Chihuahua, Chih.
Pródromo: Malestar que precede a una enfermedad. Diccionario de la RAE
La dimensión de la pandemia del coronavirus es tan grande que en muy pocos días logró sobrepasar a la movilización feminista del fin de semana anterior. Este viernes, la OMS elevó la amenaza internacional del virus a “muy alta” y ayer la SEP, en concordancia con las secretarías de educación de todos los estados, acordó adelantar el período vacacional de semana santa.
Las consecuencias -positivas- de, quizá, la más grande manifestación de las mujeres mexicanas irán más allá de lo que ahora alcanzamos a asimilar; el discurso del feminismo de nuestros días -y la fuerza y protagonismo de las mujeres- impactará profundamente a la sociedad, lo hará con toda seguridad debido a que los portadores de tan refrescante agenda social son mayoritariamente mujeres jóvenes, de las capas medias bajas y medias-medias, sin que ello demerite la participación e importancia de las mujeres de los otros estratos sociales, pero que son las que más consistentemente aparecen como lideresas de este vasto movimiento que está rebasando por la izquierda al gobierno y a su partido.
Se enfatiza lo anterior porque la mayoría de quienes participaron cuentan con una elevada comprensión de la complejidad y gravedad del principal problema que nos aqueja, el de la extrema violencia desatada en contra de las mujeres, fruto, sin duda, de la muy extendida y añeja concepción atávica (Atavismo: Comportamiento que hace pervivir ideas o formas de vida propias de los antepasados. Diccionario de la RAE) de la superioridad del hombre sobre la mujer, lo que ha llevado, históricamente, al movimiento feminista, a luchar por la igualdad y la equidad.
Pero la rafagueante velocidad con la que se extiende la pandemia y las gravísimas consecuencias sobre la economía mundial -y en particular la de México- ha puesto en la discusión pública, además de las medidas gubernamentales y las societarias para enfrentar a la enfermedad, las estrategias y medidas de los gobiernos para hacerle frente a la inminente entrada masiva del coronavirus a México, de acuerdo con lo sostenido por todas las autoridades sanitarias, las nacionales y las internacionales.
Marc Lipsitch, epidemiólogo y profesor de la universidad de Harvard, asegura que la epidemia podría afectar hasta al 70% de la población mundial, sin embargo, muchos de los potenciales casos serían leves o asintomáticos, dicho cálculo fue coincidente con el realizado por Ira Longini, asesor de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y Gabriel Leung, titular del departamento de medicina pública de la Universidad de Hong Kong.
A su vez, un estudio de la Universidad Nacional de Australia pronostica que, en el mejor de los casos, el coronavirus dejará 15 millones de muertos y un golpe de más de 2 billones en el PIB mundial. (Nota de Rosie Perper, Business Insider, 6 Mar 2020).
Europa se ha convertido en el epicentro de la pandemia pues el número de casos y muertes reportados diariamente en el viejo continente supera al del resto del mundo, con excepción de China, en el momento en que la cifra de fallecidos por el coronavirus ha superado la barrera de los 5 mil en el mundo y el total de casos de Covid-19 rebasó los 132 mil en 123 países, hasta el viernes, según los informes de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Es de tal profundidad la tormenta que diversos analistas, en particular los de Universidad de Harvard, han pronosticado que el mundo entrará a una recesión generalizada, generada por la paralización de una buena parte de la planta industrial china que produce el 60% de las manufacturas en el mundo, además de ser uno de los mayores proveedores y consumidores a nivel planetario, lo que llevó a una drástica disminución del consumo de petróleo y derivados.
Ocioso sería detenernos en la posibilidad de que existiera un complot para originar lo que es “la tormenta perfecta”, pues los damnificados pueden llegar a ser entre el 40 y el 70% de la población mundial, además de las dolorosas y costosas consecuencias de la incidencia de la enfermedad.
Nos golpeará seriamente, no sólo en lo referente a las condiciones sanitarias y de ataque a la salud de los mexicanos, sino, también, a la economía, la que se verá sometida a otro fenómeno acaso más severo que el de la detención de la economía china; sí, porque nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, ha puesto en vigor un estricto -y seguramente aumentará al paso de las próximas semanas- programa de contención a la epidemia que puede llevar al cierre total de sus fronteras, medida que podría, también, tomar México en los próximos días.
Este factor y, además, el del curso “normal” de la pandemia, llevarán a que un importante sector de la población pueda caer en pánico, cuyos primeros episodios ocurrieron en la capital del estado, así como en El Paso y que puede agravarse ante la aparición del primer caso en El Paso, en el que decenas de eventos –deportivos, educativos, de entretenimiento–, viajes y reuniones han sido cancelados, al igual que ocurre en las dos principales urbes chihuahuenses, Juárez y Chihuahua, en las que prácticamente todos los eventos deportivos han sido suspendidos, incluidos la mayor parte de los no-profesionales.
Hacerle frente al daño a la economía y a la enfermedad tendrá éxito (el relativo que se pueda frente a fenómenos tan agresivos) solamente si los gobernantes actúan con realismo y veracidad ante la sociedad y asumen políticas y medidas acordes a la gravedad de la situación.
Tanto el gobierno federal, como el estatal, han resuelto escalar las medidas (Es probable que el adelanto de las vacaciones abarque el total de la próxima semana) entre las que estarían la suspensión de clases (que era la práctica ya se está haciendo, eventos masivos, uso de transporte público y reuniones eclesiásticas.
Pero la epidemia llegará al país y a Chihuahua y deberemos contar con la infraestructura necesaria para afrontar el hecho pues, como lo sostiene la OMS, “cada establecimiento de salud debe estar preparado para recibir numerosos pacientes y prestarles atención al mismo tiempo que garantiza la protección de sus trabajadores”, de ello dependerá el curso de la epidemia pues ésta se comportará de distinta manera, de acuerdo con las medidas tomadas por cada país, pero que si se realizan las más efectivas -como en China- podrá esperarse que lo peor se supere más rápidamente.
Ese escenario podría alcanzarse pues, en Wuhan, lugar del primer brote epidémico, se dió de alta al total de pacientes del hospital construido con tal fin, luego de pasar por una larga y estricta cuarentena, que paralizó a esta ciudad y en la que el número de nuevos casos diarios ha disminuido a diez, sin que aparezcan rebrotes de la epidemia.
Y es que hay malas nuevas sobre el comportamiento del virus. Inicialmente se calculó que la tasa de mortalidad era del 2%; ahora ya se ubica en el 3.4% de los casos reportados, cifra que quizá tenga que ver con el tipo de pacientes afectados pues todos los estudios demuestran que el riesgo para un paciente de morir por COVID-19 varía en función de diversos factores, incluyendo en dónde es tratado, su edad y cualquier condición de salud preexistente, incluidos los realizados por el Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades que arrojó la certeza de que afecta más gravemente a las personas mayores con problemas previos de salud.
Detener la epidemia dependerá de un hecho fundamental, el de lograr que todas las personas que presenten algún cuadro semejante al de la gripe, sean atendidos por los médicos, pues el 80% de los casos de COVID-19 son leves y los expertos creen que muchos casos no graves no se han dado a conocer porque las personas no acudieron al médico, o lo hicieron cuando la enfermedad era muy grave.
Y esto es solo el momento previo a la epidemia. Ojalá la afrontemos exitosamente.
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