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Los príncipes (y las princesas) del poder en Chihuahua

Los príncipes (y las princesas) del poder en Chihuahua 1 de noviembre de 2022

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih

I.- Del lado izquierdo del cartel que promociona la obra “La golondrina y su príncipe”, se observa una mano de color dorado. Es la mano del príncipe de uno de los cuentos de Oscar Wilde (“El príncipe feliz”), que en la narración es representado por una estatua cubierta de oro y piedras preciosas. 

Justo en medio del cartel está dibujada una estrella, cuyo fulgor une las imágenes con el mensaje publicitario que está escrito del lado derecho. Lo que intenta representar ese fulgor es un horizonte inadvertido, un horizonte cuya luminosidad está en duda en estos días. La obra “La golondrina y su príncipe” ha brillado por su evidente opacidad. 

En el cartel no aparece el cuerpo del príncipe, solo se observa una mano extendida de la cual se desprende el vuelo de una golondrina. 

Cabe entonces preguntarse: ¿Dónde está el cuerpo del príncipe que no aparece en el cartel? ¿Por qué razones el cuerpo del príncipe no aparece en el cartel publicitario de la obra? 

En varios de sus libros y ensayos, el filósofo del arte Georges-Didi Huberman recomienda interpretar las imágenes desde los márgenes, desde el territorio donde un cartel significa más allá de sus orillas. 

Según Huberman, hay que hacer ver lo que aparece más allá de las orillas de un cartel publicitario, lo que está fuera de cuadro, lo no visto (“Lo que vemos, lo que nos mira”, 2010, Ediciones Manantial, Argentina). 

Lo que aparece más allá de los límites del cartel publicitario que anuncia la obra “La golondrina y el príncipe”, es el cuerpo del príncipe, de quien solo se observa la mano. 

En el cuento de Wilde, la figura del príncipe que es representada por una escultura tiene un significado simbólico. De hecho, el cuento del escritor inglés amerita ser interpretado a partir de sus significados simbólicos. 

En el cuento y la obra que se presentará en estos días en la ciudad de Chihuahua, aparecen al menos tres significados simbólicos: 

a) el príncipe, 
b) la golondrina y, 
c) una ciudad habitada por gente miserable.

El cuento de Wilde y la obra cuyo escenario comienza a ocupar la plaza de El Palomar, son una narrativa en la que se entremezclan los tres contenidos simbólicos mencionados. 
La literatura y el teatro se construyen a partir de contenidos simbólicos. 

En este artículo, se analizan los significados simbólicos de la figura del príncipe que aparece en el cartel publicitario de la obra “La golondrina y su príncipe” y, que forma parte del escenario y la narrativa de esta obra. 

II.- Los acontecimientos en torno a la presentación de la obra “La golondrina y su príncipe” aportan una serie de datos que permiten analizar la figura simbólica del príncipe o del principado. La figura del “príncipe” es una metáfora del “poder”, que toma relevancia a partir de la publicación del libro “El príncipe” de Nicolás Maquiavelo (1513).  

Metafóricamente, el príncipe representa al poder del Estado que ha evolucionado a lo largo de la modernidad. En el libro “Metáforas del poder” González García ha analizado diversas metáforas del poder, que se han hecho presentes durante la modernidad (1998, Alianza Editorial, España). 

En la teoría política un “principado” es un territorio que está gobernado por un príncipe o una princesa, en quienes se deposita el poder soberano. 

Los principados del poder son territorios donde gobiernan los príncipes (o las princesas). La obra teatral “La golondrina y su príncipe” permite ver con claridad el principado de un poder en Chihuahua, y este principado que está más allá de un guión y un escenario, se forma en un territorio donde se coligan los intereses políticos del panismo con los intereses económicos del empresariado. 

El cartel que publicita la obra analizada, donde no aparece el cuerpo del príncipe, trae consigo uno de los significados más profundos de la metáfora política del príncipe en la modernidad. 

