La vida es la ruleta en la que apostamos todos

La vida es la ruleta en la que apostamos todos 11 de agosto de 2024

Alfredo Espinosa

Chihuahua, Chih.

¿Con qué o con quién o por qué te casas cuando te casas? ¿Te unes a otro(a) como a una tablita de salvación en medio de un naufragio?, ¿Te casas con un código, con una devoción, con una imposición moral que respetas por sobre todas las cosas, y no con una persona?, ¿o simplemente ya era hora de que asentaras la cabeza y pusieras los pies en la tierra? ¿Ya no aguantas la casa, la soledad? ¿Para cumplir con un mandato social? ¿Se te está pasando el tiempo para crear una familia? 

La vida es la ruleta en la que apostamos todos, canta Cuco Sánchez, y en esas apuestas puede irnos muy mal. Y es que el amor es un juego de equívocos. 

Veamos las estadísticas: sólo una de cada cuatro personas logra unirse con la persona que más ha amado en su vida; y, lo que es peor, sólo una de cada seis, con el paso del tiempo, casi todos se arrepienten de sus convicciones afectivas y sólo unos pocos se sostienen hasta el fin de sus días diciendo que esa persona fue el amor de su vida.

El amor es una atracción libremente elegida a través de la cual se ligan dos personas iguales que no se asumen como propietarios uno del otro sino que acuerdan una unión exclusiva y trascendente capaz de sortear obstáculos de la vida. 

Sin embargo, existen desde su origen o se van imponiendo en el camino, las inequidades, asintonías, asimetrías, disarmonías, discronías, de la pareja que les impide cantar a dos voces la misma canción. 

Alguien desafina y se desbarata el dúo. ¿Por qué? ¿Tiene fecha de caducidad el matrimonio, la unión libre? ¿El amor resiste cada vez menos las pruebas de realidad? ¿Ya estaba rota la pareja cuando intervino la tercera persona? 

Ortega y Gasset considera que el amor se compone de simpatía mutua, fidelidad, adhesión, estima y benevolencia recíprocas. Estás características se repiten en casi todos los autores que han centrado su interés en el tema, y se añaden otras si revisamos las opiniones de otros estudiosos. 

Pero todos coinciden con las cualidades que el matrimonio debe cultivar son la pasión, el cuidado, la ternura, el compromiso, la comunicación. Estos conceptos suelen contener otros de igual importancia: capacidad para compartir la intimidad (pasión y ternura), para comprenderse (comunicarse honestamente sin enjuiciarse), para ser autónomos y respetar los derechos, creencias, opiniones, espacios y amistades del otro), para desempeñar los roles que le correspondan de acuerdo a sus circunstancias, para compartir el poder sin desear dominar al otro, para negociar los desacuerdos sin dañar, entre otras.

La puesta en juego de estas cualidades hará que el hogar sea dulce, pero si las fallas se empecinan y reiteran, se estará empedrado el camino al infierno. 

La traición, consumada o imaginada, siempre lacera la confianza. Pero, ¿cuál confianza? ¿Aquella que se cultiva con solidaridades, proyectos, afectos, acompañamientos, o ésa otra,  pasiva, definida por contratos de matrimonio, rutinaria y anodina? 

Las personas que menos aman, más engañan; las que más aman, menos engañan.

La naturaleza humana es, como lo demuestra la vida de otros animales –en la selva, en el establo, en el gallinero-, polígama. Pero también sabemos que el amor es monárquico, y cuando llega al corazón, los intrusos salen despavoridos. 

Con frecuencia, la infidelidad marca el acto de nacimiento de la conciencia, con la que nos despedimos de la beatitud y de la seguridades infantiles y se comienza a vivir como adultos en la realidad real, donde se posee la certeza de que las personas son atractivas y deseables para otros, y también son susceptibles de sucumbir en las tentaciones del deseo, la curiosidad, la experimentación o el despecho. 

Llega el momento en que los ojos que sólo se tenían para una persona, ahora empiezan a desviarse. 

Antes no había más que lo que tenía en casa; ahora, en cambio, se mira el menú, y se les empiezan a antojar los segundos platos o los postres.

Comentarios: [email protected]