Chihuahua, Chih.
El centro de Chihuahua es uno de los espacios que más disfrutamos los chihuahuenses.
Mientras unos bailan al son que toque el magnífico grupo Milagro, o caminan entre las Sillas Mágicas y las esculturas de Águeda Lozano y José Luis Cuevas, los pachucos, vistosos y coloridos, pantalones guangos zapatos de charol, sombrero con su pluma, despliegan su danza.
En la otra acera, los rarámuris tocan el violín, y en la esquina, una pandilla de antiguos cholos con sus pantalones pardos y sus camisetas de presidiario, sus señas de manos, lentes oscuros, sus tatuajes y su gesto desafiante, nos permite comprender que somos muchos y cada quien se enorgullece de su identidad.
Ese mundo, ese bullicio, ese paisaje humano, es el que le interesa a Tony Izaguirre. Tony Izaguirre es un fotógrafo maduro y sensible. Va del retrato realista pero también se aventura por captar las huellas de lo que se desvanece.
Hace unos días, caminando por el Paseo Bolívar, me encuentro con sus espléndidas fotografías. El formato de las fotos permite verlas en toda su belleza y expresividad. Son en blanco y negro y en ellas descubro a los personajes que enriquecen el paisaje humano que asiste de manera frecuente al centro de nuestra ciudad.
Como siempre, la riqueza cultural la ofrecen generosamente los pobres, los desposeídos, los marginados.
¿Qué dice Tony Izaguirre de su expo fotográfica?
Oigámoslo: “El proyecto fotográfico "La calle es nuestra" captura la esencia de la vida que fluye en los espacios públicos, transformando estos lugares cotidianos en escenarios de expresiones culturales únicas. Las calles, lejos de ser simples vías de tránsito, son el corazón palpitante de las comunidades, y es ahí donde ocurre la verdadera interacción humana.
A través de mi lente, he aprendido que la calle es un espacio donde las voces más vulnerables encuentran una forma de manifestarse. Este proyecto no busca solo documentar lo visible, sino también dar voz a lo invisible, lo que a menudo pasa desapercibido: la riqueza cultural de los grupos marginados, los pequeños gestos que configuran la vida cotidiana, las tradiciones que se resisten al olvido.
"La calle es nuestra" se enfoca en la resiliencia de las personas que, a pesar de la falta de espacios formales, encuentran en las aceras, en las plazas donde expresar su identidad, cada rincón de la ciudad se convierte en una muestra vibrante de creatividad y resistencia.
Es un homenaje a la vida comunitaria, a las historias que se entrelazan entre los ladrillos, a las luchas y victorias que, aunque pequeñas, resuenan con fuerza. La calle no es solo un lugar de paso, es un escenario donde se construye día a día la memoria colectiva de quienes la habitan. Este proyecto fotográfico busca ser un archivo visual de esas vivencias, de esas identidades que, lejos de diluirse, se afirman con más fuerza en el espacio público.
Mi intención es que, al observar estas imágenes, podamos ver más allá de lo evidente, que nos adentremos en la vibrante realidad de las comunidades que encuentran en la calle un espacio de expresión y libertad. La calle es suya, y también nuestra. Cada fotografía es un testimonio de esa apropiación, de esa lucha por hacer visible lo que, en ocasiones, se intenta invisibilizar.
Así, "La calle es nuestra" no es solo un proyecto fotográfico, es un diálogo visual sobre la importancia de los espacios comunes y cómo éstos nos permiten conectar con la esencia misma de nuestra cultura y comunidad”.