Chihuahua, Chih.
Seguramente que muchos chihuahuenses recuerdan -más allá de los políticos, analistas y los periodistas- el momento político en el que César Duarte perdió la buena imagen popular que hasta entonces, maltrecha, pero se mantenía.
En el momento que las redes sociales empezaron a difundir las escenas de la celebración del cumpleaños de César Duarte en la Casa de Gobierno, festejado en primer lugar por Juan Gabriel y acompañado de toda la clase política priista de ese momento, en ese preciso instante se empezó a cavar la tumba política de quien es hoy, todavía, prófugo de la justicia norteamericana.
Ese climático momento sería clave para lo subsecuente en Chihuahua.
Lo fue.
No sería el único, al anterior siguieron otros, siempre in crescendo, en el que, ahora sí, los ciudadanos, en mayor o menor medida, empezaron a mostrarle al gobernante su rechazo y su repudio, hasta llegar a la rechifla de la noche del 15 de septiembre de 2014. A partir de ahí sólo se necesitaba que alguno de los protagonistas políticos asumiera el papel de líder antiduartista, se erigiera en candidato al gobierno y triunfara.
Otro de esos momentos ocurrió cuando la tragedia del Aeroshow, que no solo se abatió sobre los chihuahuenses -en especial sobre las víctimas, sus deudos y los familiares de los sobrevivientes- sino que marcó (por lo menos hasta ahora) la trayectoria política de Marco Adán Quezada.
Hasta momentos antes de ella, todo apuntaba a que, a pesar de Duarte, sería candidato al gobierno de Chihuahua, por su partido o por cualquier otra vía.
Ese doloroso momento trastocó todo, para las víctimas, y para el saliente alcalde capitalino.
Otro destacado momento de esa categoría -climático- sin duda lo fue aquel en que el noticiero de Carmen Aristegui dio a conocer el reportaje de los reporteros Rafael Cabrera, Daniel Lizárraga, Irving Huerta y Sebastián Barragán, sobre la propiedad de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, “La casa blanca”, regalada, según todas las evidencias, por uno de los empresarios más ligados al presidente Peña, y que había sido, beneficiario de la adjudicación de decenas de obras con importes superiores a los 30 millones de pesos, tanto en la gestión de Peña en el Estado de México, como en la presidencia de la república.
Todo por un reportaje de esa casa en la revista “Hola”.
Años después, esa misma revista daría pie a otro momento. La boda de César Yáñez recibió un trato semejante al de la casa blanca y con ello le daba una sonora descalificación a lo central del discurso del presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.
Y acá, en la “aldea” (nunca estará de más recordarlo, se usa esa frase porque en alguno de los coloquios convocados por el gobernador Corral, nos llamó a superar la etapa “aldeana” de nuestros divagaciones, debates y relaciones) Pablo Cuarón, con apenas unas horas de recibir el nombramiento como Secretario de Educación del gobierno del “Nuevo Amanecer”, lanzó su memorable: “Las promesas son del corazón, no de la razón”, al aludir la promesa de campaña de Javier Corral, de desaparecer las cuotas de inscripción en las escuelas públicas, incluidas las de nivel medio superior y superior.
Días más tarde, Corral trató de convencer a los chihuahuenses de que aceptaran, de nuevo, las fotomultas, contra las que se había alzado un vasto rechazo popular en tiempos de Duarte.
No son los únicos ejemplos, hasta llegar a la cena de la noche del 15 de septiembre último, las reacciones de rechazo, críticas, en las redes sociales crecieron a niveles no conocidos por el equipo de Corral, llegaron a uno de los momentos más altos.
Algo semejante le ha ocurrido al equipo de la alcaldesa de la capital, María Eugenia Campos.
Sorpresivamente, sin que existiesen otros elementos que llevasen a concluir que las finanzas del municipio de la capital del estado tuviesen graves problemas de liquidez o de falta de presupuesto para el próximo año, que le impidiesen llevar al cabo la obra pública, la requerida mínimamente y la que “vistiera” a su administración municipal, de cara al proceso electoral del 2021, en la que es evidente buscará la candidatura al gobierno de Chihuahua, sorprendió mediante la difusión de un video en el que ella personalmente anunció que habría un aumento en el impuesto predial “de hasta el 22%” para el próximo año.
