Inpro, la memoria

Inpro, la memoria

Luis Javier Valero Flores

Chihuahua, Chih.

- Agradezco a Lorenzo El Cheque Pérez haberme designado, tan autoritariamente, para efectuar unos comentarios sobre la nueva plataforma de Información Procesada (Inpro).



La vorágine de la información en nuestra época todo lo avasalla a su paso, todo, en especial al modo en el que los mexicanos nos informábamos. Algunos dirán, y tienen razón, que no solo los mexicanos, sino la humanidad entera, pero las peculiaridades de nuestro país le han imprimido a este aspecto del quehacer humano singularidades que deberemos, no sólo vivir con ellas, sino asimilarlas y, con ellas a la mano, usarlas para la transformación democrática de la sociedad.

Por demás está decir que es tan vasta la información al alcance de la mano de, podríamos especular con muchos elementos a nuestro favor, prácticamente la mayoría de la población, que la manera de procesarla está impregnada de las características de la sociedad que hemos construido hasta nuestros días.

Venimos de un pasado no remoto en el que existía el control casi absoluto del gobierno sobre la prensa, que iniciaba por lo más elemental, el de que el gobierno era el propietario de la empresa que producía, importaba y vendía el papel con el cual se imprimían los periódicos en el pasado. No hace tanto tiempo, todavía a principios de los 70’s del siglo pasado.

Ello, sin tomar en cuenta el control económico, que permitía el flujo de recursos públicos a los propietarios de los medios de comunicación sin control alguno, sin la necesidad de la elaboración de contratos o convenios -¿Para qué, si nadie tenía la facultad de revisar los gastos gubernamentales?- hasta la revisión de textos, personal de los periódicos, articulistas y de la información que se publicaría al día siguiente.

La transformación democrática de la sociedad, como siempre, va aparejada con la de los medios de comunicación y el viejo régimen -que no era tan monolítico como hoy, desde la distancia, se aprecia- cedía espacios y momentos.

Ni todos los medios, ni todo el tiempo, eran controlados por los gobernantes; sí obedecían, en lo general, a las directrices del régimen, solo debemos recordar las primeras planas del 3 de octubre de 1968, ya no digamos el contenido de los noticieros televisivos y radiofónicos existentes.

De allá venimos.

Parte esencial para la transformación democrática de la sociedad (bueno, lo que tenemos hasta ahora) ha sido la existencia de medios de comunicación y de periodistas que aprovecharon los resquicios dejados por el régimen, o abiertos por las luchas políticas y sociales y, la posibilidad del acceso a la información.

Tampoco era fácil combatir este aspecto. En un país en el que la lectura no formaba parte de las “costumbres” populares, los periódicos eran para el consumo de porcentajes menores de la sociedad y la mayoría abrevaba en la televisión, que era infinitamente peor que la actual.

Los valores de la mayoría de los mexicanos habían sido inculcados, cultivados por Chabelo, el Chavo del Ocho, Jacobo Zabludovsky y Raúl Velasco.

El propietario del canal de las estrellas se decía “soldado del PRI”.

La irrupción de un grupo de periodistas en la conducción del segundo periódico con más lectores (el primero era El Universal, con una línea editorial oficialista y en el que, de repente se ofrecían trabajos periodísticos disrruptivos) El Excélsior, bajo la dirección de Julio Sherer, y posteriormente el nacimiento de Proceso vinieron a darle un giro al periodismo y al papel de los medios de comunicación en el país.

En el país había una sorda guerra, en la que no solamente existía la guerrilla, sino infinidad de movimientos sociales, sobre todo campesinos y de colonias populares, a las que se sumaban otra gran cantidad de luchas electorales en los municipios.

La eclosión de la alternancia política está precedida, precisamente, por esas luchas, que abrían, también, los espacios en la radio.

