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La izquierda desnuda y el traje neoliberal

La izquierda desnuda y el traje neoliberal 9 de junio de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

El “Manifiesto comunista” escrito por Carlos Marx y Federico Engels abre con una metáfora que sigue siendo enigmática y descomunal a la vez: “Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo.”  

El “comunismo” como “fantasma”, tal como fue concebido por Marx y Engels, es una figura enigmática porque es impreciso en dos sentidos: A) las formas de lucha política desde la izquierda son diversas, B) un gobierno que aspira al comunismo puede traer consigo formas e intensidades diferentes. 

Formas de lucha política diferentes y formas de gobierno que pueden, a su vez, ser variables. Esta es una de las cualidades de la dialéctica que más páginas y más debates ha ocupado a lo largo de la historia del marxismo. 

El texto del “Manifiesto comunista” cierra con un balance de las diferentes maneras de lucha que están presentes en las organizaciones comunistas europeas del siglo XIX. Marx y Engels subrayan las diferencias en las formas de lucha que se hacen presentes entre los comunistas franceses, suizos, polacos y alemanes. El comunismo posee la forma de un fantasma, porque sus luchas se diversifican. Las posibilidades de lucha desde la izquierda tienen muchos caminos diferentes. 

A su vez, nunca ha existido un programa de gobierno comunista de forma definitiva. Como forma de gobierno, el comunismo no está plenamente definido. En el fondo, el comunismo es una herida histórica que oscila entre lo posible y lo imposible, que está atravesada por una carga utópica que puede incluso resultar desconcertante. Esto último, tiene que ver con la condición descomunal del comunismo, que en términos utópicos se plantea como radical y rotundo en la transformación del mundo. La carga utópica del comunismo es una fuerza de transformación, que rebasa por mucho a lo real del mundo. Lo descomunal del comunismo es el rebasamiento utópico de lo real del mundo. 

Tal vez, nunca, el comunismo pueda volverse real a plenitud, porque los tamaños que tiene la utopía comunista son un exceso de las posibilidades de lo real de este mundo, y se instalan incluso en una trascendencia histórica. En este sentido, hay una estética del comunismo, una perfección de la belleza del comunismo, cuyas cualidades son sublimes. Desde una perspectiva dialéctica, la fealdad y la injusticia del mundo actual dominado por el neoliberalismo, nos llevan a pensar de forma alterna en una belleza y una justicia del mundo, cuya perfección comunista puede ser desbordante.  

El gobierno de la 4T no tiene una forma, ni unas aspiraciones comunistas, porque no se instala en el territorio utópico desconcertante y sublime analizado en los párrafos anteriores. La talla ideológica y política, los tamaños del proyecto de gobierno de la 4T, poseen una inclinación reformista, más que utopista. 

El contenido “transformador” de la 4T son un conjunto de correctivos legales, políticos y éticos del neoliberalismo. Los pagos de impuestos pendientes, realizados recientemente por el grupo Carso (Carlos Slim), el grupo Femsa (que controla Coca Cola y los Oxos en Latinoamérica) y Walmart (que tiene su matriz en los Estados Unidos), son una medida política correctiva para que los empresarios paguen lo que se considera legal y justo. 

El reformismo de la 4T tiene como objetivo intervenir las políticas neoliberales, con tres objetivos que se entrecruzan entre sí:  

A) Para ajustar y legalizar el cobro de impuestos a la clase empresarial. 

B) Para dar lugar a un conjunto de políticas que redistribuyan la riqueza sin cambios estructurales de por medio.

C) Para humanizar al neoliberalismo, con la intención de moralizarlo. 

Los mecanismos mediante los cuales la 4T está interviniendo al neoliberalismo, son reformistas y, por lo tanto, son correctivos del neoliberalismo. En la historia económica de México, López Obrador será reconocido como un domador que se enfrentó al tigre del neoliberalismo y que logró disminuir su fiereza y su desparpajo, pero sin salirse de la jaula de dominación neoliberal en la que estamos atrapados todavía. 

Los actores del neoliberalismo tienen la forma de un tigre con el que se puede interactuar, para limitar y moderar sus ambiciones económicas y políticas. La limitación y la moderación de las ambiciones de este tigre, dependen del domador(es), del látigo usado por el domador(es) y, de la técnica con la cual ese látigo sea movido ante un tigre que es voraz, amenazante e impredecible a veces.