El cuerpo de los príncipes (y las princesas) en quienes se deposita el poder, no se puede ver a simple vista, no aparece en el centro de un cartel publicitario o en el escenario de una obra. El cuerpo de los príncipes (y las princesas) del poder se esconde y actúa de manera subrepticia. 

Es entonces necesario develar el cuerpo de los príncipes (y las princesas) del poder, que no se observa por completo en un cartel publicitario o en el escenario de una obra teatral. 

Las fotografías del montaje de la obra “La golondrina y su príncipe” en la plaza de El Palomar, que se han publicado recientemente, dejan ver un príncipe sin rostro. 

Posiblemente, el rostro del príncipe que forma parte del escenario de la obra, tomará forma durante la escenificación. Pero hasta el momento, el príncipe de esta obra se muestra sin rostro. 

Antes de la presentación de la obra en cuestión, hay dos indicios en torno a la figura del príncipe: 

  1. el cartel publicitario de la obra, donde no aparece el cuerpo completo del príncipe y, 
  2. la escultura monumental del príncipe que no tiene rostro, que forma parte de la escenografía.

A unos días de la presentación de la obra, somos espectadores de la ausencia de un cuerpo y un rostro del príncipe. 
El cuerpo del poder se mueve entre las sombras, actúa detrás de los escenarios que se montan mediante los espejismos periodísticos y los engaños publicitarios. 

El cuerpo del poder no se observa a simple vista. El cuerpo político de los príncipes (y las princesas) del poder se construye fuera de cuadro, en los entretelones donde se escenifica la historia del presente. Los príncipes (y las princesas) no suelen mostrar su cuerpo que está hecho de un poder que entremezcla intereses políticos y económicos a la vez. 

De hecho, el objetivo del artículo “La golondrina María Eugenia y el príncipe Jaime Federico” fue mostrar la manera en que se construye el cuerpo de los príncipes (y las princesas) del poder en Chihuahua [Meza, portal de “Aserto”, 26 de octubre de 2022]. 

Si los mecanismos del poder suelen esconder el cuerpo de los príncipes (y las princesas) que nos gobiernan, es necesario entonces mostrarlos de manera ostensiva. Es necesario exhibir de cuerpo entero a los príncipes (y las princesas) del poder en Chihuahua, que tienen nombre y apellido, y han quedado atrapados en una trama que será parte de la memoria del escándalo de la historia política y cultural de Chihuahua. 

 III.- El transcurso del montaje teatral “La golondrina y su príncipe” se ha salido de su cauce. Hay otro escenario que está más allá de la ciudad ficticia que se monta en la plaza de El Palomar, que se extiende hacia las entrañas de la política local.  

Hay otros actores y otras palabras más allá de un guión, que dejan ver las torpezas cometidas por los gobiernos del PAN en Chihuahua. Ya no hay un guión que determine lo que los actores deben decir. Ya no hay indicaciones precisas que los cuerpos de los actores deben seguir, mientras se desplazan en un escenario que va más allá de sus propias orillas. 

Ya no hay algún final feliz, en la víspera de la navidad del año 2022.   

Más allá del montaje de una obra que se ha salido del control del poder gubernamental, aparecen cuatro cuerpos que se mueven con torpeza, sin gracia alguna. 

Estos cuerpos no tendrían que aparecer en escena, pero han quedado expuestos. Son los cuerpos de los príncipes (y las princesas) que exhiben las miserias del poder. Son los cuerpos de los protagonistas de un montaje que muestra la pudrición de la política en Chihuahua. 

Son los cuerpos de una gobernadora, un presidente municipal, un empresario inmobiliario y un director teatral, que han quedado al centro de la escena de un escándalo, donde los intereses empresariales se imponen ante las decisiones de la política cultural, donde el brillo de la cultura se opaca por los señalamientos de corrupción de los gobiernos panistas, donde los príncipes (y las princesas) del poder exhiben su desnudez ante los ojos de todos…