Chihuahua, Chih.
Si bien desde que inició el gobierno de la 4T se había desatado una oleada de críticas, fundamentalmente de la mayoría de los analistas y periodistas de las principales cadenas de radio, televisión, y de los periódicos capitalinos con más lectores (versiones impresas y digitales), muchas de ellas con un aceptable sustento, en los últimos días se ha generado, se antojaba difícil que así fuera, una mucho más redoblada andanada.
El anuncio de la rifa del avión presidencial ha servido de catalizador (es decir, de acelerador) de tal conducta, que abarca a un mayor número de “opinadores”, en grados tales que hasta podría hablarse de un linchamiento mediático en contra del presidente López Obrador.
El problema es que a tal nivel de confrontación ha contribuido, y no poco, el mismísimo mandatario. Sus descalificaciones y poco afortunadas declaraciones en algunos de los temas más controversiales han atizado la polémica.
Pero analizadas fríamente, ya no solo los temas en sí, sino el entorno general, podría llegarse a la conclusión de que estamos frente a dos estrategias claramente definidas (que, por supuesto, negarán los principales actores) en las que en el fondo se encuentra la disputa por la mayoría en la próxima legislatura, la de la Cámara de Diputados, que habrá de realizarse el próximo año.
Podrán ser muchos los argumentos del presidente López Obrador acerca de la imposibilidad de la venta del avión -y podrán ser ciertos, casi todos ellos- pero la manera en que decidió que, si no se vendía por los canales tradicionales, venderlo a través de una rifa, desató todas las emociones antilopezobradoristas de quienes ya lo eran antes.
A éstos se les han sumado no pocos ciudadanos, pero conforme siguen pasando los días y, sobre todo, las horas dedicadas en la radio, televisión y redes sociales a la rifa del avión más famoso va develándose una realidad: Es inevitable que al abordarse el tema no se ponga el acento en el hecho de que quien decidió comprarlo fue el presidente Felipe Calderón y que fue el presidente Peña Nieto quien pagó la mayor parte de su costo, y que lo disfrutó loco de contento ¿Se acuerdan como lo presumió a reporteros, empresarios y funcionarios?.
Claro que tema tan sensible, el del derroche de los sexenios anteriores, hace que mucha gente, casi de manera automática, esté pensando en adquirir “un cachito” como una manera de expresarle su apoyo al presidente tabasqueño.
Pero de la misma manera los opositores, casi desaparecidos del mapa político-social del país, y ese papel lo adquieren otros actores, dispersos, variopintos y motivados por las evidentes torpezas cometidas por la actual administración federal, como sería el caso de los afectados por la falta de suministros médicos, o el de los participantes de la “Caravana por la paz”, convocada por Javier Sicilia y Julián LeBaron, entre otros muchos afectados por la ola violenta abatida sobre el país.
Al clima de extrema confrontación no solo contribuye el presidente, quien descalificó a la caravana cuando la tildó de “show”. Algunos de sus subalternos no cantan mal las rancheras y varios llegaron a límites que rayan en la irresponsabilidad.
En esa clasificación podríamos ubicar al Subsecretario de Gobernación Ricardo Peralta, quien, para descalificar las críticas de Sicilia y LeBaron fue capaz de tuitear que “a chillidos de marranos, oídos de chicharronero”, y que luego tratara de justificarse alegando que lo había hecho desde su cuenta personal, mostrando, además, su ignorancia, más destacable pues el cargo lo obligaría a tener el conocimiento necesario para saber que las cuentas de las redes sociales de los funcionarios públicos, también son públicas y que, además, la Suprema Corte de Justicia ha fallado que los funcionarios están impedidos a bloquear el acceso de los ciudadanos a sus cuentas.
¡Vóytelas!
Ante semejante clima de confrontación, la imposibilidad de la venta del avión, no atribuida al gobierno de López Obrador, sino al entorno económico mundial, de una generalizada tendencia a un crecimiento menor, lo que obliga a las grandes corporaciones financieras y a las empresas más importantes a disminuir las inversiones en la compra de aviones y helicópteros, lo que explica que, no sólo el gobierno federal, sino varios gobiernos estatales, incluido el de Chihuahua, no hayan podido concretar la venta de parte de su flota aérea.
Por ello, la venta del avión presidencial forma parte, ya, de la picaresca nacional.
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