La insolencia del affaire

La insolencia del affaire 22 de septiembre de 2018

Mariela Castro Flores

Chihuahua, Chih.

Usted, estoy segura, por algún medio vio el video de la noche del 15 pasado en el que el gobernador acompañado por su esposa y tras dejar la guardia solemne en el altar de la patria, se trasladó al balcón de palacio de gobierno para dar el tradicional grito de independencia seguido de funcionariado también de alto nivel estatal, entre ellos, la alcaldesa Maru Campos. El desarrollo de la emisión adquirió protagonismo por la conversa entre dos sujetos, en el que de modo casual departían como seguramente muchas otras personas hablan cuando están relajados.

Calmados pues, que la chamba tenía que salir.

La amena charla entre hombres fue expuesta con una edición que permitía (a través de subtítulos) conocer su contenido a detalle. El intercambio escandalizó porque enfatizaba la calificación de los cuerpos y características de las mujeres que los sujetos daban a la imagen de ellas, que son emblemáticas en la esfera de la escena pública. Nada más y nada menos que la presidenta del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia a nivel estatal y la presidenta municipal de Chihuahua.

Mucho se cuestionó el origen y las motivaciones de dar a conocer dicho material; no obstante, no es lo que deseo resaltar en esta colaboración.

El escarceo entre compañeros de trabajo puso en evidencia la forma en la que hombres se relacionan con otros hombres y cómo sus formas son especialmente lesivas para con las mujeres y esa construcción de masculinidad es lo que se hace urgente visibilizar para comenzarla a cuestionar y de ser posible, desestructurarla de inicio.

Del video no se sabe que molestó más. Si la forma en que se refirieron específicamente a las mujeres de las que hablaron por ser ellas, o si porque son mujeres “respetables” y además, una de ellas esposa del gobernador o en general la forma de referirse a las mujeres.

Pues bien, son varias cuestiones.

La primera es que para quien es abiertamente machista todas las mujeres valemos lo mismo. Buenas o malas, “respetables” o no (sea lo qué sea que eso quiera decir, por aquello de que todas y todos somos iguales ante la ley), las que tienen voz y no la usan para agradar, las “liberadas”, las que “no se dejan”, las que ejercen cierto poder y las misóginas y machistas (que también las hay) que por aprobación o a modo de protección, se alienan con los hombres para atacar a otras mujeres; es decir, para quien cuenta con esta construcción tóxica de la masculinidad todas valemos lo mismo, o sea, nada.

En otras palabras, estamos con una función específica en el mundo y de acuerdo a nuestra apariencia física es la labor que debemos cumplir de acuerdo a la valoración sexista que nos atraviesa. Debemos ser buenas, serias, si somos abiertas y afables no serlo demasiado, si somos jóvenes entonces nuestra misión es ser agradables a la mirada masculina y si además somos bonitas, entonces también se nos a su placer. Cuando el régimen de la edad avanza entonces ser madres, mujeres de familia nos debe definir. Pero siempre en el espacio privado porque entonces, hay mecanismos que el sistema bajo el cual vivimos y que prevalece nos sigue colocando en un estado de indefensión, porque ¡vaya! Ni la mismísima presidenta del DIF se salvó de que se refirieran de modo despectivo de ella, ni siendo la mera esposa del gobernador.

Si bien el canal que trasmitió el entuerto tomó acciones, plantarnos en la reflexión es necesario. Escuchamos a dos hombres siendo hombres, teniendo una charla “entre hombres” que seguramente en público niegan ser machistas; empero, ¿por qué si públicamente no desean ser tachados de esa forma, por qué en privado se sienten cómodos siendo patanes? Si hubiera mujeres escuchándolos se apenarían, es más, la cultura les ha enseñado que hay “ciertas cosas” que no se hablan frente a las mujeres.

Actualmente hay quienes se quejan de cómo avanza la corrección política porque supuestamente “ya no se puede bromear sin que alguien se incomode o se moleste” y aquí si le pido se detenga y reflexionemos: EL HUMOR NO ES FICCIÓN, se trata de cómo nos comportaríamos si no existiera el conjunto de normas sociales que regulan nuestro comportamiento, es decir, la forma en que bromeamos o cuando estamos relajados es como somos realmente porque no tememos padecer costos sociales.

Los hombres que se burlaron de dos mujeres a cuadro en la trasmisión del video al que hoy me refiero suelen ser los que comparten fotos eróticas de mujeres en las que son cosificadas, bromas sexistas, misóginas, racistas, capacitistas, de violación y homofóbicas en sus chats de whatsapp que comparten con otros hombres que no cuestionan y son los que tienen un alto estándar para evaluar los cuerpos de las mujeres y sus comportamientos. Sobre todo si se encuentran en una relación.

Podrán decir “yo no soy machista” o “no todos los hombres somos iguales”; sin embargo, hay hombres que frente a estas situaciones se ríen, otros simplemente se callan, es decir, todos son cómplices por acción u omisión. Evalúe usted mismo (indistintamente si es hombre o mujer) qué fue lo que más les preocupó o resaltaron las personas de su alrededor cuando se dio a conocer el video. Yo le digo: que los sujetos en cuestión fueron descubiertos, no las agresiones a las mujeres involucradas.

Y es que ni se nos considera personas, menos se va a considerar lo que sentimos frente a este tipo de situaciones.

Y por si alguien cuestiona esta colaboración por las definiciones políticas de la señora Chavira y la alcaldesa, sepa que para todas las mujeres esta es nuestra cotidianidad, solo que en esta ocasión la sociedad escuchó de viva voz lo que entre susurros a diario oímos en todos lados.



@MarieLouSalomé

marielacastroflores.blogspot.com

Mariela Castro Flores

Politóloga y analista política especialistas en género y derechos humanos.