La irracionalidad del Existencialismo

La irracionalidad del Existencialismo 1 de febrero de 2021

Francisco Javier Pizarro Chávez

Chihuahua., Chih

II Parte

En la entrega anterior de esta corriente filosófica abordamos el contexto histórico social que le dio origen y los principios esenciales de su doctrina y desarrollo. En esta segunda parte, nos enfocaremos al problema filosófico derivado de su gnoseología irracional.

Para los existencialistas lo mas importante de su doctrina filosófica es la existencia, no la esencia, la cual consideran es secundaria, derivada de la existencia que la antecede y engendra.

Aclaro que los existencialistas a diferencia de otras corrientes, no niegan la existencia del mundo de los objetos y fenómenos objetivos, pero sí declaran que ese mundo es inconcebible sin el hombre.

Esto es, proclaman la indisolubilidad de las acciones recíprocas entre en sujeto y el objeto, pues el “Ser es aquello que tiene consciencia de sí mismo” (Heidegger).

Partiendo de esa idea, señalan “que para determinar el SER”, el ser humano ha de existir como un “YO ESPIRITUAL”.  La existencia en su veracidad abstracta, es la nada absoluta. Heidegger sostenía que la Nada es la esencia del SER y que no existe ningún ser ahí; tampoco es ahí (en la nada) ningún mundo.

A fin de evitar caer en el solipsismo, desarrollaron la llamada teoría de la comunicación (relaciones entre los objetos), pero la redujeron sólo a las relaciones espirituales que son, según ellos, la esencia del ser existencialista. Se trata de un proceso de la concatenación de las relaciones en el cual se gesta la disolución de los objetos en mi YO.

De lo hasta aquí expuesto, podemos sacar algunas conclusiones:

Mientras que para el idealismo subjetivo “clásico” el mundo es tal como lo presenta la “cognición” (conocimiento), para el existencialismo, en cambio, es tal y como “lo vivimos”.
Para los idealistas empíricos clásicos el mundo es el mundo de mis sensaciones, entendidas éstas, no como reflejo de la realidad objetiva, sino como lo único existente. “La materia es un complejo de sensaciones” (Berkeley).

En cambio, para los existencialistas, el mundo es el mundo subjetivo del individuo. Lo único real, verdadero y primario, es la existencia, la cual entienden como impulso irracional, como vivencias subjetivas, del individuo.

Esa es la respuesta agnóstica al problema fundamental gnoseológico de toda corriente filosófica: el de la identidad entre el pensar y el ser. Los existencialistas consideran que el objeto del conocimiento no es la realidad objetiva, sino las vivencias humanas. El mundo para ellos es el reino del absurdo, un mundo hostil.

De ello deducen, que nuestros conocimientos no tienen ningún contenido objetivo, ni lo podemos tener porque la realidad es caótica e irracional. Y no solo eso. Para ellos, cualquiera ciencia no es más que uno u otro sistema de símbolos. 

La verdad, dicen los existencialistas, es totalmente inaccesible a la conciencia. El conocimiento racional puede conducir únicamente a la destrucción de la verdad. En el mejor de los casos, la ciencia no es mas que el conocimiento de una engañosa apariencia sensorial, capaz solo de indicar los límites y el sentido del conocimiento.

Adicionalmente, el existencialismo se pronuncia también en contra de la veracidad de las sensaciones humanas y manifiestan que no se pueden crear en los sentidos.

Karl Jaspers, existencialista alemán, tenía una concepción filosófica distinta. Para él, la filosofía no es más que el esclarecimiento del modo de ser de los hombres en el tiempo. 

Sostuvo que tan pronto como intentamos conocer la realidad, ésta nos desaparece y se remite a la mecánica cuántica (*), la cual –dice—confirma por principio la incognocibilidad del mundo.

Según Jaspers, el sentido auténtico del existir se revela al hombre tan sólo en los períodos de “situaciones límite” de profundas conmociones (enfermedades, muertes, culpas, etc.). 

“Si yo no vengo así mismo a ejercitar mi libertad en el ámbito de ser uno mismo, me quedo sin el ámbito de ser uno mismo, me quedo sin el ámbito de estar ahí me quedo en una cosa”.  

En suma. Negando el conocimiento racional y la veracidad de las representaciones empíricas, los existencialistas en general, llegan a reducir el proceso del conocimiento a la intuición. 

Están convencidos que solo la intuición es capaz de conocer una verdad que puede encontrarse en una existencia irracional e inaccesible. Toda claridad y racionalidad demuestran –según los existencialistas— únicamente el error, pues la verdad reside en la existencia interior del hombre y en sus vivencias subjetivas.

A partir de lo anterior, podemos abordar otra conclusión gnoseológica irracional del existencialismo. 

