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La imaginaria curva de una pandemia excedida por lo real

La imaginaria curva de una pandemia excedida por lo real 4 de mayo de 2020

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

Los discursos construidos en torno a la pandemia del Covid 19 en México, nos han hecho pensar, que los contagios y las muertes quedarán sometidos a la formación de una curva. Esto significa que la pandemia irá en ascenso hasta llegar a un tope máximo. Después de llegar a la cúspide, la curva descenderá.  

Hasta el momento, no ha quedado claro el número días o semanas que la curva estaría en ascenso, con un aumento progresivo de los contagios y las muertes. Tampoco queda claro, los días y las semanas que la curva se mantendría en la cúspide, en una especie de meseta que puede ser más corta o más larga. Desde luego, que también hay incertidumbres sobre los tiempos de descenso de la curva, en los cuales puede haber rebrotes de la epidemia. 

La metáfora de “la curva”, de “aplanar la curva”, tiene como fundamento la función estadística de la “campana de Gauss”, que en el caso del comportamiento de la pandemia por Covid 19, identifica una distribución uniforme en el número de contagios y muertes que tiene: un comienzo, un ascenso, la llegada a una cúspide, un descenso y un final. 

La metáfora de “la curva” cuya base estadística es la “campana de Gauss”, es una forma de interpretación de fenómenos reales que tiene mucho de sentido común. 

El problema lógico de la metáfora de “la curva”, es que nos conduce a pensar que el comportamiento de los hechos reales, el comportamiento de una pandemia como el Covid 19, posee una uniformidad irrestricta, posee un comportamiento normal que tiene la forma de la campana de Gauss. La idea de “uniformidad” estadística que se desprende de la campana de Gauss, está directamente relacionada con la idea de “normalidad”. 

Lo anterior significa que, en los términos del pensamiento científico positivista, lo “uniforme” es lo “normal”, y lo “normal” es lo “uniforme”. La estadística es una forma de pensamiento que interpreta los hechos reales desde una lógica “uniformadora” y “normalizante”. Pero, la vida no es plenamente uniforme, no es plenamente normal. 

La manera en que se ha nombrado a esta nueva etapa de la pandemia en México: “nueva normalidad”, está íntimamente relacionada con la manera en que se ha pensado la “uniformidad” estadística de “la curva” basada en la campana de Gauss.  

A este respecto, cabe preguntarse: ¿Qué tan “uniforme” será “la curva” de la pandemia del Covid 19 en México? Esta pregunta nos lleva necesariamente a otra: ¿Qué tan “normal” será la “nueva normalidad” que se decretó a partir del 1 de junio? 

Los discursos oficiales sobre la pandemia en México han afirmado que “la curva” sería “uniforme” en su comportamiento, que estaríamos saliendo del problema de la pandemia hacia finales de mayo, y que el 1 de junio, estaríamos retornando a una “nueva normalidad”. 

Pero, tanto la “uniformidad” estadística de “la curva”, como la “normalidad” a la que se pretende acceder después del 1 de junio, son un imaginario, son un deseo que transcurre entre la manera en que se construye el conocimiento científico y la manera en que se pretende que funcione la política. La “uniformidad” de “la curva” y la “normalidad” pretendida a partir del 1 de junio, son herramientas teóricas (de carácter científico) y prácticas (de carácter político) que pueden ser falibles. 

La campana de Gauss que fundamenta estadísticamente la metáfora de “la curva” es una figura, que en su “uniformidad” y su “normalidad”, aspira a una perfección del orden matemático. 

Los filósofos griegos (Pitágoras y sus discípulos) plantearon que el mundo posee un origen y un orden cuya base es la perfección matemática. La perfección matemática que, según los filósofos griegos, estaría originando y ordenando al mundo, es una idea que resulta muy próxima a la idea de perfección estética. La estadística y la matemática se aproximan a la estética. La idea de “perfección matemática y estadística”, resulta próxima a la idea de “perfección estética”. 

“La curva” epidemiológica de la que se ha estado hablando de forma insistente a lo largo de las últimas semanas, en su presunta “uniformidad”, “normalidad” y “perfección”, posee incluso un contenido de “belleza” (“perfección estética”). Esta “curva” aspira a una “belleza”, científica y políticamente manejable. 

En los discursos vespertinos de López-Gatell hay una belleza científica y retórica que embelesa a los oyentes. López-Gatell es un orador que embruja a quienes lo escuchan, a partir del uso de herramientas científicas que se pretenden luminosas (conceptos, explicaciones metodológicas, cifras, etc.) y de herramientas retóricas que aspiran a una belleza del decir (el uso de metáforas como “la curva”, una sintaxis envidiable, una elocuencia que une lo científico y lo político de una manera extraordinaria). 

Pero, más allá de los discursos oficiales, que se producen entre lo real y lo imaginario de una pandemia que no termina todavía, se hace necesario mirar la no-uniformidad, la no-normalidad y la no-perfección de un fenómeno que es mucho más que una curva. 

La metáfora de “la curva” que nos ha servido como un imaginario para entender la pandemia del Covid 19 en México, se puede convertir en un reduccionismo sobre un fenómeno tan complejo como el que estamos viviendo. 

La vida en sus componentes biológicos, sociales, políticos, económicos, etc., es imperfecta, va mucho más allá de lo uniforme y lo normal. Hay momentos en que la vida transcurre bajo la forma del zig-zag, con subidas y bajadas que resultan imprevistas. Hay momentos en que la vida es disruptiva. 

Una pandemia es esencialmente disruptiva, es una anomalía de la vida. La enfermedad y la muerte que trae consigo una pandemia como la del Covid 19, nos echan en cara lo anormal y lo imperfecto de la vida…

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Leonardo Meza Jara

Maestro, analista político.