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Los fugaces reflectores

Los fugaces reflectores 29 de mayo de 2022

Alfredo Espinosa

Chihuahua, Chih

Discurso en Monterrey para recibir el Premio Minerva Margarita Villarreal 2022.

Antes de este Premio, antes de que me iluminaran estos fugaces reflectores, estaba casi seguro de no existir. Salvo por mis libros, existe poco rastro de mi existencia: nadie me convoca a un encuentro de escritores, nadie me pide ser jurado de algún premio, nadie me propone un curso, una entrevista, no aparezco en el diccionario de escritores mexicanos, no tengo un editor, no he estado en el Sistema nacional de creadores. Y un poco ardido digo: con el Fonca o sin el Fonca sigo siendo el Rey.

Hace unos años, me llegaron varios telefonazos para felicitarme por haber ganado el Premio Aguascalientes. No era yo, era uno de mis homónimos, Alfredo Espinosa el otro, Alfredo Espinosa Quintero, éste sí, famoso poeta. En mis datos de Wikipedia, está su nombre pero con mi foto y parte de mi currículum. 

Todo apresura mi borramiento. Ay pobrecito de mí.

Mis maestros y amigos, Sebastian, Águeda Lozano, Benjamín Domínguez, Carlos Montemayor, corrieron con mayor suerte por sus talentos y porque saltaron las trancas y se arraigaron en la Ciudad de México, y Jeannette L. Clariond en Monterrey. Quedarse en Chihuahua, ser un poeta de provincias, no es estratégico: Es un modo de invisibilizarse. Incluso, hace unos años, escribí esto:

Alfredo Espinosa no es un pseudónimo

Es el nombre de un escritor anónimo

A quien en vida lo alcanzó el olvido

Un destino que tuvo merecido.

No critico ni denuncio ni me quejo. Simplemente documento cómo es el orden de las cosas.

Después de haber abandonado la idea de que alguien de la CdMx me descubriera, decidí cambiar de proyecto: el arte no es instrumento para la notoriedad sino vehículo de felicidad.

Y a partir de entonces, ya no brinco ni alzo la mano. Ya ni siquiera ladro. Ya no soy el de antes / ya colgué los guantes.

La trascendencia, por mí, puede esperar. Sean otros universales; yo soy un artista local.

¿Quién va en la Carroza de esa cosa alada y sagrada que es la poesía? No sé y no me importa. Quizá mi trabajo fue haber dado agua a los corceles que la mantienen en vuelo. O entretener a las musas mientras ellos se concentraban en crear el poema. Pero, en verdad les digo, yo estuve ahí.

Pero a mí, ya se me pasó el tren, y si no me apuro, se me va el avión.

De cualquier manera soy un escritor que bien valdría la pena echarle una leeidita.

3.- El río del tiempo que atraviesa mi vida, apacigua en mí el espíritu que antes se entristecía o se enfurecía por la ruin manera que hemos hecho girar el mundo. 

Yo, por mi parte, fui un animal celeste y solitario que imaginó muchas vidas pero que solo atinó ser algunos quienes.

Quizá hago las cosas distintas a muchos otros: Yo escarbo y escarbo para abrir una ventana al cielo.

Saco de las lesiones, lecciones. De las heridas del poema, la interrogación ensangrentada, es mi corazón

Escribo para describirme y para desescribirme. A fin y al cabo, toda obra es un boceto para un autorretrato. Perpeto la biografía como un atentado contra sí mismo. Y encuentro que en las profundidades de la autoexploración reside la verdad de ti mismo, es decir, el otro. Mientras más hondo caves, más te reconocerás con tus semejantes. 

4.-Bajo estos preceptos escribí Amargo animal.

Vive intensa, plena, locamente, con las puertas abiertas y el corazón a la intemperie, mira cómo traspasa esa fragancia los espejos, y como un suspiro, el halo gélido de la muerte. Animálate con el paraíso que te cabe en la mano cuando la pones en la entrepierna del amor, viaja por los laberintos que eres, goza también el viaje de tu sosiego, ilústrate con los tonos del delirio, lee sólo aquello que se deshoje en los paisajes de la luna o en el revés de una página de agua.

Los libros son mundos para saborearse, alfabeto de la música, volutas de sándalo en tu mente, Gózalos, padécelos, Luego respira literatura, come, sueña literatura, maldícela, cógetela, retuércela, vomítala, defécala, sepúltala, ámala, quiébrale el corazón para que te hiera como nadie, y si todavía te hace volar, escríbela.

No mientas sobre lo que sabes: ante toda opresión,  libérate.

Y aprendí esto: escribe con nubes tu biografía.

5.- El poeta, un ser excepcional, es también un tipo como cualquiera: de la vida sale el poema. Y la vida se carga de desdichas, precariedades económicas, trabajos estresantes, nubes tóxicas demorándose en el corazón.

Nada en el país parece promisorio. Bajo nuestros pies hay un suelo disparejo y agujerado por las fosas clandestinas; en aire sobrevuelan en vilo los desaparecidos, la vida pende de un hilo, el apocalipsis viene con la sangre hasta la crin de los caballos, una bala atraviesa el corazón de una paloma. Vivimos en la nota roja.

No. No nacimos para ser hermanos, sino para organizarnos en pandillas

El traqueteo de una AK - 47, su música letal,

rafaguea a una flor. Nadie

sabe cómo se llamaba esa muerta

Las ambulancias aúllan, la policía 

acordona la zona: un bebé acribillado, 

y con el tiro de gracia

Los gladiolos se abren como siempre

6.- Ser poeta no es una voluntad; es un destino. Ser poeta no es un oficio, es un lenguaje. Es un instrumental sensitivo, una caja de herramientas para decir al mundo.

¿Quién es el Amargo animal? Otro poeta de la pinche piedra, de la experiencia, del realismo sucio, del desencanto. Un animal que ya no es la víctima en la demolición del mundo, sino uno más de la pandilla que hace agujeros en la red de agujeros.

Soy alguien que canta entre las balas.

Un hombre que conoce la derrota. Que ha visto su ego hacerse añicos. Me he decepcionado de mí mismo y he mordido el polvo.

A veces pienso que no es que yo no exista, sino que vivo en un país muerto.

Este libro se escribió en los últimos veinte años. Pasó por el río de la verdad. Atraviesa el corazón, duele y sangra. Me revela y se rebela.

Lo escribió un hombre más joven que yo, y más amargo.

En realidad, del poema no importa su trama o el estilo, sino que sorprenda y haga resplandecer una verdad que el corazón necesita.

7.- He apostado por la cultura toda la vida. No puedo vivir sin hacer arte o de intentarlo. Y he puesto a su disposición mi vida.

Los libros son productos de nuestras patologías. Si la escritura es un vicio, una enfermedad incurable, ¿por qué exigimos que nuestras obsesiones sean premiadas o reconocidas? Simplemente el poeta debe construir, como los albañiles, mundos más habitables.

¿Quién es el poeta?¿Quién soy yo? Nada. Yo es otro de otro. Un libro rodante que a veces vuela, un animal póetico. Una honda y celeste nada. Un Amargo animal.

Sin amuleto anduve y sin antídoto

Me contenta la vida

Todo lo demás es ceniza.