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La moralización del discurso de la derecha

La moralización del discurso de la derecha 16 de julio de 2022

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

"Yo me siento plena y totalmente seguro, y yo te diría que la mayor parte de los chihuahuenses así lo sienten, los únicos que se sienten inseguros, lamentablemente son las personas que no se dedican a cosas de bien"

Marco Bonilla, alcalde municipal.

De modo reciente, en una de las muchas entrevistas que le fueron solicitadas al alcalde Bonilla sobre la inseguridad en el municipio en relación al alza de ejecuciones y la estrategia que se planea implementar para atender dicha urgencia, el edil desplegó todo un discurso en el que se notó que ha venido estudiando para responder los cuestionamientos de diversos medios de comunicación de modo decoroso; la fluidez y el uso de conceptos técnicos en materia de seguridad denotaron su esfuerzo para estar a la altura del interés inquisitivo de quienes informan a la sociedad y fue en una entrevista en video publicada en Tiempo, la noticia digital (Redacción, 14 Julio 2022), que entre la serie de prístinas declaraciones, algo falló.

El presidente municipal dejó discurrir lo que de corazón piensa sobre la seguridad pública, lo que ha venido siendo el sello de esta administración y las dos anteriores y que, a grosso modo, define lo que este gobierno conservador elige preservar y que es la protección de la propiedad privada e intereses de muy acotados sectores. Lo anterior, contra el bien común con un enfoque comunitario (uno que este alejado a la creación de clientelas electorales que suelen formar los gobiernos panistas a través de la “atención ciudadana” y las “redes vecinales” en las colonias), es decir, el gobierno de unos cuantos que consideran al resto de las personas “recursos humanos” descartables en una lógica empresarial trasladada a la administración pública.

El agravio tiene su enclave en las palabras que sirven de epígrafe a esta publicación. “Se sientes inseguros los que andan en malos pasos” y aquí cabe preguntarse, en el imaginario del alcalde Bonilla, ¿quiénes considera andan en “malos pasos”? ¿esas personas merecen o no un buen ejercicio de gobierno y que se les procure seguridad? Definitivamente, sí. La seguridad es un derecho humano y ciudadano y toda persona lo debe obtener. A Bonilla le costará reconocerlo porque a pesar de que seguido se da baños de pueblo por su trabajo, hay realidades que le resultan muy ajenas, sobre todo, porque personas como él viven en fraccionamientos privados, cerrados al tránsito, con vigilancia 24/7 y así crecen sus familias, considerando que todo lo que existe afuera eventualmente puede considerarse una amenaza.

Privilegiada aún más una casta que como servidores públicos de alto nivel en el municipio y el estado se ostentan como insignia de status, acompañar su cotidianidad con guardias a cargo del erario que ponen el cuerpo para que no corran riesgos, así ¿cómo no sentirse seguro? 

Aquí cabe una pausa para comentar: Duarte también gozaba de dicha protección que, entre el erario y su sueldo podía pagar y sus pasos eran mas que malos; con esta analogía podemos inferir que lo de los “malos pasos” no es una buena referencia en materia de seguridad y, sobre todo, porque la imposibilidad de un gobierno para procurar seguridad pública, la posterior atención al delito y finalmente, la procuración de justicia, tienen una relación directa  con los intereses que atiende: si se dedica a gestionar deuda electoral contraída en campaña con ciertos sectores (empresariales principalmente y evangélicos de modo novedoso en nuestra entidad y se dice “novedoso” porque el poder político siempre recayó en la curia católica) o si se dedica a realmente gobernar.

La insistencia en moralizar el discurso público es una constante que ha venido creciendo últimamente. 

Ante el vacío de poder gubernamental, la ingobernabilidad, la violencia exacerbada, la incapacidad de las administraciones municipales y estatales para garantizar seguridad, por la enquistada negativa de reconocer como actores políticos a las voces discordantes de la sanitizada administración actual y de las que se reconoce agravian la laicidad que es pilar fundamental de la vida democrática, Bonilla, Campos y legisladores como Olson, se han permitido exhibir impunemente desde sus espacios como funcionarios de elección popular elementos morales que piden prestados a discursos conservaduristas (de carácter religioso) para legitimar el trabajo que como políticos no logran y por el cual no destacan.

El riesgo es que estos, siempre nos configuran como buenos y malos y que los que cumpliendo con las reglas de la sociedad y el modelo de lo impuesto (para ser persona, formar familia, profesar una religión, congregarse, divertirse, etc) pueden acceder a oportunidades que por origen o por adherencia al gobierno en turno obtienen; mientras que el resto padecen exclusión, precarización, discriminación, etc., porque la política se sustenta en ideas como las que afirman que “el pobre es pobre porque quiere” o “porque andaba en malos pasos” y que reafirma la ineficiencia e ineficacia de las administraciones públicas para garantizar bienestar y una batería de derechos humanos básicos. 

Otro más, es que la aceptación de estos discursos supone la reafirmación de un orden moral que ahora provee también el Estado y de no cumplirlo, se exime de su responsabilidad de ser y hacer gobierno. 

¿A cuáles “malos pasos” se refiere Bonilla? Que nos responda también por qué las calles siguen intransitables ¿es porque no son por las que él circula? ¿por qué no funcionan los semáforos, por qué a pesar de ser municipio con alerta de género seguimos careciendo de alumbrado público eficiente? 

La ciudad, el municipio están ardiendo en ejecuciones, feminicidios, transfeminicidios y violencia sexual, delitos que en buena medida se pudieron prevenir si se considerara para el municipio un enfoque comunitario más allá de verlo como una empresa.

Ojalá el alcalde escuchara más a la sociedad civil y menos a los empresarios y dirigentes católicos y evangélicos, quizá entonces, sabría o entendería que lo que menos la gente desea de sus gobernantes es una extensión de un sermón, que para eso se va a la iglesia.

@marielousalomé

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.