-Las anécdotas sobre la estación de Monclova, a principios de los 60´s, en los que los mineros entraban a la cabina y gritaban al aire ¡Viva Cuba libre, fuera yanquis de Cuba!. O la de la estación de Valladolid, que nos autorizaron a enviar un mensaje a los radioescuchas y que al llegar no había nadie en la estación, ni conductores, ni técnicos, ni secretarias, ni afanadoras, nadie, la estación vacía. Improvisamos, uno de nosotros actuó como conductor que entrevistaba a los dirigentes-

La uniformidad poco a poco caía hecha pedazos a golpes de ciudadanía. En ello tuvo un papel capital la participación electoral de la izquierda comunista-socialista, corriente ideológica a la que tanto se vitupera hoy. Su aparición en la escena electoral le dió un vuelco a las elecciones en México, se dio inicio a la diversidad electoral y a la alternancia política.

Tan cambiante realidad pasaba, también por el periodismo y éste requería un mejor y mayor procesamiento de la información, conforme a las necesidades de la moderna sociedad que se inauguraba en México. Procesar la información requería de instrumentos modernos, que permitieran, primero, acopiarla, segundo, clasificarla y, tercero, hacerla accesible.

Muchos de quienes somos usuarios, hoy, de Información Procesada venimos del pasado en el que nos enterrábamos, literalmente, en las masas de periódicos, hurgando en las hemerotecas de la localidad, página por página, ejemplar por ejemplar, para encontrar la información, los antecedentes de los hechos, las declaraciones realizadas por algunos de los protagonistas, las notas elaboradas por los reporteros en las que daban cuenta de los hechos, las entrevistas efectuadas.

No había otra forma, más las que cada quien realizaba para guardar y ordenar sus archivos. Nos pasábamos horas recortando notas de los periódicos. En lo personal, señalaba las notas, les agregaba algún comentario y cortaba las páginas de los periódicos, las guardaba en carpetas que eran un verdadero tilichero.

En esa época aparece El Cheque, recortando, haciendo comentarios a las notas periodísticas, guárdandolas en carpetas, en una tarea-empresa poco comprendida en su momento, pero que tenía un sustrato absolutamente explicable con los ojos de hoy, la necesidad de procesar la información y de hacerla asequible, como mecanismo para contribuir a la transformación democrática de México y ¿Por qué no, crear una empresa para la sobrevivencia personal y familiar?

En cada etapa de su desarrollo los usuarios de Inpro fuimos sorprendidos por la velocidad que adquiría el acceso a la información, por el aumento del número de medios a los cuales podíamos acceder y por la disminución de la complejidad de su uso.

El internet vino a cambiar todo y la necesidad de contar con una herramienta que nos permitiera acceder a toda la información, para procesarla, para editarla, para evaluarla, para, con base en ella, reflexionar y elaborar mejores análisis sobre la cambiante realidad se hizo ineludible. Hoy, el equipo dirigido por El Cheque nos ofrece la misma herramienta, pero no solo distinta, sino increíblemente mejorada, con una velocidad pasmosa, que será lenta en poco tiempo, merced a la impresionante tecnología desarrollada en nuestros tiempos, aspecto en el que la ingeniera Verónica García es elemento esencial.<<<<

Pos supuesto que lo anterior no va desligado de la nueva realidad en materia de información y comunicación. Los mexicanos tienen acceso a casi toda la información de la red, influyen, escriben, opinan, reflexionan, se divierten, crean nuevos lazos sociales, se informan, bien o mal, depende de cada quien y a quienes nos dedicamos a procesar la información, a quienes la necesitan para las estrategias empresariales y comerciales; para los estudiantes de todos los niveles, para los políticos y funcionarios gubernamentales, una herramienta como la que hoy comentamos es invaluable y, además, única en el país.

Y no crean que me gana el afecto por El Cheque, bueno, sí, pero, sobre todo, por la inmensa cantidad de horas de trabajo que me ahorraste pues Inpro, por lo menos en lo que a Chihuahua concierne, es mejor buscador que Google.

Orale…

Muchas gracias por su atención.

Luis Javier Valero Flores

Director General de Aserto. Columnista de El Diario