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La monetarización de la política

La monetarización de la política 18 de julio de 2018

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

Desde hace tiempo la política ha sido monetarizada. La acción política ha pasado a ser dominada por la lógica del dinero. Este es uno de los grandes logros del neoliberalismo, que está detrás de los debates que se han dado a partir del plan de gobierno de López Obrador en México.

Cuando se discute sobre el monto de los salarios de los funcionarios de gobierno (integrantes del poder ejecutivo, legisladores, jueces y magistrados), el fondo del asunto parece ser el debate sobre la ética política y la función gubernamental.

Pero lo que está detrás, es una forma de discusión en la que las variables económicas se colocan por sobre las variables de la política. Al discutir el monto de los salarios de un funcionario público, queda claro que el valor del dinero se sobrepone al contenido y la acción política. Primero es el dinero, lo demás es secundario.

Pero no es solo el asunto de los salarios de los funcionarios. Después del 1 de julio, las variables económicas han hegemonizado a la discusión política: la deuda pública, el adelgazamiento del gasto gubernamental, los alcances del presupuesto para subsidiar a los grupos vulnerables, la venta del avión presidencial, la posible privatización del aeropuerto de la ciudad de México, etc.

Lo que se da a notar, es que los contenidos económicos se colocan por sobre los contenidos políticos. Esto es una muestra del dominio neoliberal en México y en el mundo. En términos marxistas, el triunfo del neoliberalismo se define por la dominación del “valor de cambio” (representado por el dinero y los circuitos financieros) por sobre el “valor de uso” (las formas de vida concretas de las personas).

El valor monetarizado del dinero es colocado por el sobre el valor humanizante de las vidas de las personas. Uno de los mandamientos del neoliberalismo establece que los problemas de justicia social, pobreza y marginación, se resolverán solamente a través del control de las variables macroeconómicas. Las vidas de las personas que sufren, se juegan en los malabarismos de la macroeconomía y las finanzas públicas. El futuro gobierno de López Obrador va quedando capturado en la jaula neoliberal que monetariza toda posibilidad de acción política desde la izquierda.

¿Es posible colocar a las formas de vida concretas de las personas (el “valor de uso”) por sobre el dinero y los circuitos financieros (el “valor de cambio”? Por supuesto que es posible, esto ha sido teorizado por Bolívar Echeverría, quien interpreta a Marx poniendo énfasis en el concepto de “valor de uso” y construyendo el concepto de “ethos barroco”, como una forma de resistencia ante la monetarización y la mercantilización de las vidas de los seres humanos. El “ethos barroco” de Bolívar Echeverría plantea una desmonetarización y una desmercantilización de las formas de vida.

Pero lo que se observa de lleno en las discusiones políticas posteriores a las elecciones del 2018 en México, son las dificultades e incluso las imposibilidades para desmonetarizar y desmercantilizar a la política. La agenda del plan de gobierno de López Obrador, las agendas de los gobiernos de izquierda en América latina, están capturadas por un circuito conceptual y procedimental dominado por las fuerzas vivas del neoliberalismo.

La izquierda no ha sido capaz de plantear formas de vida alternas más allá de la teoría o de los experimentos del comunitarismo zapatista, que son un islote de resistencia ante la monetarización y la mercantilización de la acción política.

Los debates visibles en la izquierda mexicana se decantan a partir de los conceptos monetarizados y mercatilizados de la macroeconomía neoliberal. El mismo debate sobre la lucha en contra de la corrupción que es el eje de gobierno de López Obrador, es un asunto monetarizado y mercantilizado que se mide a partir del ahorro de dinero para ensanchar el presupuesto y el gasto público.

Lo que los gobiernos de izquierda en América Latina han hecho para luchar en contra de la monetarización y la mercantilización de la política han sido actos simbólicos, aunque no de poca envergadura. El caso de José Mujica en Uruguay es representativo de la austeridad ante la cueva de Ali Babá y los 40 ladrones del neoliberalismo. Mujica se mostró distante, lo mismo de la ambición monetaria que de la ambición política, su caso se convirtió en emblema para oponerse a la fastuosidad de la vida de los políticos en América Latina. La sencillez de la vida de Mújica es un desprendimiento simbólico de las formas de vida neoliberalizadas de los políticos lationoamericanos, pero no es un desprendimiento estructural de las formas de vida del neoliberalismo dominadas por el dinero y la mercancía.

López Obrador aspira a seguir el camino de Mujica, postulando una austeridad republicana que se verá reflejada en la vida del futuro presidente y en las mismas políticas públicas. Pero esto no significa que se esté dando lugar a una desmonetarización y una desmercantilización de la política.

La austeridad de Mujica o la de Lopez Obrador no escapan de los circuitos de captura de monetarización y mercatilización de la política. Esta es una de las tragedias de la izquierda en el siglo XXI.

Leonardo Meza Jara

Maestro, escritor y analista político.