La elección será mucho más cerrada de lo que implican las encuestas

La elección será mucho más cerrada de lo que implican las encuestas 3 de abril de 2024

Luis Fernando de la Calle

Chihuahua. Chih.

La campaña de la Dra. Sheinbaum y Palacio Nacional han insistido que el resultado electoral ya se conoce, que es imposible que Xóchitl Gálvez remonte la brecha de no pocas encuestas y que “este arroz ya se coció”. 

Esta estrategia es congruente con un triunfo cuyo margen depende de que la participación ciudadana en la jornada electoral sea baja. Si tiene éxito y sufraga sólo un 58% de los ciudadanos, se puede vislumbrar un triunfo de Morena y sus aliados que incluya la presidencia, el gobierno de la ciudad de México y mayoría en la Cámara de diputados y Senado, incluso posiblemente calificada. 

Pero también refleja un cierto temor de que la brecha se pueda cerrar poniendo en riesgo las mayorías en el Congreso, los gobiernos de varios estados y, por qué no, aún Palacio Nacional.

Las encuestas no son predictores precisos de una elección competida, como se ha visto en muchas ocasiones en México y el extranjero. No son inusuales votaciones que divergen de las encuestas en 15 puntos porcentuales o más. 

En la más reciente en el estado de México, las encuestas predecían una brecha de 15 puntos porcentuales, pero terminó con un margen de 8.3 puntos y una baja tasa de participación de 49%.

Amén de las encuestas que se venden o forman parte de grupos con un interés creado y no son confiables, los encuestadores reconocen sesgos significativos en función de la metodología de levantamiento. 

En general, las encuestas en vivienda tienden a subestimar a las clases medias por altas tasas de rechazo o el difícil acceso a hogares en edificios. Las telefónicas tienden a subestimar a las clases bajas, aunque cada vez menos, mientras que las de internet marginan segmentos etarios dependiendo de la red social. 

Así, por ejemplo, la última encuesta en vivienda de Buendía que se publica en EL UNIVERSAL reporta un margen de 23 puntos entre Sheinbaum y Xóchitl, mientras que la del Reforma uno de 24. En la última de El Financiero, telefónica, la brecha es de 17 puntos, mientras que en la de México Elige, en internet, de 7.1 puntos.

Cada analista y partido cita una u otra para llevar agua a su molino. Una mejor práctica consideraría las tres metodologías para generar una adecuada estimación del margen. De manera alternativa, se puede apelar a los resultados de elecciones recientes como punto de partida para hacer un análisis sobre la dimensión de la brecha y las posibilidades de cerrarla.

El presidente López Obrador y Claudia Sheinbaum han presentado, con cierta razón, la elección de junio como un referendo sobre la cuarta transformación, para construirle un segundo piso (a veces se caen). 

Los comicios de 2018 son un buen punto de partida para estimar la brecha y qué se necesitaría para que se cierre. Si, utilizando el padrón electoral de 2024, uno toma los resultados de 2018 y sustituye Claudia Sheinbaum por López Obrador y Xóchitl Gálvez por Ricardo Anaya y José Antonio Meade y se mantiene la participación constante, se esperarían los siguientes resultados: 

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Sheinbaum ganaría con 33.4 millones de votos, el 53.19% y Gálvez recibiría 24.3 millones, 38.68%, para un margen de 9.1 millones o 14.51%. Esta brecha no suena descabellada en vista de las encuestas antes señaladas como punto de arranque para el análisis.

Ahora bien, los resultados que obtuvo AMLO superaron todas las expectativas, incluidas las suyas, y no será sencillo replicarlos. No es lo mismo invitar a la sociedad a hacer historia, que a seguir haciéndola. También es claro que Sheinbaum no es López Obrador, y que, a pesar de la baja tasa de desempleo, salarios promedio reales crecientes y un tipo de cambio apreciado, hay votantes desencantados. 

No todos los que votaron en 2018 por el candidato de Morena estarán dispuestos a volverlo a hacer. 

La primera pregunta es cuántos son, la segunda es si se quedarán en casa u optarán por Xóchitl. Si el desencanto fuese de 10%, Claudia perdería 3.3 millones de votos para llegar a 30.09 millones, o 50.56% con un margen de 9.7 puntos, si los votantes se quedaran en casa. 

Sin embargo, si optaran por Xóchitl, ella llegaría a 27.66 millones o 44.00% por lo que el margen sería de sólo de 3.87%. Si además del desencanto, Xóchitl concitara mayor participación en estados clave como hizo Vicente Fox en 2000, mientras que Sheinbaum no lograra tan altas votaciones como AMLO en 2018, el resultado podría cerrarse mucho más y quizá revertir el pronóstico de las encuestas.

En el año 2000, la participación ciudadana fue mucho más alta en los estados de Querétaro hacia al norte gracias al fenómeno Fox, mientras que en 2018 lo fue del estado de México hacia el sur. 

Así, una forma de apreciar cómo cerrar la brecha en términos de participación sería la siguiente: del incremental de participación en 2000 con respecto a 2018 en los estados en que Fox fue exitoso, ¿cuánto podría capturar Gálvez? Y del incremental de participación en 2018 en los estados en que AMLO fue exitoso, ¿qué porcentaje de votantes se quedaría en casa dado que la historia y la transformación ya existen?

Si además del desencanto de 10% se supone que Xóchitl es 50% tan exitosa como fue Fox en subir la participación a su favor en Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Colima, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Nayarit, Nuevo León, Querétaro, Sonora y Tamaulipas, mientras que con Sheinbaum se reduce la participación en 3% (menos de dos puntos porcentuales en promedio) en Campeche, Chiapas, Guerrero, Morelos, Oaxaca, Puebla, Tabasco, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas, con respecto a 2018, los resultados serían los siguientes:

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Participación de 65.29%. Sheinbaum, 29.54 millones de votos o 45.66%; Gálvez, 28.96 millones o 44.77%. La siguiente gráfica resume cómo se puede ir reduciendo el margen de 14 puntos con base a desencanto y cambios en la participación ciudadana:

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Ahora bien, si los promedios de las encuestas fueren buenos predictores y el margen de 20 puntos sólido como punto de partida, el análisis podría pensarse de la siguiente manera: esta brecha puede ser correcta si un porcentaje de los votantes del PRI de Meade emigraron a Morena en los últimos años: 16.7% o un millón 725 mil. 

Para cerrar esta brecha más alta se requeriría un mayor desencanto, que Xóchitl concitara una mayor participación en estados en que Fox fue exitoso y Sheinbaum perdiera un poco más de participación en los estados mencionados. Si el desencanto fuera de 12%, Gálvez se llevara 100% del incremento de participación de Fox en los estados mencionados y Claudia perdiera 5% (cerca de tres porcentuales en promedio), el cierre del margen de la elección en junio llegaría a 1.58 puntos porcentuales.

Finalmente, hay que considerar que se ha utilizado una tasa de desencanto pareja de 10% o 12% para todos los estados. Se puede, por supuesto, hacer un análisis más fino para los electoralmente más grandes. 

No es difícil prever que la elección será más pareja de lo que predicen las encuestas nacionales en Estado de México, Ciudad de México, Veracruz, Jalisco, Nuevo León, Puebla y Morelos. 

Si el desencanto en ellos es mayor, el resultado de la elección sería distinto al de las encuestas y mucho más favorable a la Ing. Gálvez.