Chihuahua, Chih.
Las últimas décadas de la política mexicana están definidas por la aparición repetida de anomalías y paradojas. La anomalía es lo irregular, lo que salta fuera de toda posibilidad mínimamente aceptable y lógica. Una anomalía es un hundimiento que al ser percibido, incomoda y sorprende, a veces de una manera insoportable. La anomalía es un bache, es una fisura que se extiende sobre una superficie que se pretende lisa, casi perfecta. En las últimas décadas se ha buscado construir puentes, pasos a desnivel, distribuidores viales y autopistas de ocho carriles para darle rumbo y sentido a la política nacional, pero lo que ha resultado después de la promesa de una carpeta asfáltica que se pretende lisa y perfecta, son baches y socavones que surgen uno tras otro y que se acumulan en una situación que se aproxima al horror.
El ejemplo más claro de una anomalía política es el caso de Peña Nieto y la Casa Blanca, un asunto de corrupción que ha sido escondido debajo del tapete de la historia. Otra anomalía política es el caso del Partido del Trabajo, que perdió su registro nacional en las elecciones federales del 2015 y que lo recuperó después por la gracia terrenal del PRD y Movimiento ciudadano, quienes cedieron sus votos al PT en una elección extraordinaria en Aguascalientes. En el primer caso, la legalidad fue inexistente y las respuestas de Peña Nieto y del priismo han sido evasivas y deslindes. En el segundo caso, la legalidad fue sobrepasada a causa del azar y de los acuerdos cupulares y claroscuros de la partidocracia.
En grado extremo, la anomalía trae consigo la repugnancia de un hedor que puede llegar a paralizar al pensamiento y a la acción política. Cuando el peso y la densidad de las anomalías se repiten una y otra vez, como ha sido el caso de México en los últimos años, la acción política colectiva se paraliza. Es muy probable que el abstencionismo haya sido causado por la repetición incesante de anomalías en las últimas décadas. El abstencionismo es el punto donde la acumulación de las anomalías lleva a la política al grado cero, al lugar donde lo positivo y lo negativo se entrecruzan y dan lugar a un vaciamiento que nulifica a la política como tarea de la colectividad en su conjunto.
La otra cualidad de la política mexicana reciente es la paradoja. Cuando funciona la paradoja, los contrarios se dan la mano, se abrazan y se funden uno en el otro de una manera que resulta inexplicable, absurda. Una paradoja tiene lugar cuando el agua y el aceite son combinados en una emulsión, que da como resultado una sustancia que resulta desconcertante pero funcional a la vez.
Esta es la clave de la paradoja, por un lado, la paradoja es ilógica e inexplicable, no hay elementos que nos permitan aceptar con solvencia los traslapes de dos contrarios que se repelen entre sí; por otro lado, esa unión de dos contrarios que resulta desconcertante, termina funcionando, termina convirtiéndose en algo productivo, por lo general en términos negativos. En la paradoja, la verdad y la mentira se confunden, de la misma manera en que se confunden lo bueno y lo malo. A partir de la aparición de la paradoja, lo verdadero y lo bueno son desplazados a un territorio de sombras y claroscuros. En el terreno de la política, la paradoja es un limbo de incertidumbres, donde el pensamiento y la acción política también quedan bloqueados. ¿Si lo verdadero se traslapa con lo falso, cómo es posible construir una respuesta mínimamente certera? ¿Si lo bueno se confunde con lo malo, cuál rumbo tendría que tomarse para tomar una decisión y actuar a partir de ello?
En los acontecimientos políticos recientes, el ejemplo más claro de la paradoja es la posibilidad de una alianza entre el PRD y el PAN, entre un partido que se supone de izquierda y un partido de derecha. La contradicción ideológica y política de ambos partidos resulta obvia, pero también resultan obvias las elecciones estatales donde ambas fuerzas se han aliado. Junto a lo anterior, está la firma del Pacto por México (entre PRD, PRI y PAN), donde los ingenuos perredistas fueron engañados y conducidos al matadero ideológico y político de ese partido.
Otro ejemplo de una paradoja política, es el abrazo y la charla amistosa que tuvieron esta semana el gobernador del estado, Javier Corral, y el presidente del PAN a nivel nacional, Ricardo Anaya. Ambos se declararon la guerra a muerte a raíz del proceso de nombramiento de Anaya como presidente del PAN nacional. El enojo de Corral en contra de Anaya produjo algunos discursos incendiarios.
En este caso, la terna de la paradoja queda completada por Gustavo Madero, operador político del gobernador Corral, más a nivel nacional que a nivel local. Madero fue traicionado por Anaya después de las elecciones de 2015, al no ser nombrado coordinador de la fracción parlamentaria del PAN en la cámara de diputados. El reclamo de Madero ante Anaya fue manifiesto en la prensa nacional. Meses después, Madero es el operador político que lleva a buen término el abrazo entre Corral y Anaya. En ese abrazo, los presuntos enemigos se convirtieron en presuntos amigos, haciendo alarde en las redes sociales de esta condición paradójica.
Las presuntas verdades y presuntas bondades, tanto de Anaya, como de Corral y Madero, se desbarrancan hacia un territorio de incertidumbres. En este territorio de incertidumbres, la política nacional ha fracasado una y otra vez, cuando las verdades terminan siendo falsas, cuando las falsedades parecen convertirse en verdad, cuando las bondades son absorbidas por la maldad y las maldades aspiran a convertirse en algo de bondad. La política mexicana del siglo XXI es la caverna de Platón que proyecta fondos claroscuros, donde las orillas de las sombras se confunden unas con otras. Ante esta situación, lo que hace el ciudadano promedio es andar a tientas y de rodillas sobre este territorio paradójico, para evitar caer de bruces al suelo. La gran pregunta es: ¿Cómo avanzar bajo estas condiciones?
El caso más significativo, que reúne a la vez la condición de anomalía y la condición de paradoja es la promesa de la democracia y la alternancia, como respuesta a los problemas sociales, políticos y económicos de nuestro país. Durante las décadas de 1980 y 1990, los discursos políticos se aventuraron a decir que la instauración de la democracia y la alternancia nos llevarían a un territorio mejor en todo sentido. Se supone que la promesa de la democracia y la alternancia se cumpliría entre los años 2000 y 2012, con los panistas Vicente Fox y Felipe Calderón en la presidencia. Pero, ni la democracia, ni la alternancia, han resultado satisfactorias para la mayoría de los ciudadanos. Estamos en un momento histórico que asoma al fracaso de la democracia y de la alternancia como posibilidades de mejorar las condiciones de vida de los mexicanos. Hasta el momento, las promesas de la democracia y la alternancia se han convertido en fracasos, y por lo tanto, se han convertido en problemas. La paradoja tiene lugar cuando las grandes promesas de la democracia y la alternancia como vías de solución a los problemas del país, se convierten en los grandes problemas por resolver.
Lo que va quedando por hacer, es buscar formas de visibilizar las anomalías y las paradojas que se repiten y que pueden llegar al grado de asfixia y la inacción política. Se requiere destrabar estas anomalías y estas paradojas, más allá del solo territorio de la democracia liberal (léase neoliberalismo). Y para ello se hace necesario crear y llevar a cabo acciones radicales…