Chihuahua, Chih.
I.- Durante los primeros días de marzo, arropado por el marketing político y rodeado por las huestes del panismo y de una parte de la izquierda chihuahuense, Corral hará una gira por distintos municipios del estado para informar del ejercicio de su gobierno durante poco más de tres años.
El gobernador vestirá de gala, cubierto con las mejores ropas que pueda tener a la mano para desfilar ante los aplausos y las alabanzas que se lanzan como moneda de cambio ante las concesiones del poder.
Con una sonrisa que intentará cubrir su rostro por entero, con los saludos que se reparten y se multiplican en los rituales de un informe de gobierno, Corral caminará sobre la última alfombra roja que le queda. Rodeado de una burbuja que ha construido para sí mismo, y que sus cercanos se han encargado de alimentar y retroalimentar, el gobernador va a tomar el micrófono para engolar la voz y enaltecerse a sí mismo. Un informe de gobierno es un ritual de elogios convenidos, es un espejo donde los hombres del poder se miran a sí mismos para invocar lo que pueda venir (o no venir) en los años futuros.
II.- Con el paso del tiempo, quienes hacen carrera política comienzan a abultar sus guardarropas. Una camisa cara acorde a los colores del partido, un traje de marca para estar vestido a la altura del cargo, una corbata que haga la combinación perfecta, unos zapatos lustrosos para recorrer los andadores del poder, y una cartera grande, lo suficientemente grande para resguardar los salarios y las prebendas que se cobran cuando se ocupan cargos públicos.
Los guardarropas de los políticos se abultan demasiado pronto. El número de camisas, de trajes, de corbatas y de zapatos, suele multiplicarse en pocos meses. Bajo la lógica del neoliberalismo, un político acumula poder mientras pasa de un cargo público a otro, acumula dinero con salarios y prebendas que son motivo de envidias, y acumula bienes materiales en su guardarropa y en el registro público de la propiedad.
Se atribuye al priista Carlos Hank el dicho que afirma que: “Un político pobre es un pobre político”.
La “clase política” debe tener “clase”, debe ganar bien y vivir mejor, como para alejarse lo suficiente de la clase proletaria. La ambición de la clase política se hace manifiesta en las palabras y en los hechos. La declaración 3 de 3, que obliga a los funcionarios para que hagan pública su declaración patrimonial, no es más que la sospecha del enriquecimiento que vendrá seguro mientras se permanezca en el poder. Al paso de los meses y los años, las cuentas bancarias y los bienes de los políticos se multiplican, algunos de forma comedida y otros de forma desbocada. ¿Cuántos metros cuadrados de guardarropa se requieren para que un político haga caber las camisas, los trajes, las corbatas y los zapatos que necesita para vestirse a la altura de las circunstancias del poder? ¿Cuántos años de carrera y cuántos cargos públicos se requieren para acrecentar sin límite preciso la ambición por el poder?
Lo que más le duele a Javier Corral de los reportajes publicados por “El Diario de Juárez”, es que este medio haya mostrado de forma detallada las maniobras que utilizó para extender su casa en ciudad Juárez (“Amplía Corral su casa con patio ajeno”, “El Diario”, 23 de septiembre). Hay una serie de preguntas que el gobernador no ha respondido sobre la compra del terreno y la ampliación de una de sus propiedades inmobiliarias.
La biografía política de Corral es una historia de crecimiento y ascensos, al pasar de una diputación local a una federal, al ocupar luego una senaduría y competir enseguida por la gubernatura del estado de Chihuahua, que ganó en las elecciones de 2016. La historia publicada por “El Diario de Juárez” es una metáfora que explica lo que sucede cuando el poder crece y asciende, cuando las carreras políticas se vuelven exitosas y ocupan por entero las vidas de las personas, hasta que los trienios quedan chicos, hasta que los sexenios tampoco resultan suficientes y una gubernatura es el escalón para trepar a lo que sigue.
Mientras el poder crece en las biografías de los políticos, crecen sus guardarropas y crece el listado de propiedades en el registro público de la propiedad. Para Corral resulta imperdonable que “El Diario de Juárez” lo haya desnudado de esta forma, que haya escrito la biografía del poder y de las pertenencias que lo han acompañado en los cuatro años que lleva como gobernador. “El Diario de Juárez” ha roto el espejo dónde el gobernador procura mirarse perfecto en lo que dice y lo que hace, ha mostrado lo imperfecto de Corral: sus errores, sus sesgos, sus formas dudosas de hacer política.
III.- Los políticos salen a la calle creyendo que están vestidos. Se acomodan el cuello de la camisa, jalan las solapas del saco hacia abajo, estiran su corbata para dejarla exactamente en medio del pecho, y avanzan sobre los pasillos y callejones del poder. Rara vez al avanzar, los políticos se dan cuenta que caminan desnudos. Hay una desnudez de la política que resulta chocante, por la incomodidad y el desconcierto que se causa.
En estos días, rodeado por el círculo más próximo de los convidados del poder, Javier Corral caminará creyéndose vestido con sus mejores ropas, sintiéndose iluminado por la elocuencia de un orador que toma el pódium como púlpito, imaginándose protegido por las aprobaciones y alabanzas de los cercanos. Pero en realidad, caminará desnudo con el escenario electoral del 2021 como fondo, con el fracaso de no haber llevado a César Duarte ante la guillotina de la justicia, con la desaprobación generalizada del electorado chihuahuense, y con la afrenta de no poder nombrar al candidato a gobernador por el PAN en la elección siguiente.
Mientras pasen los días y el proceso electoral del 2021 se mire cada vez más cercano, la desnudez de Javier Corral se mostrará cada vez más evidente y más incómoda.
Ya va siendo hora de que Corral se mire en otro espejo, más allá de las aprobaciones y halagos que han construido una burbuja alrededor suyo.
Ya va siendo hora de que Javier Corral se dé cuenta de la desnudez que lo acompaña. El poder es terrenal, los hombres del poder son terrenales.
De una o de otra forma, el poder es el traje imaginario de un gobernador que acabará totalmente desnudo al final de su mandato…