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La guerra de Rubio
Sin Retorno

La guerra de Rubio 20 de marzo de 2017

Luis Javier Valero Flores

¿Se necesitaba la realización, en Rubio, de un sangriento y terrorífico enfrentamiento entre grupos del crimen organizado, con un saldo aterrador de más de una decena de muertos y un número impreciso de heridos, para que las autoridades pongan, por fin, la atención debida a los enfrentamientos como el ahora comentado?

¿O estamos frente a una estrategia consistente en dejar que se enfrenten mortalmente los grupos en conflicto y una vez que prácticamente se aniquilen, actuar?

¿O, peor, estamos frente a una descomunal incapacidad e ineficiencia de la autoridad frente al crimen organizado?

Los datos que apuntan a la última opción son desalentadores.

Desde muchas semanas atrás las denuncias de los pobladores de esa región -Namiquipa, Rubio, Bachíniva y Cuauhtémoc, aunque no solo- acerca del control de grupos de criminales sobre la región, que se traducía en el ejercido sobre el tránsito, en la injerencia sobre algunas autoridades municipales del trienio pasado; en la presencia omnímoda de uno de los jefes de los grupos criminales de Bachíniva y su supuesta enemistad con el de la zona de Cuauhtémoc, en la advertencia lanzada por el gobernador Corral en contra del primero -El “80”-; y los continuos y frecuentes enfrentamientos armados que llegaron hasta la agresión a la comandancia de policía de Carichí.

A pesar de todo ello, la respuesta fue por demás débil y los anuncios de que podrían celebrarse un sinfín de enfrentamientos se desgranaban ante el silencio y la inamovilidad oficial.

El anuncio más consistente ocurrió el viernes 10 de marzo. Ese día por la tarde hubo un extraordinario despliegue de fuerzas de uno de los grupos. Establecieron retenes en prácticamente todos los cruces carreteros alrededor de Bachíniva y Rubio.

Durante horas, a través de las muy extendidas redes sociales de los habitantes de la región se alertó de la existencia de los retenes y del rumor de que se daría un enfrentamiento en Rubio.

El silencio oficial fue total, a pesar de que esta advertencia se lanzó en las redes sociales del gobierno del Estado.

El enfrentamiento se dió, sin llegar a los niveles del efectuado el domingo 19 de marzo -si atendemos las versiones oficiales- pero de niveles extremadamente preocupantes a juzgar por las informaciones proporcionadas por los residentes, que hablan de la recuperación de miles de casquillos de proyectiles percutidos y del levantamiento de decenas de cadáveres por los mismos sicarios.

Otra vez, a pesar de la intensidad del enfrentamiento -la autoridad informó haber recuperado poco más de 2 mil casquillos- no se tomaron medidas extraordinarias, actuaron como si lo ocurrido fuera un episodio más, no preocupante de la situación de verdadera alarma existente en la región.

Hasta los hechos del domingo por la tarde.

De la capacidad de los grupos criminales da cuenta que dejaron 17 vehículos abandonados, con los motores encendidos, todos de lujo, de modelos recientes, algunos de ellos robados en entidades tan lejanas como Tamaulipas; del tiempo en que se estuvieron disparando, del calibre de las armas usadas; del tiempo usado para el enfrentamiento, del terror sufrido por los habitantes, no sólo de Rubio, sino de toda la región, de la absoluta falta de respuesta de las agrupaciones policiacas con capacidad de fuego y resistencia para enfrentar a grupos de criminales como los señalados.

Transcurrieron largas tres horas en enfrentamientos, los que se extendieron hasta Cuauhtémoc y de la única policía cuyos elementos cayeron heridos es del agrupamiento de Rubio (del municipio de Cuauhtémoc).

¿Por qué no hubo un operativo previo, con la participación de elementos de los agrupamientos federales y estatales, no ayer domingo, sino en los días posteriores al 10 de marzo?

Son muchas las preguntas.

Una certidumbre sí tenemos. Es totalmente equivocada la postura de dejar que se aniquilen entre sí los grupos criminales; como en cualquier guerra, los ejércitos tienen necesidad de reabastecerse de todas las provisiones necesarias.

En las guerras del narcotráfico su principal provisión es el dinero, echarán mano de él en donde quiera que se encuentre, a través del secuestro, la extorsión, del robo a negocios y domicilios, del robo de vehículos, etc., es decir, de los recursos de la sociedad…

¿Dejarlos hacer, dejar que las cosas pasen será la respuesta oficial?

[email protected]; Blog: luisjaviervalero.blogspot.com; Twitter: /LJValeroF

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario