Chihuahua, Chih.
I.- El laberinto financiero
El gobierno de Javier Corral ha quedado encerrado en el laberinto financiero que le heredó César Duarte. El sexenio de Corral y los que le sigan, estarán acotados por los enormes muros de una deuda que roza los 50 mil millones de pesos. Los límites del presupuesto terminan siendo los límites de la acción y la promoción política. Si no hay presupuesto, la acción y la promoción política de Corral y del panismo se acotan al mínimo. Esto tendrá sus efectos en el proceso electoral del 2021.
Pero el monto de la deuda pública como herencia maldita del duartismo, no explica la incapacidad política de Corral y de su gabinete para manejar adecuadamente la situación. Una cosa es la deuda duartista como problema heredado, otra cosa es la capacidad gubernamental para darle tratamiento al asunto de la mejor manera posible.
La deuda del gobierno del estado de Chihuahua está atravesada por dos variables, una financiera y otra política. Financiera y políticamente, el gobierno del estado ha jugado al ensayo y al error con la reestructuración de la deuda. Hasta el momento, estas jugadas son un rotundo fracaso.
Después de la primera reestructuración de la deuda, diversas publicaciones de “El Diario de Chihuahua” demuestran que durante 2018 se pagaron más intereses por la deuda que en 2017. A poco más de dos años de terminar el periodo del gobierno del estado, la segunda reestructuración de la deuda no ha terminado todavía.
Financieramente, las dos reestructuraciones de la deuda no garantizan mejores condiciones para el estado de Chihuahua en el futuro cercano. Políticamente, el gobierno del estado no ha hecho lo suficiente para resolver el problema de las finanzas públicas que tienen en jaque al sector salud y a la construcción de obra pública.
Las jugadas fallidas para reestructurar la deuda en Chihuahua son la evidencia de la falta de capacidad de un gobierno que no ha logrado consolidarse. Se esperaba que Corral avanzara un buen tramo por los pasillos del laberinto financiero que le dejó César Duarte como deuda, que lograra consolidar medianamente el manejo del presupuesto. Pero esto no ha sucedido. Mientras las paredes del laberinto financiero del gobierno de Chihuahua crecen y se expanden, el gobierno de Corral se deja ver cada vez más extraviado.
II.- El laberinto judicial
¿Cuántos discursos han sido pronunciados por Corral y sus cercanos en contra del vulgar ladrón? ¿Cuántas carpetas de investigación se han integrado contra César Duarte y sus cómplices? ¿Cuántas denuncias se han formulado y cuántas han sido sometidas al proceso penal correspondiente? ¿Cuántas penas están siendo cumplidas por los saqueadores del presupuesto? ¿Cuántos recursos financieros han sido reintegrados con los litigios correspondientes de por medio? ¿Cuántos presuntos culpables están jugando el papel de testigos protegidos?
Las paredes del laberinto judicial de Corral, están hechas de discursos que se han ido desgastando poco a poco, de carpetas de investigación inconclusas en los procesos judiciales, de denuncias que no han logrado someterse a proceso, de penas no cumplidas, de dinero que no ha sido reintegrado al presupuesto y de culpables que extrañamente se convirtieron en testigos protegidos.
El gobierno de Corral está extraviado entre las pilas de palabras y documentos que se fueron acumulando en los procesos judiciales contra los duartistas.
Esos montones de palabras y documentos terminaron formando paredes tan altas que no le permitieron al corralismo poner las miras en otros horizontes de la política local. La vehemencia ética y justiciera del corralismo en la persecución de los duartistas, terminó convertida en una forma de ceguera. ¿Cuáles han sido las miras del gobierno del estado más allá de la persecución de los duartistas? Pocas, demasiado pocas para el tamaño de los problemas que se viven en Chihuahua.
La captura de César Duarte no se observa cercana, y tal vez no llegue a consumarse. Quizá tenga lugar la captura del exgobernador en el extranjero, y comience un proceso de extradición que será largo y tortuoso. Pero hay algo cada vez más seguro, en caso de darse la extradición, no sucederá durante el actual periodo de gobierno. Javier Corral no tendrá en sus manos la cabeza cortada de César Duarte para presumirla como trofeo de una batalla ganada.
Los señalamientos y reclamos ciudadanos que en su momento se encauzaron sobre la figura de Duarte, se encauzan ahora sobre la figura de Corral. En el curso temporal de los sexenios, la cabeza de César Duarte forma parte de una historia que se aleja. El lugar que ha ocupado la cabeza del exgobernador priista desde los meses previos a las elecciones del 2016, va siendo ocupado cada vez más por la propia cabeza de Javier Corral.
Las promesas no cumplidas, los problemas no resueltos, los errores y las omisiones cometidas en la responsabilidad gubernamental, son facturas que ya se le cobran al corralismo y al panismo en Chihuahua. Los cobros de esas facturas quedaron evidenciados en las elecciones del 2018 y se acentúan cada vez más, mientras del gobierno de Corral se acerca a su término.
III.- El laberinto de las contradicciones
La era de la postverdad en el México del siglo XXI no comienza con los mecanismos que vuelven dudosa la verdad en las redes sociales. La postverdad no se inaugura con la rumorología de las redes sociales, sino que surge a partir de las contradicciones de los actos políticos y de gobierno. Las promesas no cumplidas, los hechos que desmienten los discursos, la capacidad de los políticos para “andarse por las ramas”, son el contexto en el que surge la postverdad. En la política mexicana, el laberinto de la postverdad está más en el terreno de lo real que en el terreno de lo virtual.
Antes que las redes sociales, los políticos se han encargado de levantar los muros del laberinto de la postverdad. Los precursores de la postverdad en México fueron en un principio los priistas. Al arribar al poder en los gobiernos estatales y la presidencia del país, los panistas también se convirtieron en promotores de la postverdad. Todo partido y todo político que arriben al poder, pueden convertirse en artífices de la postverdad. En el engaño y la traición de los políticos germinan los fracasos de la verdad.
El lugar de las contradicciones donde la verdad se pone en entredicho, sucede entre la luz y la oscuridad. Ya poco se habla del lema que inauguró el sexenio de Corral en los meses finales del 2016. El “nuevo amanecer” del corralismo es un asunto que ha quedado postrado en la incertidumbre de la postverdad.
¿Qué pesa más en el ejercicio de gobierno de Corral, las verdades y la franqueza, o el engaño y la traición?
En el actual gobierno del estado son numerosas las contradicciones entre los discursos y los hechos.
El respecto a la autonomía de los organismos ciudadanos quedó en entredicho con la intervención de Corral en la destitución de Rodolfo Leyva como encargado del ICHITAIP. El intervencionismo del ejecutivo para controlar al poder judicial en Chihuahua, quedó demostrado con el nombramiento de Lucha Castro en el Consejo de la Judicatura y con la llamada que Javier Corral le hizo a la magistrada Adela Alicia Jiménez Carrasco, en mayo del año pasado.
En días recientes, el panista y también integrante del Consejo de la Judicatura, Joaquín Sotelo Mesta, denunció anomalías en el nombramiento de jueces y magistrados. La mano de Corral se ha dejado ver en los entretelones de las destituciones y nombramientos de jueces y magistrados en el poder judicial. La separación de poderes en Chihuahua es todavía una ficción. La corrupción corralista quedó evidenciada con el manejo que Antonio Pinedo hizo de las finanzas en la oficina de Comunicación Social, y con la falta de acciones para sancionar a los responsables.
Cuando la contradicción se hace presente entre las palabras y los hechos, entre las promesas de campaña y los actos de gobierno, tiene lugar también un extravío.
Lamentablemente, este extravío no le pertenece solamente al gobernante.
Es evidente que el voto que la mayoría ciudadana le otorgó a Corral en 2016, ha quedado extraviado en los laberintos del quinquenio.
El voto ciudadano que llevó a Javier Corral a ganar las elecciones en 2016, se perfila como un voto perdido.