Chihuahua, Chih.
Pareciera que no resultaron ciertos los argumentos esgrimidos por los impulsores de la homologación de las elecciones locales con las federales.
Decían que, al unirlas, se podría dar espacio a que los gobernantes realizaran sus tareas sin los apremios de las contiendas electorales.
Pues que les digan tal cosa a la larga lista de suspirantes por la candidatura al gobierno de Chihuahua en 2021, ya está presente en la clase política, en las especulaciones de analistas, editorialistas y en un sector minoritario de la sociedad.
Discreta, pero sólidamente, se está construyendo un nuevo grupo político dispuesto a ganar la gubernatura de Chihuahua.
Podrían llevar de candidato a Armando Cabada, el alcalde de Juárez, en esa intención se inscribirían actores políticos como Marco Adán Quezada, César Cabello, Lupita Pérez Domínguez, probablemente Alfredo Lozoya -el alcalde de Parral-, además de algunos otros integrantes del PRI.
Su incorporación podría cambiar los números electorales del 2018 y catapultar al juarense a la gubernatura.
Si se hiciera un recuento, frío, dados los antecedentes previos -los de las elecciones del 2018- e incluir el efecto “AMLO”, es muy probable que, si las elecciones se realizaran en el actual momento, el alcalde de Juárez, Armando Cabada, sería quien tuviera la ventaja, por encima de la alcaldesa de Chihuahua, la panista Maru Campos y del candidato (a) de Morena, cualquiera que éste fuera, entre los que aparecen, notoriamente, el delegado del gobierno federal, Juan Carlos Loera, y el senador Cruz Pérez Cuéllar.
Hay un ingrediente: Cabada y Maru le han apostado a sus respectivos proyectos de alumbrado. Será un factor determinante para sus aspiraciones.
Quienes abanderaran a Morena y PAN deberán, al contrario de Cabada, afrontar la elección (o designación) interna, lo que implicará un desgaste político.
El senador Gustavo Madero deberá superar claramente a la alcaldesa Campos, lo que se advierte muy difícil, dados los niveles de simpatía de la alcaldesa. Si el gobernador Corral insistiese en postular a alguien cercano a él, tendría serios problemas, dadas las bajas calificaciones del mandatario chihuahuense.
En cambio, el senador de Morena, el ex panista Cruz Pérez Cuéllar deberá convencer -y no solo con encuestas- que sería mejor candidato que Loera, el chihuahuense favorito de Palacio Nacional.
Lo paradójico será que en Morena los métodos de designación de sus candidatos a gobernadores se parecen, cada vez más, a los del antiguo partido del régimen, el PRI. En éste, los dirigentes nacionales llamaban a los perdedores y les soltaban -pues fíjate que perdiste la encuesta-.
Una certeza tenemos y es la de que el PRI, por primera vez en su historia chihuahuense, no tiene posibilidad alguna de emerger con un triunfo.
¿Por qué asentar que Cabada arrancaría con ventaja?
Por varias razones. La primera, porque enfrentó -igual que Maru Campos- la candidatura de López Obrador. Obtuvieron números semejantes en la votación, pero las alianzas concretadas por Cabada lo ponen en ventaja.
En Chihuahua todo hace suponer que el ex alcalde Marco Adán Quezada podría ser candidato a la alcaldía o a la diputación federal; asimismo, desde hace tiempo se discute con el alcalde de Parral la posibilidad de que sea candidato a la diputación federal por esa alianza, la que postularía en Cuauhtémoc a la ex diputada federal, Lupita Pérez.
Además, semanas atrás, el ex diputado local y ex alcalde de Jiménez, César Cabello, integrante del grupo en el que participa Quezada, luego de conversar con Cabada, publicó en su muro de Facebook lo siguiente:
“… tuve la oportunidad de conocer un proyecto para Chihuahua que me convence, Armando Cabada representa una opción para nuestro Estado que reconoce la necesidad de construir alianzas, propone hacer política a partir de la esperanza y del trabajo para un mejor Chihuahua…
Me parece que Cabada representa una oportunidad para hacer de Chihuahua un estado seguro y próspero… Me agrada este proyecto y de mi parte le ofrezco mi mejor esfuerzo porque creo que es bueno para Chihuahua!”.