El idealismo subjetivo clásico si bien negaba la existencia de la realidad objetiva y la posibilidad de conocerla, tenía fe en la cognoscibilidad del sujeto y en la posibilidad de argumentar el saber científico. Depuraba el materialismo, con la teoría Kantiana de la “cosa en sí”, la cual afirmaban, no pueden conocer mas allá de sus sensaciones, sin embargo, reconocía que el sujeto podía reconocer sus sensaciones y a partir de ello, la posibilidad de tener una visión del saber científico.

El existencialismo, en cambio, afirma que el propio sujeto es incognoscible racionalmente, dado que la existencia es individual y no aspira a ninguna “significación general”, (conocimiento racional). Sostienen que la existencia somos nosotros mismos, por lo que no podemos observarla desde afuera objetivamente, como la ciencia observa sus objetos.

Queda claro que el camino del conocimiento para los existencialistas, es el retorno al mundo de la existencia, la que se halla fuera del mundo objetivo, al margen de la diferencia entre el sujeto y el objeto. Ese mundo de la existencia se conoce sólo gracias a la intuición y la revelación, según ellos. 

Los existencialistas establecen tres formas del Ser: Existencia, Trascendencia y el ilusorio mundo visible de las cosas. El mundo trascendente (del más allá) se comunica con la existencia humana a través del mundo de las sensaciones expresadas en los diferentes sistemas de símbolos. El camino a la verdad conduce al mundo trascendente y sobrenatural, por lo que el existencialismo se confunde con la teología.  

Esa irracional definición del ser, define a los humanos cono individuos aislados e indeterminados, no condicionados por nada exterior a ellos. El existencialismo no reconoce la existencia material ni el carácter histórico- social del ser humano, ya que consideran que todo es irracional.
Los existencialistas consideran que el contexto histórico-social son solo esferas de las sensaciones e intuiciones de su existencia individual que nada tienen que ver con el tiempo y sus relaciones sociales, sino únicamente con el desarrollo de su autoconciencia.

Los individuos solo pueden ser libres cuando se liberan del determinismo histórico social y penetran en la esencia de su YO, es decir, la conciencia propia de su situación y su reconciliación con ella., por dura y humillante que le sea.  

Este concepto sobre la libertad es meramente formal y abstracto, y nada tiene que ver con la real libertad política y social de los seres humanos, concepción ésta, que invariablemente termina siempre siendo una renuncia al futuro.

Para los existencialistas la libertad es sinónimo del libre albedrío de la voluntad humana. Manifiestan que el hombre se elige así mismo, cada uno es su propio juez, el que construye su esencia (realidad) y determina su destino (devenir). 

El proceso de realización de su “YO” es por definición complejo y doloroso, puesto que el ser humano está rodeado de múltiples fuerzas trascendentes y es totalmente impotente para enfrentarlas en lo individual, ya que los elementos irracionales que abrevan los existencialistas no es más que un lastimoso grano de arena en un torbellino de acontecimientos imprevistos.

El adagio de que “Yo soy quién soy y no me parezco a nadie”, emanado de las nuevas generaciones posteriores al post II Guerra Mundial y la “Guerra Fría”, lejos de atenuar la angustia del ser humano, la exacerbó con el imperante individualismo, el voluntarismo e irracionalismo de las conductas sociales.

Precisamente es como surge socialmente la angustia del ser humano, puesto que siendo “libre” tiene que comprometerse con algo (drogadicción, violencia, criminalidad) en el lapso que vive entre el ser y la nada del existencialismo ontológico, el cual, escoge libremente, sin apego a ninguna ley social o moral infinitas definiciones y posibilidades de índole diversas.

Para ese existencialismo ontológico un hombre honrado y un criminal; un revolucionario y un conservador; un patriota y un traidor, tienen un valor equivalente, ya que para esta corriente filosófica la enajenación es del hombre abstracto. 

El pesimismo y nihilismo (**) de esta corriente, niega la realidad objetiva y cae en el solipsismo (***). Kierkegaard, lo expuso claramente al señalar que “mientras la existencia dura, también hay mundo…si no hay ninguna existencia, tampoco hay mundo”.     

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(*) Mecánica cuántica. Rama de la física que estudia la naturaleza es escalas espaciales pequeñas, los sistemas atómicos y subatómicos y sus interrelaciones con la radiación electromagnética, en términos de cantidades observables. La teoría cuántica solo permite normalmente cálculos probabilísticos o estadísticos de las características observadas de las partículas elementales, entendidos en función de onda.  (Wikipedia.org.).

(**) Nihilismo. Negación de toda creencia o todo principio moral, religioso, político o social.  

(***) Solipsismo. El sujeto pensante no puede afirmar ninguna existencia salvo la suya propia.

  

     

 


 

Francisco Javier Pizarro Chávez

Periodista y analista político.