Chihuahua, Chih.
I.- La Iniciativa de Ley con la que se pretende eliminar la Secretaría de Cultura en el estado de Chihuahua, es un documento notoriamente elaborado al vapor. El apartado donde se abordan los “motivos” para desaparecer la Secretaría de Cultura es un conjunto de ideas que oscilan entre el desatino y el desvarío.
En la Iniciativa no se plantea ningún motivo de peso que en el campo de las políticas públicas demuestre con solidez la necesidad de eliminar la Secretaría de Cultura, para convertirla en un apéndice de la Secretaría de Educación.
¿Quiénes elaboraron el documento, tienen conocimiento suficiente en el diseño de políticas públicas y en materia de promoción y difusión de la cultura? ¿María Eugenia Campos, quien asumirá como gobernadora en unos días, leyó el apartado de la “Exposición de motivos” donde se razona y se argumenta para desaparecer la Secretaría de Cultura?
Los once párrafos que abordan las razones y argumentos para eliminar la Secretaría de Cultura (pp. 19, 20 y 21 del documento) son un monumento a la ignorancia en el diseño de políticas públicas sobre la cultura. Los primeros seis de estos once párrafos, no refieren una sola palabra en materia promoción y difusión de la cultura, sino que hablan del valor y la importancia del deporte.
Los párrafos séptimo y octavo de este apartado plantean la necesidad de “fusionar” la Secretaría de Cultura y Deporte con la Secretaría de Educación, de tal manera que la segunda quedaría convertida en “Instituto”. Aquí uno se pregunta: ¿En qué momento empezará a hablarse seriamente de políticas culturales?
Los párrafos siguientes (noveno, décimo y décimo primero) coronan el desprecio por la cultura entre quienes diseñaron la Iniciativa de Ley. Enseguida se cita textualmente el párrafo décimo:
“El Estado está llamado a proveer de un fácil acceso a la educación y a todas las formas de manifestación cultural, así, se propone que las atribuciones en materia de cultura sean trasladadas a un instituto que por su composición y naturaleza jurídica se destaca por ser mucho más próximo a la gente y que en virtud de la relación entrañable que guarda la cultura con los temas educativos, deberá depender de la Secretaría de Educación, Cultura y Deporte.”
A partir del texto citado, surgen las preguntas:
¿De qué manera la conversión de la Secretaría de Cultura en Instituto, estaría generando una mayor “proximidad con la gente”?
¿En el gobierno de María Eugenia Campos se pretende realmente que la cultura sea más “próxima a la gente”, o esto es una ocurrencia o una coartada para cumplir con los protocolos discursivos de una Iniciativa de Ley que fue diseñada al vapor?
¿Desde la lógica de las políticas públicas, por qué razones la Secretaría de Cultura tiene que ser un Instituto que dependa de la Secretaría de Cultura?
En lo general, el apartado de “Exposición de motivos” que abarca las primeras 24 páginas del documento es una colección de ocurrencias o coartadas para justificar lo que pomposamente ha sido conceptualizado como una “reingeniería”. Después de una crítica despiadada a la “Exposición de motivos” de la Iniciativa de Ley, quedarían a salvo unos cuantos párrafos.
María Eugenia Campos estudió una maestría en Administración Pública y Política Pública en el Instituto Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, uno de los semilleros de la tecnocracia mexicana del neoliberalismo. De hecho, el concepto de “reingeniería” con el que se titula la Iniciativa de Ley, es un término que tiene un origen tecnocrático.
Una “reingeniería” gubernamental es un reordenamiento y una reconfiguración de las instituciones que tiene una lógica tecnocrática, obviamente neoliberal.
Pero la “reingeniería” que pretende el gobierno de Campos en su Iniciativa de Ley, es una mexicanada que se cae desde su “Exposición de motivos”.
Los mexicanos solemos arreglar las descomposturas de un motor con trucos que sustituyen a la técnica, a esto se le llama “mexicanadas”.
Por ejemplo, un alambre de paca puede sustituir a un tornillo o un tensor. Un golpe al tanque de gasolina puede sustituir una reparación de la bomba que inyecta gasolina al motor.
Si la Iniciativa de Ley que pretende una “reingeniería” fuese revisada por tres sinodales de la maestría que Maru Campos cursó en el Instituto Tecnológico de Monterrey, es muy seguro que merecería una calificación no aprobatoria. No hay que olvidar, que el desprestigio académico se traduce en desprestigio político, y viceversa.
II.- El error en el diseño de la política cultural en Chihuahua, está a punto de convertirse en una piedra en el zapato que puede causar un mayor daño mientras avanza el sexenio de Campos. La equivocación va más allá de su contenido tecnocrático. El error es mucho más que una “reingeniería” que toma la forma de una mexicanada. Ya existe un rechazo generalizado de la comunidad cultural a esta medida política.
Cito tres ejemplos al respecto:
- La reunión en días pasados, de 50 artistas y promotores culturales en Ciudad Juárez, que rechazan que la Secretaría de Cultura quede convertida en Instituto (“Reprueban artistas la fusión de secretarías”, El Diario de Juárez, 22 de agosto de 2021).
- El artículo de Federico Mancera, especialista en política cultural, que fue publicado en el portal El Devenir (“Políticas culturales: reingenierías para retroceder”, 20 de agosto de 2021).
- La carta del artista visual David Lauer, que se manifiesta en contra de la propuesta y que circula en redes sociales, dirigida a los diputados que integran la Comisión Primera de Gobernación y Puntos Constitucionales en el Congreso del Estado.
Estas son tres muestras de una inconformidad que se puede convertir en una bola de nieve rodando cuesta abajo. Es obvio que la jugada que pretende borrar de un plumazo la Secretaría de Cultura, no fue consultada con la comunidad de artistas y promotores culturales en el estado.
En la elaboración de la Iniciativa de Ley, la comunidad artística y cultural de Chihuahua ha quedado al margen, minusvalorada e incluso despreciada.
El error de operación política es mayúsculo.
En la política, la forma es fondo. La manera en que fue elaborada la Iniciativa de Ley, y el mecanismo verticalista, autoritario y fast track con el que pretende ser impulsada en el Congreso, es un desprecio político a la comunidad artística y cultural de Chihuahua, que traerá costos negativos.
¿Quién cargará con estos costos en el corto y mediano plazo? Obviamente, la gobernadora en ciernes.
¿Qué caso tiene que María Eugenia Campos se distancie y enemiste de esta forma con los artistas y promotores de la cultura al inicio de su gobierno?
Los errores cometidos pueden ser rectificados todavía.
De no ser así, comenzarán a mostrarse los indicios de un despotismo azul en la manera de tomar las decisiones y viabilizar las políticas públicas.