El pronunciamiento ha sido el más nítido acerca de las pretensiones de este grupo que aún conserva fuerza en la capital del estado.
¿Cuánta? Imposible determinarlo, pero con toda seguridad mayor a la que el PAN conserva en Juárez y que la fuerza de Morena lo empujaría al tercero o cuarto lugar, en disputa con el PRI, en esos niveles, en el antiguo Paso del Norte.
Y si el Caballo Lozoya se integra a tal candidatura, ninguna fuerza sería capaz de competir con ella en el sur del estado.
Por otra parte, la aparición de Lupita Pérez Domínguez, podría significar la puntilla al PRI cuauhtemense y convertirse en la fuerza con capacidad de disputarle a Morena todos los votos en la puerta de la Tarahumara.
Pero al PAN le quedan dos reductos, Delicias y Camargo, con el atenuante que el segundo municipio no tiene un número importante de electores y que en el caso de Delicias, si bien los candidatos del PAN ganaron, los postulados por Morena estuvieron cerca, muy cerca de ellos.
¿Y Morena?
Lejos del ejercicio del poder local, disminuidos en el Congreso del Estado, cercados varios de sus dirigentes y funcionarios por los escándalos, les queda, como potencial político, el que genere el presidente López Obrador y los programas sociales de su gobierno.
Ausente de las boletas electorales -como el escribiente supone que será- la figura del presidente será una influencia lejana en la disputa electoral, Morena podrá conservar porcentajes importantes de la votación a la alcaldía juarense, pero deberá anotarse que en este caso los votos obtenidos fueron extremadamente parejos frente a Armando Cabada.
Algunos podrán argumentar que el candidato -Javier González Mocken-, por su pasado priista muy reciente, no concitó las suficientes simpatías, pero el hecho estriba en que con todo y el tsunami lopezobradorista, el alcalde Cabada les empató en la elección a la alcaldía. Todo hace suponer que conserva la mayor parte de su potencial electoral.
Si esto es así en la frontera, no cabría esperar mejores números para Morena en la capital del estado, en donde obtuvieron porcentajes cercanos al 25% en la votación de alcalde en 2018. Lo lógico sería suponer que alcanzarían una votación menor pues ahora no se beneficiarían del efecto “Peje”.
Le quedaría, al partido del presidente, el reducto del occidente, con Cuauhtémoc, Guerrero y Gómez Farías como sus principales fuentes de votación, pero enfrentarían, sobre todo en el primero, una fuerte competencia con los independientes.
Pero todo lo anterior tiene un defecto: Hasta ahora es imposible determinar el efecto López Obrador, y menos a casi dos años de las elecciones.
La visión optimista habla de que el efecto de los programas sociales ejercerán su efecto benéfico sobre las candidaturas de Morena, a lo que se sumará, en esa visión, el buen tránsito de la economía nacional, como fruto de las políticas gubernamentales de la 4T.
Lo contrario será catastrófico para Morena. ¿Y qué tal si los votantes no trasladan los beneficios de los programas al ámbito electoral? ¿O que los problemas de la distribución de los programas continúan, o con altibajos, o que los planes económicos del gobierno federal no aterrizan adecuadamente?
Y todavía les falta la designación de los candidatos ¿Y si salen como los gobernadores emanados de las elecciones del 2018?
Sí, porque, de acuerdo con la evaluación de Arias Consultores, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, está en el lugar 21 en las calificaciones, pero Cuitláhuac García, de Veracruz, está en el 29; Adán López, de Tabasco, en el 31 y Cuauhtémoc Blanco, ¡En el último, abajo de Javier Corral!
Sorpresivamente, Rutilio Escandón, de Chiapas, aparece en el 5o. lugar.
¡De cinco, cuatro resultaron mal calificados!
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