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Leticia Ramírez a la SEP ¿La tercera es la vencida?

Leticia Ramírez a la SEP ¿La tercera es la vencida? 16 de agosto de 2022

Hernán Ochoa Tovar

Chihuahua, Chih.

“La primera tarea de la educación es agitar la vida, pero dejarla libre para que se desarrolle”: María Montessori. Médica y pedagoga italiana (1870-1952).

Tras conocerse el nombramiento de la Maestra Delfina Gómez como coordinadora de los comités de defensa de la 4T en el Estado de México, el Presidente López Obrador la conminó a que dimitiera a la SEP, dependencia que encabezó hasta los albores de la semana pasada. 

Justo en esa coyuntura, el Presidente dejó entrever que la sucesora de la Profra. Gómez en la dependencia que aguarda al célebre escritorio de Vasconcelos, sería una mujer. 

Opinadores y conocedores de las lides pedagógicas comenzaron a barajar a posibles candidatas a la sucesión. Se llegó a mencionar a María Elena Álvarez-Buylla (a la sazón directora del CONACYT), a la Dra. Beatriz Gutiérrez Müller (académica y periodista, actualmente desempeñándose en el comité de Memoria Histórica de la Presidencia), a Bertha Luján (ex contralora del Distrito Federal y ex Presidenta del Consejo Nacional de MORENA), así como a Raquel Sosa Elízaga (directora de las Universidades Benito Juárez y ex Secretaria de Desarrollo Social del GDF) y, secundariamente, Rosaura Ruiz (Secretaria de Educación y Ciencia de la Ciudad de México, y ex Directora de la Facultad de Ciencias de la UNAM). 

Es importante confesar que, quien esto escribe también bosquejó la nominación de Claudia Sheinbaum, pues la actual Jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha destacado con amplitud en la academia, y es un medio en la cual se ha desempeñado por muchos años (intersecándolo con el político), motivo por el cual, dirigir los menesteres educativos de toda una nación sería una tarea que no le resultaría ajena. 

Sin embargo, las candidaturas barajadas resultaron erráticas, pues la ungida resultó ser alguien que nadie en la comentocracia parecía esperar; y, sin embargo, fue aplaudido por el SNTE debido a que -al igual que su antecesora- proviene de las filas del magisterio nacional: la Profra. Leticia Ramírez, quien,hasta el lunes pasado se desempeñó como coordinadora de Atención Ciudadana de la Presidencia de la República, y es una colaboradora de Andrés Manuel López Obrador de larga data. 

Tal y como se ha esgrimido, Leticia Ramírez proviene de las filas del profesorado nacional. Es egresada de la Escuela Nacional de Maestros; y tiene una licenciatura trunca en Antropología Social por la ENAH México. 

Tras haberse desempeñado una docena de años como educadora de primaria, ha destacado en el ámbito sindical (fue lideresa de la Sección 9 en la Ciudad de México, agremiada a la CNTE) y, sobre todo en el político, pues participó en las campañas presidenciales de Cuauhtémoc Cárdenas de 1994 y 2000; y fue jefa de Atención Ciudadana del Distrito Federal durante las gestiones de Andrés Manuel López Obrador (2000-2005); Alejandro Encinas (2005-2006) y Marcelo Ebrard (2006-2012), además de haberse desempeñado como asesora en la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México (2012-2018) y de ahí pasar a la Coordinación de Atención Ciudadana de la Presidencia, cargo que ocupó hasta el día de ayer.

Resulta menester aclarar que las opiniones acerca de la nominación de la Profra. Ramírez se han dividido radicalmente. 

Mientras gente como Claudia Sheinbaum aplaudió la nominación; opositores como la senadora Kenya López Rabadán se expresaron en sentido contrario. 

Personalmente, considero que hay que otorgarle los beneficios de la duda, no obstante los eventuales claroscuros. Siendo objetivos, la Profra. Ramírez tiene experiencia frente a grupo (ser maestra de primaria por 12 años consecutivos le otorga un importante conocimiento del medio, sobre todo del magisterio de a pie), sindical y, sobre todo, política. 

El haberse desempeñado durante tanto tiempo en áreas referentes a la atención ciudadana, probablemente le habrá dado las tablas para saber qué es lo que la gente demanda en diversos campos; caso análogo al liderato de la sección 9, pues, conoce como pocos, los entretelones del magisterio (en este caso disidente). 

De manera semejante, el tener conocimientos en el área de la antropología social (no obstante que los haya truncado) le permitirá tener un bagaje teórico importante de la realidad; aspecto que, si revisamos, de otra manera podría catalogarse como exiguo. Aunque ignoro qué tanto haya profundizado la Profra. Ramírez en la materia, podría decir que tiene ciertas bases y no partirá de cero en la importante encomienda que el Presidente de la República le ha legado.

Por otra parte, hay quienes critican su escasa experiencia en la materia ¡cuando se ha movido en las lides del sindicalismo y el magisterio¡ o, peor aún, su “salto cuántico” (sic) de Atención Ciudadana de la Presidencia -un cargo de tercer nivel- a la SEP (una de las secretarías de estado más relevantes que existen). 

