Informes de gobierno

Informes de gobierno 4 de octubre de 2017

Francisco Javier Pizarro Chávez

Chihuahua, Chih.

Los informes del primer año de gobierno del gobernador Javier Corral Jurado titular del Ejecutivo Estatal y la alcaldesa Maru Campus, presidenta Municipal de Chihuahua, están en el foco de la atención de la clase política y de la expectativa ciudadana.

De conformidad con el protocolo legal, ambos deben explicar el “estado que guarda la administración pública” a su cargo ante el Poder Legislativo y cabildo, pero sobre todo a los ciudadanos.

Durante el período de los gobiernos autócratas y el régimen de partido de Estado, los informes de gobierno eran meros actos protocolarios orquestados para el lucimiento del jefe del ejecutivo el cual leía ante los legisladores o integrantes del cabildo, un interminable texto que hablaba de las delicias y logros de su gestión, que nadie entendía `pero estaban obligados a aplaudir.

En 1997, cuando inicia el proceso de transición a la democracia, hubo un giro significativo pero no trascendente. Por primera vez en la vida política del país, los grupos parlamentarios aprovecharon el derrumbe de la mayoría absoluta del partido en el poder y exigieron fijar un posicionamiento de su partido respecto al informe de gobierno presentado por el ejecutivo, lo que no pasó a mayores y terminó por convertirse en ridículos montajes y negociación de prebendas interpartidistas.

A partir del 2000 los gobiernos de la alternancia en el poder, optaron por hacer entrega formal del informe a través de la Secretaría de Gobernación a la Cámara de Diputados y Congresos locales, para evitar el cuestionamiento de las fuerzas opositoras.

En todos los etapas o períodos señalados, lo cierto es que en ninguna de ellas se puede decir que los informes de gobierno se hayan convertido, horizontal y verticalmente, en un real y verdadero ejercicio de rendición de cuentas del estado que guarda la administración pública a los ciudadanos, sino mas bien en un ajuste de cuentas entre los partidos que triunfaron en la elección mas reciente y los que perdieron.

Los que están en el poder van a evaluar y ponderar, por supuesto, los logros obtenidos durante su gestión de gobierno y justificar sus deficiencias e incapacidad en los errores, corruptelas, deudas y desbarajuste que les dejaron sus antecesores, quienes por su parte, buscan reivindicarse con la careta de fuerza opositora al servicio de la ciudadanía.

En este contexto, invito a los ciudadanos y partidos políticos a que más allá de los dimes y diretes y ajustes tardíos de cuentas, hagamos una evaluación cualitativa de aciertos y errores a partir de dos parámetros esenciales que con frecuencia se confunden y los cuales usan los gobernantes para eludir sus responsabilidades.

Me refiero a la gobernabilidad y la gobernanza, que parecen lo mismo pero no son iguales.

La gobernabilidad se sustenta básicamente en el principio de autoridad y la razón de Estado.

Los niveles de la gobernabilidad se miden en los grados de satisfacción de las necesidades de los ciudadanos, comunidades y sectores sociales; la eficiencia administrativa y de gestión que las secretarías, dependencias y funcionarios tienen que atender esas necesidades y demandas y, finalmente, pero no por ello en última instancia, en función del orden público, seguridad ciudadana y sana convivencia de la sociedad que se haya logrado.

La gobernabilidad tiene como referentes esenciales el modo en que se arriba al gobierno, se ejerce el poder y la capacidad que tiene un gobierno para atender las necesidades y demandas sociales fundamentales de toda comunidad.

El concepto de gobernanza, por el contrario, se usa para aludir a las formas y estilos de gobernar, y los mecanismos que usa un gobierno para actuar con los diferentes actores sociales y articular el interés público con el privado.

Los referentes de la gobernanza por tanto son diferentes a los de la gobernabilidad. Son: la manera en que un gobierno promueve y logra articular durante su gestión sus planes de gobierno con la iniciativa privada, las organizaciones de la sociedad civil y otras instituciones e instancias de gobierno en el ámbito municipal, estatal y federal.

Espero que los informes de gobierno del Ejecutivo Estatal y de la presidenta Municipal se apeguen a estos parámetros y no a un rosario de quejas y justificaciones ante la falta de cumplimiento de las promesas electorales brotadas del corazón.

Es tiempo de que ahora sí, se apeguen a la razón, que no es otra que la de hablar con la verdad, reconocer la realidad tal cual es y asumir los graves problemas que enfrentan los ciudadanos, con responsabilidad, humildad y compromiso.

Veremos y diremos, como decía mi maestro Elías Montañez.

Francisco Javier Pizarro Chávez

Periodista y analista político.