Pero, el peso mayúsculo del neoliberalismo, es la territorialidad histórica de esta forma de gobierno económico que se extiende por todos los rincones de la vida en el siglo XXI. El neoliberalismo es una jaula de dominación que abarca al mundo entero. 

Tal vez, los barrotes y la territorialidad interna de esta jaula puedan ser intervenidos, puedan ser modificados, pero la jaula neoliberal seguirá siendo la misma. 

En esta jaula está atrapado el gobierno de López Obrador, y todo gobierno que se pretenda de izquierda.

En los dos primeros años de gobierno de la 4T, no se ha impulsado una reforma fiscal de fondo, para que los empresarios y los ricos de México paguen más impuestos. Se ha actuado para limitar la evasión y la elusión de impuestos, tal como se ha hecho con los consorcios financieros de Carso, Femsa y Walmart. Las vías de recaudación a través de las cuales el gobierno obtiene recursos públicos, son las mismas que los sexenios anteriores

Hasta el momento, se han creado un conjunto de mecanismos para reencausar el presupuesto de egresos del gobierno federal, dando lugar a una redistribución del gasto público mediante las becas entregadas por la Secretaría del Bienestar. Los mecanismos del gasto público son prácticamente los mismos que los implementados por los gobiernos anteriores. 

Lo único que ha cambiado, es la manera de gastar el dinero. Los orígenes de las becas del Bienestar del gobierno lópezobradorista se rastrean hasta el programa Solidaridad, que fue implementado durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari. 

Durante el sexenio de Salinas, los apoyos otorgados por el gobierno para combatir la pobreza se denominaron “Solidaridad”. Con el gobierno de Ernesto Zedillo, estos apoyos cambiaron al nombre de “Progresa”. En el sexenio de Vicente Fox se llevó a cabo una modificación, que fue también meramente nominal: “Oportunidades”. 

Durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, estos apoyos fueron llamados “Prospera”. Con López Obrador, este mecanismo subsidiario para otorgar apoyos a la población ha sido referido como: “Becas para el Bienestar Benito Juárez”. 

Cualitativamente, el mecanismo de funcionamiento de las “Becas para el Bienestar Benito Juárez”, es el mismo que el de los sexenios anteriores. El gobierno subsidia a las personas y las familias con un monto económico que se entrega periódicamente. 

Lo que ha sido modificado, es la cantidad de dinero y apoyos entregados. La modificación de esta política es cuantitativa, no cualitativa. Las becas de la 4T no traen consigo un cambio estructural en la política económica, sino un cambio en la mera distribución del gasto público. El mecanismo subsidiario de estas becas posee una lógica paliativa de la pobreza, cuyos fundamentos neoliberales han sido diseñados y recomendados por el Banco Mundial y por el Fondo Monetario Internacional. 

Hasta el momento, el gobierno de la 4T solo ha pretendido humanizar al neoliberalismo mexicano, dotándolo de un contenido ético cuyas bases ideológicas se identifican en la “Cartilla moral” de Alfonso de Reyes, y en dos textos cuyo autor es Andrés Manuel López Obrador: el libro “Hacia una economía moral” (2019) y el ensayo “La nueva política económica en los tempos del coronavirus” (2020). 

El gobierno de López Obrador no es un comunismo, sino un conjunto de acciones que están corrigiendo las desviaciones del neoliberalismo desde su misma jaula histórica, desde su misma lógica, con la finalidad de humanizar y moralizar al neoliberalismo. 

Hay quienes admiten que es imposible que pueda existir un neoliberalismo con rostro humano, un neoliberalismo moralizado, ya que el neoliberalismo es intrínsecamente inhumano e inmoral. 

Derivado de lo anterior, todo intento por moralizar y humanizar el neoliberalismo es entonces engañoso, es un espejismo ideológico y político. 

Esto último, abre las puertas a un debate de fondo sobre los significados profundos de un gobierno de izquierda. 

 

 

 

 

 

 

 

Leonardo Meza Jara

Maestro, analista político.