Chihuahua, Chih.
¿Puede alguien, razonablemente argüir que factores menores hubiesen impactado en el ánimo de la mayoría de un electorado?
¿Cómo pueden los seguidores de la 4T argumentar que “el PAN”, los “conservadores y los medios”; que el INE y quien sabe que más paparruchas fueron los principales factores de la bajísima afluencia de electores a la consulta popular del pasado domingo?
¿Cómo pueden alegar eso si solo acudieron 7 de cada 100 electores a emitir su opinión?
¿Cómo achacarle al INE la principal responsabilidad de la falta de difusión de la consulta si el presidente, con una extrema difusión, se encargó de publicitarla durante semanas?
Peor aún, en el colmo de la irracionalidad, diversos militantes de Morena, unos, le achacaron a su falta de inserción y/o trabajo en la sociedad, y otros, en la exasperación, despotricaron en contra de los ciudadanos chihuahuenses y cuando todavía no conocían los resultados confiaban en que “la gente del sur, esa sí está a tono con la 4T”.
Pues ni unos ni otros, ni el electorado del centro del país, particularmente los de la capital del país, decidieron ni siquiera despeinarse y acudir a votar en la consulta.
Si en Chihuahua fueron 3 de cada 100, en la ciudad de México solamente acudieron 10 por cada centena.
La respuesta más asequible a la escasa votación se ubica en que la pregunta era absolutamente ininteligible para la mayoría de los mexicanos; y lo era por una razón: No porque no la entendiera, sino porque era ininteligible… y porque era inútil.
Claro que influyeron una buena cantidad de factores, entre ellos destacadamente la falta de cultura participativa y democrática de la absoluta mayoría de la población, lo que propicia que los ejercicios de democracia participativa no sean asimilados prontamente por la ciudadanía.
Pero si a eso le sumamos el peso contradictorio de la voz presidencial. Muchos mexicanos -entre ellos no nos contamos- recibieron bien el anuncio de que López Obrador no se dedicaría a perseguir a los mandatarios del pasado, pero luego pasa a ser el principal promovente de la consulta… para enjuiciarlos y luego dijo que votaría en contra.
¿Entonces, en qué quedamos?
No, po’s no, así no, la gente mejor se fue a hacer de todo ese día, todo, menos ir a votar.
Y los más informados, incluso seguidores del presidente, sin hacer mucho ruido sostuvieron que enjuiciar a los ex presidentes es una facultad de los gobernantes y, por tanto, si hay pruebas, que los enjuicien.
El verdadero espectáculo -penoso- es el ofrecido por los seguidores de AMLO en el curso de la semana. Han hecho de todo para justificar lo que es injustificable: La preguntita era inútil. Eso respondieron muchos mexicanos.
Se equivoca el presidente al enderezar a lo largo de la semana, una y otra vez, ataques a sus adversarios (reales o supuestos). Ni ha perdido imagen (bueno, sí, un poquito en este episodio), ni ha perdido fuerza, lo que sí puede aprender es que la mayoría de los mexicanos está dispuesta a creerle, pero que no le van a creer todo, ni todo el tiempo.
Y esa sí que debiera ser una enseñanza para el presidente (ojalá la asimilara) pues si un mensaje envió el resultado de la consulta es que la mayoría de los mexicanos no está dispuesto a seguirlo en todas las aventuras a las que llame; que esa mayoría, todavía, le está otorgando el bono de la confianza, que saben de los enormes excesos, corruptelas y robos cometidos por quienes estuvieron en los gobiernos y que confían en que él, López Obrador, no hará lo mismo.
Eso piensan muchos.
De ahí que la cifra de asistentes a la consulta no guarda relación con ninguno de los asuntos que más le preocupan al presidente: Su imagen, la fuerza de Morena, la posibilidad de que su partido repita el triunfo en la presidencia de la república.
Bien, no guarda relación directa, pero sí puede formar parte del conjunto de factores que, sumados, sí pueden causarle un agravio mayor, por ejemplo, perder la presidencia de la república en 2024, o la mayoría en la Cámara de Diputados.
Y hay un buen número de cosas que les están sucediendo a los mexicanos que sí pueden ser decisivos al momento de emitir su voto en ese año.
Algunas de ellas, incluso, demostradas por un buen número de estudios que están dándose a conocer en los días recientes, se refieren a la real disminución en el porcentaje de personas beneficiadas por los distintos programas del Bienestar, a las cifras reales de incremento de la pobreza, al verdadero estancamiento económico que se irá apreciando al paso de los próximos meses; a la innegable violencia creciente en prácticamente todo el país ante la cual el gobierno lopezobradorista parece inerme, etc.
Esos sí que serán factores que podrían incidir en las muy decisivas elecciones del 2024.
Para salir airosa en ellas, López Obrador deberá efectuar una profunda reconversión.
¿Será capaz de hacerla?
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