A este respecto, me gustaría ser abogado del diablo: durante la primera parte de su existencia, la SEP la encabezaron intelectuales brillantísimos: Vasconcelos, Sáenz, Bassols, Torres Bodet (en dos ocasiones), Yáñez y Bravo Ahuja. 

Salvo el caso de Bravo Ahuja, la mayoría de ellos no eran normalistas; pero fueron grandes intelectuales comprometidos con el devenir de la educación nacional. A partir del gobierno de López Portillo, comenzó la larga marcha de titulares de la SEP. Porfirio Muñoz Ledo duró sólo un año en su encargo (1976-1977) no obstante su capacidad intelectual (por cierto, él es abogado, pero muy ligado a la intelectualidad y a la docencia también); para concluir con un virtuoso quinquenio de Fernando Solana, quien, no obstante no haber sido maestro de formación, tuvo una basta formación intelectual y jaló a su lado a un relevante pedagogo, como lo fue Pablo Latapí Sarre (quien fungió como su coordinador de asesores).

Miguel de la Madrid, por su parte, tuvo a uno de los grandes (Jesús Reyes Heroles), quien pudo hacer poco ya, debido a su enfermedad. Fue sustituido por Miguel González Avelar, quien era más un hombre del sistema que un sujeto curtido en las lides pedagógicas e intelectuales. 

Un caso análogo se vivió en el salinismo: Manuel Bartlett (1988-1992) es un personaje del sistema en toda la extensión de la palabra; y aunque tiene una relevante formación intelectual (estudió el doctorado en Francia), ha destacado más por su caminar político que educacional. Sin embargo, el caso del Dr. Ernesto Zedillo es emblemático, pues, aunque sirvió al sistema muchos años (hasta que dejó el gobierno en el año 2000), en su pospresidencia ha destacado en el ámbito académico y con creces (es académico de Yale). Quizá Salinas quiso recompener su gestión, pues, al final nombró gente que sí conocía de la materia, como Fernando Solana y José Ángel Pescador (quien es egresado de la Normal de Sinaloa); pero, lo tardío de la acción, hizo que sus acciones no fueran tan fructíferas. 

Con Zedillo, igual, hubo notables claroscuros: Alzati era intelectual, pero duró poco en su encargo. Mientras Limón Rojas, aunque tenía formación, había destacado más por sus servicios al sistema que por su notable paso por la educación nacional. 

Posteriormente, con Vicente Fox se vivieron tiempos raros: Reyes Tamez Guerra (2000-2006) había sido rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Previo a ello, había sido un académico importante. Pero, a mi juicio, ha sido uno de los secretarios de educación más grises que ha dejado la era contemporánea; su desempeño fue poco notorio, no obstante que duró todo el sexenio (quizás se dedicó a administrar (Ronald Reagan, dixit), pero no a proponer ideas para el avance de la educación en México).

Felipe Calderón también tuvo sombras y luces. Josefina Vázquez Mota provenía del liderazgo empresarial y la política ¡pero su experiencia académica era escasa! Alonso Lujambio, en cambio, sí había destacado en el campo de la intelectualidad, y quiso verter ese caudal de experiencias en el currículo educativo. Lamentablemente, el tiempo no le alcanzó (al igual que en el caso de Reyes Heroles, la enfermedad lo terminó apartando del camino). 

Mientras Córdova Villalobos, quien había destacado como un buen Secretario de Salud, terminó cerrando el sexenio con pocas luces. 

Para concluir, debo decir que Peña Nieto repitió los mismos errores de sus antecesores: nominó primero a un político que sabía poco de educación (Chuayfett); luego a un neófito, no obstante sus credenciales (Nuño) quien dinamitó la relación con el magisterio, debido a su política de la estigmatización y el garrote; para concluir el sexenio con alguien más moderado y conocedor (Granados). 

Este último sí conocía más de la materia. De hecho había tenido un desempeño importante en la misma, antes de comenzar el sexenio en cuestión. Quizás si lo hubieran nombrado antes, dicho sexenio no habría terminado de manera tan lamentable.

Respecto al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, ya he comentado con antelación mis percepciones. 

A contrapelo de otras visiones, considero que la Profra. Ramírez sí puede estar a la altura de las circunstancias. De hecho, espero que nos sorprenda (para bien). 

Para concluir, terminaré el presente artículo con una provocación: ¿Porqué tan poca gente impugnó el arribo de Aurelio Nuño a la SEP en 2015? Ese sujeto sabía mucho menos de educación ¡y le llovieron los aplausos de los medios masivos! 

Su recorrido fue semejante, pues de la Jefatura de la Oficina de la Presidencia pasó a la SEP ¿Acaso él era más capaz? Lo dudo. La Maestra Ramírez podrá hacerlo mejor. Y sobre todo, teniendo la empatía con los sectores magisteriales. Quiero creer (Beto Cuevas, dixit).

Hernán Ochoa Tovar

Maestro en Historia, analista político.