No 5, no el 10, no el 15; no, hasta un 22%.
¿Con base en qué? ¿Es cierto que es para dotar de tomas domiciliarias de agua potable a 8 mil casas, además de la construcción de infraestructura de drenaje?
¿Por qué lanzarse de ese modo, a un incremento de la principal fuente de ingresos propios del municipio y, además, someterse a una previsible derrota política pues el presupuesto de ingresos de los municipios debe ser aprobado por el Congreso del Estado, en el que, ya se vió, no tiene mayoría una propuesta de ese carácter?
Bueno, pues ese anuncio puede convertirse en el peor momento climático de la alcaldesa, la que, al igual que Margarita Zavala en el período previo a las elecciones presidenciales, aparece como la más adelantada del panismo para la gubernatura de Chihuahua en 2021.
Y es que no tiene asidero, por ningún lado, ni por el de las aspiraciones políticas, ni por el de los ingresos buscados, ni por el de las economías de quienes son los más leales contribuyentes de las finanzas municipales, especialmente los que, casi como si fuera un ritual, abarrotan desde la madrugada, los primeros días del año (los más fríos) las cajas de las tesorerías municipales para pagar “el predial”.
Por supuesto que la mayoría de quienes acuden en esos días y horas son quienes mayormente podrían resentir un aumento desproporcionado en ese impuesto, al que, ya sabemos, deben sumárseles los del resto de mercancías y bienes del principio de año, de ahí la impertinencia de la elevación del impuesto predial de semejantes proporciones.
Lo peor, el daño, para la imagen de la alcaldesa, está hecho, aún con la rectificación, la que, por supuesto, le permitirá efectuar un control de daños y evitar que se convierta en un problema político electoral, lo que, de todos modos, no le ahorrará que en el futuro, cuando lo necesiten, sus opositores recrearán alegremente aquel anuncio.
El momento de ese video lo recordará la alcaldesa chihuahuense… y también los habitantes de la capital.
Algo parecido sufrirá en estos días el presidente electo de México. La consulta para definir la continuidad o no del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México se convertirá en uno de los peores momentos a recordar por el equipo que se apresta a gobernar el país.
Más valía que se hubiese anunciado que la decisión la tomaría el tabasqueño, apoyado en las evaluaciones de su equipo, de todo tipo, no sólo las de carácter estrictamente técnico, sino las de tipo ético acerca del complejo y sospechoso proceso de la elaboración del diseño y las licitaciones, así como el de la construcción hasta ahora realizada.
La simple enumeración de las fallas de la realización de la consulta -algo inimaginable en este momento, dados los avances informáticos- acarrea una consecuencia peor para los planes y modos de gobernar de López Obrador: La desconfianza acerca de la credibilidad de un ejercicio como el actual, que debió contar con la participación de un conjunto grande de organismos de la sociedad civil, no identificados con los poderes fácticos, y que cuentan con una amplia experiencia en ejercicios ciudadanos, que le hubiesen imprimido una mayor calidad a uno de los primeros experimentos de lo que debiese ser uno de los caminos en la construcción de un sociedad democrática, en el pleno ejercicio de la democracia participativa.
¿QUIEN SIGUE?.- La noche del miércoles anterior fue asesinado Julián Carrillo, líder de la comunidad Coloradas de la Virgen, cuya lucha, de más de 20 años en contra de la “la explotación de recursos naturales en los territorios ancestrales de la zona”, como informó Amnistía Internacional, por algunos terratenientes que se habían apropiado, de manera fraudulenta, “de las tierras pertenecientes a los rarámuris para entregarlas al crimen organizado” ha cursado por el desdén gubernamental, incluso ante la magnitud de la tragedia sufrida por la familia del líder rarámuri, hoy victimado.
A partir del 2014 la familia de Julián había sufrido el asesinato de 5 de sus integrantes y ahora el de Julián, a pesar de las denuncias presentadas por él, por las constantes amenazas sufridas que le llevaron a que su comunidad y él mismo quedaran bajo el resguardo del Mecanismo de Protección para derechohumanistas que el Estado Mexicano (el gobierno de Chihuahua incluido) les debía otorgar.
De nada sirvió.
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