Chihuahua, Chih.
La historia de las alianzas partidistas en las últimas tres décadas, es uno de los síntomas de la extrañeza de la política. En estas alianzas, la ideología y la política se vuelven extrañas, entre lo sorprendente y lo inverosímil.
En la izquierda, estas alianzas pueden incluso rastrearse hasta la formación del Frente Democrático Nacional en las elecciones de 1988, que apuntaló la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia, y que un año después se proyectó hacia la fundación del PRD.
Durante el salinismo, después de los fraudes electorales de la década de 1980, el PAN tejió un conjunto de acuerdos con el PRI, a los que se les llamó peyorativamente: "consertasesiones".
En distintos momentos, el PRI y el PAN se han aliado. Entre los militantes de Morena hay un campo de semántico (un conjunto de significados discursivos) que han sido usados como armas de batalla política para descalificar tanto al PRI como al PAN: “la mafia del poder”, el “prianismo”, la “boa”, etc.
Hay mucha razón, y un cúmulo de justificaciones históricas, para referirse al PRI o al PAN de esta manera. Los insultos históricos del PRI y del PAN hacia la sociedad mexicana, se merecen un insulto nominal, y más que eso.
La izquierda partidista del PRD se alió con el PRI y con el PAN en el Pacto por México a inicios del sexenio de Peña Nieto, y esa fue la debacle del Sol Azteca, que fue muy bien aprovechada por López Obrador para construir el impulso que apuntaló la fundación de Morena en 2014.
La alianza morenista que logró conjuntar el bloque que llevó al triunfo de López Obrador en 2018, fue con el Partido Encuentro Social cuyo programa es de ultraderecha, con el Partido del Trabajo cuya historia es claroscura, con una parte del SNTE encabezado por Elba Esther Gordillo y operado por dos personajes dudosos: Iván Peña Neder y Rafael Ochoa Guzmán. Detrás de las biografías de estos personajes políticos, la negrura es un lugar común.
A su vez, en 2018 Morena tejió acuerdos con Salinas Pliego, y el pago por esta alianza fueron varias candidaturas y espacios de poder, entre los que destaca la Secretaría de Educación Pública. Hay otras alianzas de Morena en 2018, con personajes políticos específicos, por ejemplo, con Cruz Pérez Cuéllar, en el estado de Chihuahua.
Ya en el ejercicio de poder, una parte de la izquierda morenista en Chihuahua, entre quienes destacan Juan Carlos Loera y Gustavo De la Rosa Hickerson, ha mantenido una alianza muy visible con el panismo del gobernador, Javier Corral. También se identifica una significativa cercanía entre la figura del gobernador Javier Corral y el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad, que es operador político de primera línea del gobierno de AMLO.
Es posible, que en los procesos electorales del 2021, a partir de la reciente reforma a los estatutos del PRI, este partido pudiese construir candidaturas en acuerdo con el PAN. Pero también es posible, que se repitan las alianzas multiformes de Morena con fuerzas políticas de la derecha, con el sindicalismo charro, con militantes dudosos de otros partidos, con empresarios que antaño eran señalados por la izquierda y sobre los que se prefiere guardar silencio ahora.
La historia de las alianzas en las últimas décadas en México, entre la izquierda y la derecha partidistas, es una historia de la deconstrucción ideológica y ética de la política, de las formas de hacer política.