Chihuahua, Chih.
La geometría política tradicional de la izquierda y la derecha se ha convertido en un territorio de oscilaciones y deslizamientos que están reconfigurando a la ideología en sí misma.
Las oscilaciones y los deslizamientos de la ideología en la política partidista, forman parte de un conjunto de transformaciones que se extenderán a lo largo de las primeras décadas del siglo XXI. Los efectos y los límites de estas transformaciones ideológicas en la política partidista, no son del todo claros todavía. Lo que queda claro es que vivimos una etapa histórica de transformación ideológica, y desde luego política.
En Chihuahua, el expriista y exduartista Javier Gonzalez Mocken, quien fue candidato a la presidencia municipal por Juárez, respaldado por las siglas de Morena en 2018, hoy es candidato a esta misma presidencia municipal por las siglas del PAN.
Otro caso emblemático es la familia panista de Carlos Borruel, quien con su hija Mónica, tiene puesto un pie en el estribo del caballo electoral de Morena. Falta todavía, contabilizar otros deslices que se harán presentes en la definición de candidaturas a diputados y presidencias municipales en 2021.
El caso de Miguel Riggs, quien deja las filas del PAN para ser candidato a la presidencia municipal de Chihuahua por Movimiento Ciudadano, es otro más de los deslices de la política partidista.
En este caso en específico, se identifican los indicios de un posible acuerdo entre el actual gobernador de Chihuahua, Javier Corral, y el exalcalde de Parral, Alfredo Lozoya, quien se ha convertido en el administrador (y el candidato a gobernador) de la franquicia de Movimiento Ciudadano en el estado. El panista Javier Corral estaría traicionando al PAN, para diversificar sus apuestas electorales (“Acusan al gobernador de traicionar al PAN”, El Diario de Chihuahua, 30 de enero de 2021).
A pesar del batidero ideológico de la política partidista en Chihuahua, no es cierto que estamos viviendo en una era postideológica, en la cual las ideologías han dejado de existir.
Más bien, vivimos en una era de exaltación ideológica, que resulta evidente en un país que se encamina a una elección polarizada hacia mediados del 2021.
En el contexto de la polarización, son muchos los indicios del hervor y el fervor ideológico que estamos viviendo. Vivimos un tiempo histórico de exaltación ideológica, que paradójicamente está atravesado por un conjunto de transformaciones ideológicas que están en marcha.
Cabe plantearse la pregunta: ¿Cómo entender las transformaciones ideológicas y políticas que vivimos actualmente? El libro “El sublime objeto de la ideología” (2012) del filósofo esloveno Slavoj Žižek, facilita algunas pistas para contestar esta pregunta.
A contracorriente del concepto ortodoxo de “ideología” del marxismo, que admite que la “ideología” está del lado del pensar, del lado de la conciencia (la concepción de la “ideología” como “verdadera conciencia” o “falsa conciencia”), Žižek refiere que la ideología está del lado del hacer, y se manifiesta de manera directa o indirecta en las acciones que los hombres y mujeres realizamos todos los días.
Desde este punto de vista, la ideología es una “praxis”, es decir, un conjunto de prácticas que se ejercitan de maneras diversas:
“Si queremos captar esta dimensión de la fantasía, hemos de regresar a la fórmula marxiana: “ellos no lo saben, pero lo hacen”, y plantearnos una pregunta muy simple: ¿dónde está el lugar de la ilusión ideológica en el “saber” o en el “hacer” de la realidad?… La ilusión no está del lado del saber, está ya del lado de la realidad de lo que la gente hace. Lo que ellos no saben es que su realidad social, su actividad, está guiada por una ilusión, por una inversión fetichista. Lo que ellos dejan de lado, lo que reconocen falsamente, no es la realidad, sino la ilusión que estructura su realidad, su actividad social real. Saben muy bien cómo son en realidad las cosas, pero, aun así, hacen como si no lo supieran… Y esta ilusión inconsciente es lo que se podría denominar fantasía ideológica.” (Žižek, Ibidem. P. 59, 60 y 61).
Los expriistas y exduartistas que han abandonado al PRI y han optado por otras siglas, saben muy bien lo que hacen, y lo hacen de manera deliberada. Los expanistas que abanderan otros partidos también han actuado consciente y deliberadamente. Los morenistas que procuran silenciar los escándalos que se generan cuando un expriista o expanista, pasa a formar parte de este partido, saben perfectamente lo que están haciendo. Entre las cualidades de la ideología, Žižek identifica un “cinismo ideológico” que se sintetiza en la siguiente frase: “Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aun así, lo hacen.”
¿Qué es lo que lleva a los políticos a realizar este tipo de acciones oscilantes y deslizantes, que van de un partido a otro? El fetichismo del poder, la fascinación por el poder político o económico que está detrás de una candidatura. El poder ha sido fetichizado, se ha convertido en un medio y un fin en sí mismo, a distancia de la ética política. Este fetichismo es un magnetismo ilusorio del poder, que desde luego es ideológico en sí mismo.
Las acciones que están detrás de las oscilaciones y los deslizamientos ideológicos en la política partidista en Chihuahua, son ideológicas en sí mismas. La tesis que coloca de forma contradictoria a la ideología y al pragmatismo, como si fueran dos polaridades distantes e irreconciliables, es debatible.
La ideología y el pragmatismo no son como el agua y el aceite. En todo caso, habría que pensar en la metáfora de una “emulsión”, que se forma al combinar lo ideológico y lo pragmático. Habría que pensar en un territorio, en el que lo ideológico se ha vuelto pragmático y lo pragmático se ha vuelto ideológico.
Y esto no ha sucedido del lado del pensamiento, del lado de la conciencia (el territorio del marxismo ortodoxo por antonomasia). Esto ha sucedido en los hechos. Estamos hablando de una historia en la que los traslapes entre lo ideológico y lo pragmático, son un conjunto de hechos consumados de distintas formas.
Habría que analizar los mecanismos y los efectos, a partir de los cuales lo ideológico se ha vuelto pragmático y lo pragmático se ha vuelto ideológico. Desde luego que este un territorio histórico enrarecido, en el que se distinguen sombras y luces que se traslapan. Una pregunta clave para la izquierda de Morena que ha accedido al poder y que pretende conservarlo es la siguiente: ¿Cuáles son los límites éticos que deben tenerse en cuenta en este momento, en el que lo ideológico y lo pragmático emulsionan conflictivamente en las maneras de hacer política electoral?
Esta pregunta nos lleva a un debate sobre los medios y los fines de la acción política. Y nos lleva también a un debate en torno al fetichismo del poder.
Cuando el poder se fetichiza, cuando se convierte en una fascinación descarnada que oscurece a la ética política, el poder debe ser analizado y criticado a profundidad.