, Sergio Pérez, Nora Raquel de la Cruz y Guadalupe Jurado, se plegaron a los acuerdos que terminaron configurando la artificiosa “Unidad” institucional.

Durante la noche del 14 al 15 de julio, los institucionales trabajaron las negociaciones de la planilla “Unidad” y llegaron a la madrugada ya con los amarres que les permitieron tener la certeza de un triunfo ante los disidentes. Los trabajos de la plenaria que sometieron a consideración de los delegados los acuerdos tomados en las mesas, terminaron hacia las 6 de la mañana de 15 de julio y se dictó un receso para pasar al momento de cierre del congreso: la elección del nuevo comité ejecutivo seccional.

Hacia las 8 de la mañana se reiniciaron los trabajos de la plenaria. Los institucionales presentaron su planilla. La concesión hacia Alejandro Villarreal y su grupo fue explícita, la maestra Rosa María Hernández encabezaba la planilla institucional.

Los disidentes presentaron su planilla y desde un inicio el presidente del congreso, José Mendívil Zazueta, les indicó que el formato de la presentación no era el correcto a partir de la norma estatutaria reformada en 2012. La planilla disidente fue presentada por colegiados, sin referir la cartera sindical que ocuparían los distintos integrantes. El estatuto modificado en 2012 establece que las planillas se presentan indicando la cartera específica que ocuparía cada uno de los candidatos. Junto a lo anterior, Mendívil Zazueta les indicó a los disidentes que si alguno de los integrantes de la planilla no era delegado al congreso y se encontraba afuera del recinto, no se le permitiría la entrada.

Se dio primero un lapso de diez minutos para que la planilla disidente fuera rearmada y pudiera entonces participar. Al término de este tiempo, se comenzó de nuevo con la presentación de la planilla disidente. A micrófono abierto se leyeron los nombres de algunos de los integrantes (propietarios y suplentes) que integraban la planilla disidente y los cargos específicos para los cuales eran propuestos. Mientras esto pasaba, Noel García subió al estrado y platicó en corto con Mendívil Zazueta.

La lectura que presentaba a la planilla disidente fue interrumpida y García tomó el micrófono, explicó que se solicitaba a la mesa de dirección del congreso un tiempo de media hora para tomar un acuerdo interno sobre rearmar la planilla y participar, o retirarla. Los representantes de las regiones por parte del grupo disidente se trasladaron al restaurante del hotel Sntenario y tomaron una definición. Se declaró un receso.

Al retorno de los disidentes, Noel García acusó a Mendívil Zazueta de bloquear la participación de la planilla “Dignidad” y le refirió que si no los dejaban participar presentando la planilla, tal como la habían conformado inicialmente, por colegiados, se retirarían del congreso. En una decisión inusual, presentando un gran margen de concesión política, Mendívil Zazueta dio la oportunidad para que la plenaria decidiera si se admitía la inscripción de la planilla disidente conformada por colegiados, violando la norma estatutaria, o si se le negaba el registro. Las concesiones institucionales hacia los disidentes no fueron gratuitas ni sujetas a la presunción de democracia alguna, se sabían ganadores de cualquier forma. Lo que pudo ser la votación final de planilla contra planilla, de disidentes contra institucionales, se vio reflejada extrañamente al margen de la norma estatutaria. 291 delegados votaron por negarle la inscripción a la planilla disidente de esta forma, 162 levantaron la mano manifestando que se les concediera la oportunidad de participar.

Los disidentes tuvieron la oportunidad de hacer los cambios necesarios para presentar la planilla conforme a la norma estatutaria y participar. Esto queda claro en la segunda lectura de presentación de la planilla a micrófono abierto, después de resarcir las inconsistencias en los primeros diez minutos para hacerlo. Queda claro también que Mendívil Zazueta dio un gran margen de tiempo y de maniobra política para que los disidentes rearmaran su planilla. La decisión política de no presentar planilla y abandonar el congreso, no puede justificarse acusando a Mendívil Zazueta de bloquear la participación de los disidentes o de ofrecerles espacios en una negociación al margen del proceso electivo.

Antes de llegar al momento de la elección, la disidencia se sabía perdida y los institucionales se sabían ganadores. En las reuniones que mantuvieron los disidentes a lo largo del congreso, y aún antes, uno de los asuntos que se discutieron fue la decisión que se tomaría en caso de no ganar el congreso y acceder únicamente a la representación proporcional (ocho secretarías llegando al 30% o seis en caso de obtener 15%). Se vislumbraba ya la posibilidad de participar, acceder a la representación proporcional concedida en el estatuto, y en una postura de “dignidad” no tomar posesión de los cargos. La estrategia de la disidencia quedó trazada ante la imposibilidad del triunfo. La representación concedida estatutariamente para que los disidentes accedan a posiciones en el comité ejecutivo seccional les ha servido de poco o nada, el trabajo político disidente de mayor calado está afuera de la sección, al margen de la institucionalidad.

Los integrantes de la disidencia abandonaron el congreso. Dos eventos sucedieron paralelos mientras las puertas del edificio sindical estuvieron cerradas la mañana del 15 de julio. Adentro, en el gimnasio, se presentaba la planilla “Unidad” y el acto se enmarcaba en el protocolo de la institucionalidad. Afuera, los delegados disidentes con Noel García a la cabeza organizaron un mitin y decidieron enseguida trasladarse al edificio del sindicato de telefonistas, para tomar acuerdos hacia el paro del 22 de agosto.

Estratégicamente, los disidentes operaron para acumular fuerza política a partir de los trabajos del XXXI congreso de la sección 8, abandonaron el congreso y proyectaron esa fuerza hacia afuera ante la imposibilidad de ganar la elección. La forma bajo la cual la disidencia tejió su salida del congreso es lo de menos, aunque tal vez no lo sea.

Esta decisión parece haber sido considerada desde tiempo antes, o tal vez se tomó al tener claridad sobre el número de delegados que integraron a la disidencia como una fuerza minoritaria, o se tomó hacia el cierre del congreso.

Lo que le queda al RESISSSTE y a Insurgencia Magisterial, como opositores a la reforma educativa, es el trabajo por afuera del edificio que alberga la institucionalidad sindical. Los institucionales siguen ocupando los cubículos, los pasillos y las escaleras del edificio de la calle Homero en la ciudad de Chihuahua, y desde ahí comienzan a dibujarse su postura resbaladiza y mimética ante la reforma educativa.

Al menos, eso se lee en las primeras declaraciones que la maestra Rosa María Hernández ha realizado ante la prensa local.

* Delegado por la Delegación D-II-114

(Universidad Pedagógica Nacional del Estado de Chihuahua, Campus Chihuahua)

Leonardo Meza

Maestro, escritor y analista político.