Instrucciones para convertir a un partido de izquierda en una fábrica de votos

Instrucciones para convertir a un partido de izquierda en una fábrica de votos 20 de marzo de 2021

Leonardo Meza Jara

Chihuahua, Chih.

I.- La democracia electoral es la trampa más perfecta en la que puede quedar atrapada la izquierda partidista. En la democracia se gana o se pierde, y en este sentido es muy parecida a las apuestas que se hacen en los casinos. La democracia es una ruleta que de cualquier forma termina girando hacia la derecha. En la democracia reside uno de los principales triunfos del neoliberalismo en el siglo XXI. 

Las elecciones son demasiado parecidas a las pasarelas en las que desfilan los cuerpos femeninos o masculinos que terminan siendo cosificados.  Los eslóganes de campaña son idénticos en su contenido y su forma a los mensajes comerciales que buscan posicionar algún producto en el mercado. Los ciudadanos que votan terminan siendo concebidos como potenciales clientes en los mecanismos para inducir el voto hacia uno u otro candidato.

La izquierda en México está extraviada en los laberintos electorales de la democracia neoliberalizada, que tiene la forma de un concurso en el que los mejores (o los peores) postores pueden ser los candidatos o los ciudadanos. Una candidatura o un voto es una apuesta en el casino de la democracia neoliberal, que hace girar la ruleta de los triunfos o de las derrotas electorales.  Se trata de apostar para que la ruleta electoral siga girando. ¿Quién da más? ¿Quién está dispuesto a ofrecer más votos, sin importar su procedencia, sin importar su fondo o su forma? Se trata de capturar votos, de convertir a la izquierda partidista en una fábrica de votos.  Y desde luego que las elecciones convertidas en una fábrica de votos, están atrapadas irremisiblemente en la lógica de un proceso de producción capitalista.

 


II.- La democracia como trampa no se manifiesta de una sola manera, sino que es un laberinto cuyos caminos resultan demasiado intrincados. Es un laberinto movedizo en el que es fácil perderse y en el que resulta difícil encontrar el rumbo correcto. Las paredes y pasillos del laberinto democrático se desplazan de manera continua, y cambian entonces de forma intempestiva dando lugar a un oscurecimiento de la dialéctica heredada del marxismo. 

Uno de los síntomas más significativos de este oscurecimiento dialéctico, tiene que ver con los problemas de la izquierda partidista en la definición de sus propias candidaturas. Morena no ha sido capaz de democratizar los procesos de selección de sus candidatos, y ha tenido que recurrir a las tómbolas, las encuestas y las candidaturas franquicitarias que se le otorgan a partidos y personajes que provienen de la derecha.

En los términos de la selección de sus candidatos, los mecanismos usados por Morena son evidentemente antidemocráticos. 

Las supuestas encuestas bajo las cuales se definen las candidaturas en 2021 en Morena, son un mecanismo que ha quedado desacreditado por la falta de transparencia y rendición de cuentas, ante la militancia y ante la ciudadanía en su conjunto.  

Pero más allá de la incertidumbre en torno a estas encuestas, queda claro que este procedimiento obedece a una lógica de marketing político. 

Las elecciones son un mercado en el que los votos se compran y se venden en términos de preferencias que no son estrictamente ideológicas, sino que obedecen a variables pragmáticas y coyunturales. Los mecanismos a través de los cuales la izquierda partidista en México comienza a fabricar masivamente sus votos son dudosos en varios sentidos.  

La masificación de la izquierda en México que se traduce en votos, que está atravesada por variables y algoritmos electorales, trae consigo un proceso de des-ideologización, que desde luego es una des-sustanciación. En los intentos por masificar el voto a su favor, la izquierda partidista pierde sustancia, pierde forma y fondo ideológico en una apuesta que resulta demasiado riesgosa.

III.- En otros artículos he referido el concepto de “subsunción” de la izquierda partidista. 

“Subsumir” significa: “considerar algo como parte de un conjunto más amplio o como caso particular sometido a un principio o norma general.” Cuando algo queda subsumido, queda sujeto a una dominación que se le impone externamente, de manera más o menos avasallante. 

En el caso de las candidaturas de Morena en Chihuahua -y en otros estados del país-, la subsunción se manifiesta de tal forma que personajes provenientes del PRI, del PAN, del PANAL, etc., que son propuestos a diferentes candidaturas, estarían quedándose con espacios de poder clave en el partido y/o en el proyecto de gobierno de la 4T. 

En este caso, Morena quedaría subsumido por proyectos políticos cuyos hilos estarían siendo jalonados por operadores de raíces priistas, panistas, panalistas y de otras dinastías enraizadas en la derecha.  

Todavía no queda claro cuáles son los alcances del proceso de subsunción de Morena, que se despliega desde la plataforma electoral del 2021. 

Lo que queda claro, es que la apuesta que le abre las puertas a este mecanismo de subsunción ya está en marcha y es irreversible, al menos en la actual coyuntura electoral. 

En este sentido se puede hablar de un extrañamiento de la izquierda partidista. Morena se está convirtiendo en una entidad ideológica y política que resulta extraña para la izquierda histórica.  

Vivimos en un momento en el que la izquierda partidista que se mira al espejo se observa desdibujada. No queda claro lo que la izquierda partidista es y lo que no es, en los términos de su proyecto histórico. 

La izquierda partidista se ha colocado a sí misma en una encrucijada histórica que no tiene precedentes. Las inercias electorales y sus circunstancias pragmáticas han arrastrado a esta fuerza política a un territorio que resulta demasiado complicado de transitar. 

Esta izquierda camina entre luces y sombras, en un territorio lleno de incertidumbres y zozobra.  

En este sentido, puede hablarse de una izquierda fantasmal, de una izquierda borrosa y claroscura. 

En el siglo XXI, un fantasma recorre a la izquierda partidista en México, es el fantasma de la des-ideologización que se manifiesta en los hechos como una subsunción de la derecha...