Chihuahua, Chih.
“El día tercero de agosto,
Un sábado en la mañana
En Walmart Cielo Vista
La gente en paz caminaba,
Pero nunca se imaginaban
Que la vida les cambiaba,
Se oyeron varios balazos,
Un cuerno se descargaba,
La masacre empezaba
Y mi gente se asustaba”
(Fragmento del corrido “La tragedia de Cielo Vista”. El Heraldo de Chihuahua)
La masacre del sábado pasado en Wal-Mart de Cielo Vista en el Paso Texas, la cual dejó una estela de 22 muertos y 24 heridos, es un acto indignante, fruto de la discriminación racial prevaleciente en la Unión Americana desde sus orígenes, auspiciada, promovida y sostenida, por el Presidente de EEUU, Donald Trump con su política xenofóbica, racista y supremacista.
Para hacer una evaluación de la dimensión de este terrible episodio, su trascendencia y alcances, estimo que es necesario definir algunos conceptos que le son inherentes, para tener una visión más integral de lo ocurrido.
Conceptos a considerar:
La xenofobia, es la aversión y odio a los extranjeros inmigrantes, que empieza con el rechazo y termina en agresiones y asesinatos como el que estamos exponiendo.
El racismo, por su parte, es por definición, un acto discriminatorio y violatorio de los derechos humanos y una política de gobierno excluyente que mantiene aislada a razas diferentes que se consideran inferiores en una comunidad o país.
El supremacismo blanco es una corriente ideológica que cree en la preeminencia y superioridad de los anglosajones a las personas de otras etnias.
De ello da cuenta clara, el “manifiesto” titulado “La verdad incómoda”, del autor de la masacre perpetrada en el Paso Texas, Patrick Crusius de 21 años, que horas antes divulgó en 8chan un foro online –el preferido de la ultraderecha estadounidense--, en el cual hace una apología de los conceptos arriba mencionados.
De entrada, dijo “este ataque es una respuesta a la invasión hispana de Texas. Ellos (los inmigrantes) son los instigadores, no yo”. Es pertinente comentar que el 80 por ciento de los habitantes de El Paso, son efectivamente hispanos, la mayoría de ellos de origen mexicano, lo que revela el por qué declaró al policía que lo detuvo, que “mi objetivo era matar tantos mexicanos como fuera posible”.
La historia de Texas habla por sí misma:
Como siempre ocurre, no hay presente sin pasado, ni futuro sin presente. Por ello, es importante en casos como éste recurrir también a la historia para conocer cuales son las raíces de un acontecimiento como el que está en comento.
El doctor Rogelio Sáenz, maestro en demografía de la Universidad de Texas, San Antonio, en entrevista con el canal televisivo BBC News Mundo, dijo que hablar de “una invasión de latinos a Texas, en principio, es una idea que desconoce la historia”.
Explicó que se olvida que Texas fue territorio de México hasta 1836, “año en que una fuerza armada de migrantes norteamericanos –con participación de algunos texanos mexicanos – estableció una República” que se mantuvo como tal hasta el año 1845 cuando Estados Unidos lo anexó como el estado numero 28 de ese país.
Con la anexión se corrió la línea fronteriza de Estados Unidos con México al Rio Bravo, de acuerdo al Tratado Guadalupe–Hidalgo suscrito al final de la guerra México-Estados Unidos en 1848, con lo cual México cedió más de la mitad de su territorio, que comprende la totalidad de lo que hoy son los Estados de California, Nevada, Utah, Nuevo México, Texas, y algunas partes de Arizona, Colorado, Wyoming, Kansas y Oklahoma.
¡Eso sí que fue una verdadera invasión y despojo a México!
Tras la anexión de Texas a Estados Unidos, los anglosajones asumieron el control territorial, socioeconómico y político durante dos siglos, lo que generó una gran distancia entre los miembros de distintas razas que gradualmente migraron a esa entidad —reitero— la mayoría de ellos mexicanos.
La “otra verdad incómoda”: el contexto político electoral
El odio social y racial de los anglosajones republicanos a los latinos o hispanos (como se les dice en Texas) se ha incrementado exponencialmente en el contexto político-electoral en ciernes de Estados Unidos.
Los Republicanos están conscientes que de acuerdo a los índices demográficos y de estratificación de la población hispana en Texas y otras entidades como California, pueden poner en riesgo la reelección de Donald Trump.
El solo hecho de que cada vez hay más latinos en las comarcas rurales, donde anteriormente solo había blancos, los tiene “tensos”. Tan es así, que el asesino de 22 latinos, pretendía, según lo dijo en su “Manifiesto”, no solo “frenar la invasión de Hispanos a Texas”, sino también evitar que en la próxima elección presidencial, los “invasores hispanos” voten por el candidato del Partido Demócrata.
Textualmente dijo: “La enorme población hispana en Texas nos volverá un bastión demócrata”
Y eso, ciertamente, es factible. Las protestas sociales en contra del racismo y Trump en Ohio y Texas el miércoles pasado, durante su visita a los familiares de las víctimas de ambas masacres, son una muestra clara de ello.
Trump está cavando su tumba. No entiende que su discurso racista, xenofóbico y supremacista, que durante los dos años de su mandato ha sembrado, lejos de aportarle una masiva clientela electoral para su reelección, le es contraproducente y está favoreciendo al Partido Demócrata.
Se está también ahorcando así mismo con erráticas acciones que ha emprendido en contra de la población latina, como la de insistir en levantar un muro en la frontera con México: insultar 2300 veces en su cuenta de Twitter a los mexicanos, que no deja de llamar “delincuentes, violadores, drogadictos y flojos”; implementar redadas y deportación de migrantes y amenazar con gravar aranceles a las exportaciones de México a Estados Unidos si no pone freno a los flujos migratorios de Centroamérica.
Lejos de impulsar una estrategia de control de daños, le atiza al fuego. Ejemplo de ello es que el mismo día que fue a Ohio y Texas, supuestamente para solidarizarse con los familiares de las víctimas de ambas masacres, en Misisipi se realizaba una redada de 680 trabajadores en una planta de producción de alimentos, 107 de los cuales son mexicanos.
¿En donde quedó la convocatoria que Trump hizo horas después de la masacre en el Paso Texas, de que “Con una sola voz nuestra nación debe condenar el racismo, el fanatismo y la supremacía blanca. Esas ideologías siniestras que deben ser derrotadas”? En la nada. Fue pura demagogia.
La barbarie, tristemente, seguirá teniendo permiso de hacer lo que le venga en gana a Trump. Veremos y diremos
Posdata: Expreso mi más sentido pésame a los familiares de las víctimas de esta tragedia que ha conmovido al país y al mundo entero.