Chihuahua, Chih.
Asombran los argumentos con los que los militantes del lópezobradorismo intentan descalificar a la postura que ha tomado el EZLN en días recientes: decir que es un movimiento impulsado por el salinismo, decir que la hermana de Marcos está conectada con el PRI y mostrar montajes fotográficos de ello, decir que Marcos es un oportunista que se esconde tras un pasamontañas y reducir al movimiento zapatista a la sola figura del subcomandante, decir que el movimiento zapatista se adelgazó y guardó silencio en los últimos años. Cada uno de estas afirmaciones son debatibles.
La historia del EZLN está conectada con la comunidades eclesiásticas de base en Chiapas (léase teología de la liberación) y con la construcción política de un movimiento sui generis desde la izquierda. Cuando la idea de la guerrilla se había agotado en América Latina surgió el EZLN y reposicionó la posibilidad de una forma de resistencia y lucha que se había desgastado al grado del borramiento. El EZLN es una forma de hacer política que entre la acción militar y no-militar, redibuja la resistencia y la lucha más allá de la institucionalización y la electoralización de la política.
La descalificación del EZLN surgió a raíz de la publicación del libro “La rebelión de las cañadas” de Carlos Tello (un intelectual de la derecha y del priismo salinista). Este libro descubrió a Marcos como “Rafael Guillén” y estableció una serie de hipótesis que se pusieron en juego para descalificar al movimiento. Carlos Montemayor desmenuzó y cuestionó el libro de Tello, y sostuvo que la información de este libro fue proporcionada por el propio salinismo con fines explícitos. Eso se puede consultar en la edición 977 de la revista “Proceso” (https://hemeroteca.proceso.com.mx/?page_id=169607).
Posteriormente, Montemayor escribió varios libros en los que analiza a profundidad el movimiento zapatista: “Chiapas, la rebelión indígena en México”, “La guerrilla recurrente” y “Los pueblos indios en México”. Como especialista en el tema de la guerrilla y del tema indígena en México (desde la novela, el ensayo y la promoción de la poesía), Montemayor es la voz más autorizada para hablar del movimiento zapatista.
El EZLN no se reduce a Marcos, ni a un pasamontañas, es una historia compleja que como todo movimiento político tiene subidas y bajadas, acciones intermitentes y estratégicas propias del movimientismo, que se planean con diálogo y acuerdos en base a las posibilidades en la acumulación de fuerzas.
Las afirmaciones conspiracionistas que se han generado en torno al EZLN tienen un sello descalificacionista que toman la forma de una argumentación “ad hominen”. De un solo plumazo se descalifica al movimiento o a sus dirigentes, para descalificar cualquier postura o acción política realizada. Esta es una forma de argumentación simplista, fundamentalista y demonizante. No hay que olvidar que las purgas del estalinismo y del Partido Comunista Mexicano operaron bajó la simplificación, el fundamentalismo y la demonización de los adversarios. Y los adversarios más duros del estalinismo y del PCM fueron los propios compañeros de partido.
Ahí está el caso de José Revueltas y su expulsión del PCM, que Montemayor documenta en la novela “Los archivos secretos”. Las descalificaciones y los juicios eran sumarios, sin posibilidad de defensa alguna para los señalados como ”culpables de traición”. Me pregunto: ¿Si eso funciona desde ya en la 4T? ¿Si se empiezan a elaborar discursos y procedimientos para señalar a los que se supondría “traidores”? En su caso, habría que preguntarse: ¿”traidores” a qué, o a quién (quiénes)?
La historia de la izquierda es un abanico de diversidades, posiciones encontradas y debates que se asoman a lo interminable. Esa es la mayor riqueza de la izquierda: el hecho de no guardar silencio y de no quedarse quieto de forma alguna. Habría que trasladar el debate a un fondo ideológico y político más allá de los memes y los comentarios simplistas de las redes sociales.
Desde hace años el EZLN ha tomado distancia de López Obrador, del PRD y de Morena. Es una izquierda incómoda y lo seguirá siendo desde su radicalidad. ¿Cómo va a navegar con esto el lópezobradorismo? Ya lo veremos. Por lo pronto hay indicios de una descalificación simplista, fundamentalista y demonizante. Eso resulta preocupante...